91ºCapítulo "Marcada"

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Narra CYRIL

-Esta vez no te voy a dejar escapar- sigo con la visión borrosa, la espalda dolorida y pinchazos en la cabeza, cuando me sienta de nuevo en la esquina, anteriormente mencionada, y me enseña el trocito de vidrio-.No ibas a hacerme daño.

-Si pudiera te mataría- respondo a uno de los dos Héctor que veo en estos momentos, él ríe divertido mientras se fusiona poco a poco en uno solo. Mi vista empieza a estabilizarse.

-Soy tu padrastro- afirma fingiendo indignación.

-En vista de las circunstancias creo que eso es lo que menos te importa y, además, ya no eres mi padrastro- un brillo extrañamente alarmante deslumbra sus ojos, una mirada que una persona cuerda no tendría jamás.

-¿Recuerdas el accidente de Mike?- pregunta rozando el puntiagudo cristal por mi clavícula para después tantear mi estómago desnudo. El delicado contacto me hace curvar la espalda y eso le hace sonreír, maldita sea. Me empieza a doler el hombro por la presión de su brazo en él.

-Vete a la mierda.

-¿Te gustó mi regalo?- debo de haber puesto una cara de completo desconcierto porque me lee la mente y especifica-. El cochecito rojo- giro el rostro hacia la derecha para evitar el contacto visual, me siento tan pequeña, tan impotente bajo su fuerza. Entonces siento como me arde la piel en la zona justo superior a la pelvis-¿Te acuerdas ahora del dibujo que tenía?

No es hasta que dice eso cuando me doy cuenta de lo que pretende. Pero no puedo moverme, uno de mis brazos se encuentra bajo mi propio cuerpo, retorcido y atrapado por el peso, y el otro me lo sujeta él clavando su rodilla sin ninguna consideración.

Me mira esperando una respuesta que no estoy dispuesta a dar y el cristal se desliza sobre mi piel trazando una línea, es un corte superficial, nada grave pero muy doloroso teniendo en cuenta que me están abriendo una herida con un cristal de una ventana vieja.

-Mírame y pararé.

-Que te jodan- le espeto al tiempo que cierro los ojos preparándome para el siguiente corte. Eso le molesta más que nada pues esta vez aplica más fuerza y un grito me desgarra la garganta, seguido por otro peor. Giro la cabeza por inercia y dirijo la vista hacia él, en el fondo soy una cobarde.

-Basta- noto las lágrimas calientes recorrer mi rostro.

-Ahora terminaré mi obra de arte, ¿no?- chillo, aúllo, me retuerzo de dolor pero nada me ayuda. Nadie va escucharme, no hay casas, ni trafico por aquí. Estoy sola y tengo que dejar de pensar que Mike va a llegar por arte de magia y va a salvarme.

-Para, por favor- pataleo bajo su cuerpo, siento el ardor de la piel abriéndose.

-Ya casi está- el cristal se hunde aún más por última vez y un terrible grito mío rebota en el espacio y se repite por el eco.

Estoy sola y ahora debo arreglármelas así. Doblo un poco mi cuerpo para ver el estropicio que ha hecho en estómago.

Una "H" borrosa por la cantidad de sangre que brota de cada corte, tiene el tamaño de un dedo índice, su inicial está grabada en mi , como un tatuaje.

-Ahora ya eres de mi propiedad- le miro a los ojos y una sonrisa torcida y traviesa se dibuja en su cara, tengo que contener las arcadas para pronunciar la siguiente frase, aun con la respiración agitada;

-Está bien, Héctor, me rindo- no parece confiar en mí, por tanto me abalanzo hacia delante y le beso con todas las ganas que consigo reunir.

Este no es Mike. Nunca será Mike.

¿Ella en problemas? ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora