El día transcurrió sin mayores complicaciones para Lynn, pero a medida que avanzaba la jornada, comenzó a sentirse un poco más cansada de lo que había anticipado. Aunque sus amigos seguían vigilándola de cerca, asegurándose de que no se excediera, había algo en ella que no podía dejar de sentir: una pequeña frustración. Quería volver a la normalidad, quería regresar al campo de entrenamiento, pero no podía, no debía. Y el no poder hacerlo la hacía sentir como si estuviera fallando de alguna manera.
Después del almuerzo, el grupo se dirigió a clase de ciencias, y mientras caminaban hacia el aula, Lynn notó que Amelia parecía un poco más callada que de costumbre. Normalmente, Amelia era tranquila, pero hoy parecía estar pensativa, con la mirada perdida en algún punto del pasillo.
—¿Princesa? —Lynn la llamó suavemente, haciendo que Amelia la mirara—. ¿Estás bien?
Amelia forzó una sonrisa, pero Lynn pudo notar la tristeza en sus ojos. Era algo que conocía bien, algo que le preocupaba.
—Sí, claro... solo estaba pensando en algunas cosas. No es nada —respondió Amelia, pero su tono no convenció a Lynn en lo más mínimo.
Lynn, con su característico impulso de proteger a quienes amaba, dejó de caminar por un momento y la tomó de la mano.
—No me mientas, princesa. Sé que algo te preocupa —dijo, mirándola fijamente.
Amelia suspiró, deteniéndose también. Observó a sus amigos al frente, quienes caminaban sin prestarles mucha atención, y luego se giró hacia Lynn, bajando la mirada.
—Es solo que... no sé, Lynn. Pienso que podría haber hecho algo más para ayudarte cuando te caíste. Tal vez si te hubiera detenido, no hubieras llegado tan lejos, tal vez no te hubieras agotado tanto... —su voz se quebró un poco al final de la frase, y Lynn sintió una punzada en el corazón al escuchar el arrepentimiento en su tono.
Lynn, al ver la tristeza de Amelia, la atrajo hacia ella, abrazándola con fuerza.
—Amelia, no tienes la culpa de nada. Yo soy la que me obsesioné, la que no escuchó a nadie. No debí haber hecho lo que hice, pero no fue tu culpa. Tú me has cuidado, princesa. Tú siempre me has cuidado. —Le acarició el cabello con ternura, dejando que Amelia se recostara en su pecho.
Amelia se quedó en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía de Lynn, antes de hablar nuevamente.
—Pero yo también me preocupo por ti, Lynn. No quiero verte en peligro. No quiero verte sufrir por algo que puedo evitar... —susurró.
Lynn, al sentir la suavidad en su voz y el peso de sus palabras, sonrió, aunque una sonrisa triste.
—Lo sé, princesa. Y te prometo que voy a aprender a cuidarme. Pero también necesito que tú no te cargues con toda la culpa, ¿entendido?
Amelia levantó la cabeza para mirarla, buscando en sus ojos alguna señal de que Lynn estaba siendo sincera.
—Te lo prometo —respondió finalmente, sonriendo ligeramente.
Sin embargo, algo en la atmósfera de la conversación cambió. Amelia, al ver que Lynn estaba de nuevo tan cerca de ella, se acomodó sobre sus piernas, sentándose suavemente. Era un gesto tierno y cariñoso, algo que ambas solían hacer cuando necesitaban consuelo o simplemente querían estar cerca una de la otra. Amelia recostó su cabeza sobre el hombro de Lynn, y esta la rodeó con uno de sus brazos, dándole la sensación de protección que necesitaba en ese momento.
Lynn suspiró profundamente, sintiendo cómo su corazón se calmaba al tener a Amelia tan cerca. No era solo una necesidad física, era emocional. Necesitaba a Amelia más de lo que a veces quería admitir.
—Gracias por estar siempre ahí —susurró Lynn, mientras acariciaba suavemente el brazo de Amelia.
Amelia sonrió en silencio, disfrutando del momento. La preocupación que había sentido por Lynn se desvanecía poco a poco, y aunque sabía que su amiga aún estaba recuperándose, sentía que todo iría bien mientras estuvieran juntas.
—Siempre voy a estar aquí para ti —respondió Amelia, levantándose un poco para besarla en la mejilla.
En ese momento, Margo se giró hacia ellas y sonrió, como si hubiera estado observando todo desde el principio.
—¿Ya se reconciliaron? —preguntó, con tono travieso.
Lynn la miró con una sonrisa y, sin poder evitarlo, le dio un leve golpe en el brazo.
—Cállate, Margo. Estábamos teniendo un momento aquí —dijo, sin poder evitar reírse.
—¡Ay, qué lindo! —exclamó Kelly, mientras se acercaba con una expresión cómplice—. Estoy feliz de que todo esté bien entre ustedes, pero no olviden que nos queda una clase de matemáticas y después... el plan para el fin de semana.
Lynn, al escuchar lo último, frunció el ceño por un segundo, pero la idea de estar rodeada de sus amigos hizo que se relajara nuevamente.
—¿Plan para el fin de semana? —preguntó, aunque ya sabía que la respuesta no sería algo de lo que pudiera escapar.
—¡Sí! Vamos al río otra vez! —gritó Ivy, saltando hacia ellas con entusiasmo—. Hemos estado planeando todo el día. Todos vamos a ir, incluso si Lynn tiene que quedarse en la orilla descansando.
Lynn la miró con incredulidad.
—¿Qué? ¿Qué significa "aunque Lynn tiene que quedarse en la orilla descansando"? —preguntó, haciendo puchero.
—Lo que significa es que te vamos a cuidar, chica —respondió Margo, con una sonrisa cómplice—. Nadie quiere que te hagas daño otra vez, así que descansarás y disfrutarás de un día al aire libre con nosotros.
—Aún quiero ir... —insistió Lynn, mirando a Amelia con una expresión esperanzada—. ¿Puedo al menos caminar un poco?
Amelia la miró fijamente por unos segundos antes de suspirar.
—Está bien, puedes caminar... solo si no te excedes, ¿de acuerdo? —dijo, su tono firme, pero con un toque de ternura.
Lynn asintió, sabiendo que iba a ser un desafío, pero también comprendía que sus amigos solo querían lo mejor para ella.
—De acuerdo... solo caminaré. Pero voy a disfrutar este día con todos ustedes, ¡lo prometo!
Y con eso, el grupo de amigos, con Lynn en su compañía, comenzó a planear el fin de semana en el río. Era una oportunidad para relajarse, divertirse y olvidar un poco las preocupaciones. Pero, lo más importante, era un día en el que Lynn podía estar rodeada de sus amigos, de Amelia, y recordar que, a veces, el descanso y el apoyo de las personas que amas es lo que realmente necesitas para sanar.
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El viernes por la tarde, después de un día agotador de clases, el grupo se reunió en la casa de Lynn para organizar todo. Mientras sus amigos se encargaban de los detalles, Lynn, ahora con una nueva mentalidad, estaba lista para pasar un buen rato sin presionarse ni poner en riesgo su salud. El río los esperaba, y por un día, todo lo que importaba era disfrutar del momento, rodeados de amor y apoyo.
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Princesa, estoy contigo
Teen FictionQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*