Chico raro

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El día comenzó como cualquier otro, con un aire de tranquilidad que envolvía a todos en la escuela. Lynn y Amelia, tras sus recientes acercamientos, habían encontrado un ritmo cómodo en su amistad. Aunque las cosas entre ellas eran más que solo amistosas, ninguna de las dos había hablado de lo que realmente sentían. Sin embargo, los demás en su grupo no pudieron evitar notar el cambio en su relación: más bromas, más sonrisas compartidas, más tiempo juntas.

En la primera clase del día, Lynn estaba sentada junto a Marco, mientras Amelia, Kelly y Margo ocupaban los asientos del fondo. La clase era Historia, y aunque el profesor estaba enfrascado en explicar las causas de la Segunda Guerra Mundial, la conversación entre el grupo se desarrollaba de manera paralela, en susurros.

"Entonces, ¿cómo va la vida de novias no oficiales?" preguntó Margo, mirando a Lynn y luego a Amelia con una sonrisa pícara.

Lynn puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar reírse. "Cállate, Margo. No somos novias."

"Sí, claro," replicó Marco, levantando una ceja. "Pero todo el mundo en la escuela ya se dio cuenta. No puedes engañarnos."

Amelia, que había estado mirando sus apuntes, se unió a la conversación con una sonrisa. "No somos novias. Solo... pasamos mucho tiempo juntas."

Kelly, siempre observadora, se inclinó hacia Amelia. "¿Y te molesta pasar tiempo con ella, princesa?"

Amelia rodó los ojos ante el apodo, pero no pudo evitar sonrojarse un poco. "No, claro que no. Pero ustedes son muy chismosos."

La conversación continuó así durante toda la clase, entre risas y comentarios sarcásticos. El profesor no pareció darse cuenta de lo que ocurría en las filas del fondo, lo que les permitió relajarse y disfrutar de una mañana sin problemas.

Cuando la clase terminó, Lynn y Amelia caminaron juntas hacia la siguiente materia: matemáticas. A pesar de que esta clase solía ser más intensa, el grupo seguía encontrando formas de conversar entre ellos. Lynn, que normalmente se distraía fácilmente en matemáticas, comenzó a hacer dibujos en su cuaderno mientras Amelia resolvía los problemas con rapidez.

"Déjame ver," dijo Lynn, inclinándose sobre el cuaderno de Amelia. "¿Cómo haces para resolver esto tan rápido?"

Amelia sonrió con suficiencia. "Tal vez si prestaras más atención, lo sabrías."

"Eso suena aburrido," replicó Lynn con una sonrisa juguetona. "Además, es más divertido dejar que tú lo hagas por mí, princesa."

Amelia soltó una risita, tratando de no llamar la atención del profesor, pero estaba claro que disfrutaba de esos pequeños intercambios con Lynn.

A medida que las clases avanzaban, las bromas y conversaciones en el grupo continuaban, haciendo que la mañana pasara volando. En la tercera clase, educación física, Marco sugirió que se organizaran para jugar un partido de voleibol durante el fin de semana, una idea que fue recibida con entusiasmo por todos.

"Sería genial," dijo Kelly. "Pero, ¿quién se encargará de los equipos?"

"Obviamente, yo," respondió Lynn con confianza, levantando la mano. "Seré la capitana ganadora, como siempre."

Amelia cruzó los brazos, sonriendo con aire de desafío. "Tendrás que ganártelo, Loud."

Los amigos rieron, sabiendo que, cuando Lynn y Amelia competían, todo se volvía más interesante. La rivalidad amistosa entre ellas no había desaparecido del todo, pero ahora se sentía más como un juego entre las dos.

Cuando la campana del almuerzo sonó, el grupo se dirigió al comedor. Lynn y Amelia se sentaron juntas, como de costumbre, mientras los demás ocupaban los asientos a su alrededor. Todo parecía ir perfectamente bien hasta que Amelia se excusó para ir al baño.

Lynn la vio alejarse y volvió su atención a su comida, charlando con Margo y Marco sobre el partido que planeaban. Pero unos minutos después, algo la hizo levantar la vista. Una chica de la mesa vecina comentó algo sobre "un tipo raro" que estaba junto a los baños. Lynn frunció el ceño. Amelia no había vuelto aún, y su instinto le decía que algo no estaba bien.

Dejando su bandeja, Lynn se levantó y caminó hacia los baños. Al girar la esquina, su corazón dio un vuelco. Un chico que no conocía estaba demasiado cerca de Amelia, bloqueándole el paso.

"Vamos, nena," dijo el chico en tono engreído. "Solo quiero hablar."

Amelia intentaba alejarse, pero el tipo no la dejaba. Lynn sintió cómo la ira subía por su pecho.

"¡Oye!" gritó, acercándose rápidamente. "Suéltala."

El chico miró a Lynn con desdén, pero no hizo caso. Al ver que no se apartaba, Lynn no dudó. En un rápido movimiento, empujó al tipo, separándolo de Amelia.

"Te dije que la sueltes," repitió, su voz más amenazante.

El chico, sorprendido por la intervención, se enderezó, claramente enfadado. "¿Qué te pasa, loca?"

Antes de que pudiera decir más, intentó empujar a Lynn de vuelta, pero ella era más rápida. Esquivó su intento y lo empujó nuevamente, esta vez con más fuerza. El chico perdió el equilibrio y cayó al suelo.

Amelia, aún en shock por lo que estaba ocurriendo, miraba la escena sin saber qué hacer. "Lynn, basta," dijo finalmente, preocupada de que la situación se saliera de control.

En ese momento, un profesor apareció, atraído por el ruido. "¡¿Qué está pasando aquí?!"

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Lo siguiente sucedió muy rápido. El profesor llamó a los directores, y en cuestión de minutos, tanto Lynn como Amelia, junto al chico que había provocado todo, fueron llevados a la oficina del director. A pesar de los intentos de Amelia por explicar lo que había ocurrido, la situación era clara: había sido un altercado físico en el que tres estudiantes estaban involucrados.

El veredicto fue rápido: una semana de expulsión para los tres. Amelia y Lynn se miraron en silencio mientras escuchaban la decisión. Cuando salieron de la oficina, la frustración era palpable.

"Lo siento," dijo Lynn, rompiendo el silencio cuando ya estaban fuera. "Solo quería ayudarte. No debí haberme dejado llevar."

Amelia la miró, aún procesando todo lo que había pasado. "No es tu culpa, Lynn. Ese chico... era un idiota. Gracias por estar ahí."

Lynn asintió, aunque aún se sentía mal por lo ocurrido. No era la primera vez que la impulsividad la metía en problemas, pero esta vez era diferente. Amelia no parecía molesta con ella, pero la realidad era que ambas estaban fuera de la escuela por una semana.

"Al menos tenemos una semana para hacer lo que queramos," dijo Lynn, tratando de encontrar algo positivo en la situación.

Amelia sonrió levemente. "Sí, supongo que sí."

A pesar de la expulsión, ambas sabían que lo importante era que, al final del día, se tenían la una a la otra. Y eso era todo lo que importaba

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora