Aguas que conectan

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El sol seguia brillando intensamente sobre el río, tiñendo el agua de un azul profundo, mientras la brisa fresca traía consigo el aroma de la naturaleza. El calor del verano se sentía en el aire, pero la refrescante corriente del río era todo lo que necesitaban para relajarse después de la semana llena de tensión y estrés. El grupo había llegado al río por la tarde, y ya llevaban un rato nadando, riendo y disfrutando de un merecido descanso. Todo parecía perfecto: el día, el lugar, la compañía… y lo mejor de todo, la paz que Lynn sentía por fin en su interior.

Aunque el río era un lugar donde todos disfrutaban de la naturaleza, la calma y la diversión, Lynn no podía evitar sentirse un poco más animada que de costumbre. Había estado luchando con su obsesión por mejorar, por ser la mejor, pero hoy se sentía libre, como si el agua pudiera llevarse todas esas preocupaciones. Miró a Amelia, quien estaba a su lado, observando el paisaje con una sonrisa tranquila en el rostro. La relación de ambas había cambiado tanto en los últimos meses que Lynn se sentía más segura, más tranquila y, al mismo tiempo, más feliz.

—¿Sabes? —dijo Lynn, mientras se recostaba sobre las rocas, mirando el cielo despejado—. Nunca pensé que este día podría ser tan perfecto. Me siento... bien, por fin. Como si pudiera dejar ir todo lo que me estaba atormentando.

Amelia, que había estado caminando cerca del agua, se acercó y se sentó junto a Lynn. Alzó la vista hacia ella, una sonrisa cálida en su rostro.

—Me alegra mucho escuchar eso, Lynnie. Sabes que siempre estaré aquí para ti. Y si esto es lo que necesitas, entonces... aprovecha este momento.

Lynn sonrió y, en un gesto impulsivo, rodeó a Amelia con un brazo y la atrajo hacia ella. Amelia se recostó en su pecho, disfrutando de la cercanía. Era como si el mundo alrededor de ellas dejara de existir por un momento. Solo estaban ellas dos, en ese espacio tranquilo junto al río, rodeadas por sus amigos, pero con un vínculo que parecía ser aún más fuerte que todo lo demás.

—A veces siento que nunca me detengo —dijo Lynn en voz baja, tocando suavemente el cabello de Amelia—. Como si siempre estuviera persiguiendo algo que no puedo alcanzar. Pero hoy, contigo aquí, me siento... como si hubiera encontrado todo lo que realmente necesito.

Amelia sonrió y levantó la cabeza para mirarla directamente a los ojos.

—Y yo estoy feliz de que hayas encontrado eso, Lynnie. Yo también quiero que seas feliz. Y si algún día necesitas que te recuerde lo genial que eres, siempre estaré aquí para ti.

Lynn sonrió con ternura, sintiendo una paz que no había experimentado en mucho tiempo. Había tantas cosas que habían pasado, tantos obstáculos que había tenido que superar, pero hoy sentía que todo valió la pena solo por estar allí, con Amelia a su lado. Aunque su vida había estado llena de entrenamientos y sacrificios, ahora entendía que también necesitaba aprender a disfrutar de las pequeñas cosas. Hoy era un día para relajarse, para divertirse, y para recordar lo afortunadas que eran de tenerse la una a la otra.

De repente, un grito de emoción hizo que ambas miraran hacia el grupo. Jace, Marco y Kelly se preparaban para hacer una competencia de saltos desde una roca grande que se asomaba sobre el agua. La roca estaba bastante alta, y los chicos estaban discutiendo sobre quién se atrevería a saltar primero.

—¿Quién va a ser el primero? —preguntó Kelly, sonriendo mientras se preparaba para treparse a la roca.

Lynn miró a Amelia y le hizo una seña con la cabeza hacia los chicos.

—¿Te animas? —preguntó, mientras una sonrisa pícara se dibujaba en su rostro.

Amelia se rió, divertida por la idea.

—¿Yo? No sé… ¡esos chicos son locos! Pero, claro, ¿por qué no? ¡Que empiece la competencia!

Antes de que Lynn pudiera responder, Amelia se levantó de la roca y comenzó a caminar hacia la orilla donde los chicos estaban reunidos. Lynn no pudo evitar fijarse en ella por un momento. Amelia estaba increíblemente guapa en su bikini, el sol iluminando su piel bronceada mientras caminaba con gracia y confianza. Lynn se quedó completamente atrapada por la vista.

—Dios, ¿qué me pasa? —se dijo a sí misma, sintiendo un torbellino de emociones recorrerle el cuerpo. ¡Era como si todo lo que había estado guardando dentro de ella explotara de repente!

De alguna manera, verla tan natural y confiada con su cuerpo, disfrutando del sol y del agua, la hizo sentir un poco fuera de control. Lynn siempre había sido la que tomaba la iniciativa, la que lideraba en todo, pero en ese momento, al ver a Amelia tan relajada y hermosa, no pudo evitar sentirse un poco nerviosa. Le dio un pequeño tirón de aire mientras trataba de calmar sus pensamientos.

Amelia, por su parte, notó la mirada de Lynn, pero no dijo nada. Sabía que a Lynn le costaba relajarse, pero hoy parecía tan tranquila, tan en su elemento. Sin embargo, algo en su mirada la hizo sonrojarse un poco, y no pudo evitar preguntarse si Lynn la había visto de esa manera antes. No tenía tiempo para pensar mucho en eso, ya que los chicos comenzaban a hacer ruido, preparándose para la competencia.

—Voy a ganarles —anunció Jace, subiéndose a la roca y estirándose.

Lynn soltó una risa mientras observaba a sus amigos. Amelia estaba junto a ella, preparándose para saltar también. Y entonces, como si todo sucediera en cámara lenta, Lynn la miró una vez más. El sol iluminaba su rostro, sus ojos brillaban, y su cuerpo en bikini parecía aún más atractivo de lo que ella recordaba. Lynn no pudo evitar sentirse un poco nerviosa, incluso un poco... emocionada.

—¡Lynn! —la llamó Amelia, rompiendo la concentración de la chica—. ¡Vamos, que me voy a lanzar primero!

Lynn salió de su trance y, riendo nerviosamente, se unió a los demás en la orilla. Amelia saltó primero, y el resto la siguió. La diversión continuó con risas y bromas mientras cada uno de los chicos saltaba y competía por ver quién lo hacía con más estilo.

Sin embargo, Lynn no podía dejar de mirar a Amelia, sin poder evitar sentirse un poco más "loca" que de costumbre. Cada vez que Amelia salía del agua, con las gotas de agua deslizándose por su piel, Lynn sentía una oleada de emociones dentro de ella. Sin pensarlo dos veces, Lynn se lanzó al agua con un grito de entusiasmo, tratando de apartar de su mente todas las sensaciones que Amelia le provocaba.

Después de un par de horas de saltos y carreras, el grupo se reunió de nuevo cerca de las rocas. Las risas no cesaban mientras todos se secaban y descansaban. Pero en el fondo, Lynn sentía que el día había sido mucho más que solo un momento de diversión. Era el día que había permitido que todo lo que había reprimido saliera a la luz, sin miedo, sin inseguridades. Y no solo porque había disfrutado del río, sino porque Amelia estaba con ella, dándole todo el apoyo que necesitaba para ser simplemente ella misma.

Lynn miró a Amelia, quien estaba sentada a su lado, sonriendo de vuelta. Aquel día en el río era el perfecto recordatorio de que, aunque la vida podía ser intensa y desafiante, también había momentos como este que valían más que cualquier logro o meta alcanzada.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora