94ºCapítulo "Inyecciones"

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Narra DARREN

-¡¿DÓNDE ESTÁ?!- escucho mi propia voz ajena, chirriante y completamente descontrolada. He resbalado en esta última curva al ver a mi perro correr hacia mí, Buster está mojado por lo cual deduzco que han debido de bañarlo. En los asientos de la sala de espera se encuentran Blane, Sussan, el padre de Kat y una animadora.

-Tío, tranquilo, está bien- trata de calmarme el hermanastro de Kat, que está sospechosamente amable conmigo-. Los médicos dicen que ahora está descansando, a Jerry le han dejado entrar un par de veces, igual si hablamos con ellos te...

-Espera, ¿tú no quieres verla?- le interrumpo, él vacila un segundo antes de responder.

-Yo ya la he visto... La saqué del edificio en llamas, estaba atrapada. Tú perro me guio hasta dónde ella- en este instante le comería la boca a Blane del agradecimiento, es como si todo lo ruin y cruel que ha hecho contra ella lo hubiera compensado con este gesto, quiero decir, ha arriesgado su vida por Kat y no creo que haya nada que pueda estropear ese acto de valentía. Si hay un momento para que ella perdone a su hermanastro, desde luego, va a ser este y estoy seguro de que lo verá tan claro como yo.

Finalmente, me permiten pasar en compañía de un familiar que resulta ser Jerry. Si creí que lo más desagradable en el mundo era saber que la chica que te gusta anda detrás del tío más gilipollas del maldito planeta, ver a esa misma chica empotrada en una camilla era el jodido apocalipsis.

No parece ella, los labios agrietados y llenos de pellejos y heridas, rasguños cerca de la nariz y la frente, un arañazo considerable desciende desde la mandíbula hasta la mitad del cuello, los ojos cerrados y cubiertos por un tono morado. Todo bajo una capa gris de... ¿polvo? ¿suciedad en general?

-A Kat le aterran las inyecciones- digo sin querer en voz alta, su padre se tensa a mi lado cuando se da cuenta de que estoy mirando el lugar donde sus brazos están conectados a una máquina que emite pitidos.

-Tú nos acompañaste a que le dieran una de sus primeras vacunas- eso no hace que desvíe la mirada de su cuerpo inmóvil pero sí atrae mi atención.

-No lo recuerdo.

-Normal, tan solo tenías seis años- ríe sin demasiadas ganas y se sienta en un pequeño sofá cerca de la camilla-. Kat lloraba como una loca, pataleaba por toda la consulta, incluso se agarraba a las esquinas... Aquello era todo un show. Tú al principio te partías de risa pero creo que luego comprendiste que no era una simple rabieta, que tu amiga estaba realmente asustada. Entonces te plantaste frente a Kat y le dijiste que algún día, todas las enfermedades de las que nos protegen con ese pequeño pinchazo, dejarían de existir gracias a todos los que se curaron antes de tiempo y no la contagiaron a más gente.

-Pero eso no es del todo cierto...

-¿Y qué narices importa? Dejó de llorar y te preguntó si tú ya estabas curado...

-Le respondí que sí y que si ella se curaba también podríamos casarnos y vivir juntos porque nada nos separaría- termino la historia, el padre de Katherine parece sorprendido, yo recordaba la conversación pero era incapaz de ponerla en un contexto o un lugar.

-Ni si quiera pestañeó cuando le pincharon, fue alucinante, su madre estaba tan orgullosa... Y después salisteis de la consulta cogidos de la mano.

-Señor ¿Me está insinuando que debo pedir la mano a su hija?- bromeo intentando ocultar lo emocionado que estoy por la anécdota.

-Ni se te ocurra, Darren- se mofa divertido pero se le nota cansado, guardamos silencio durante un incómodo rato en el que desearía haber encontrado cualquier maldito tema de conversación. Es como si todos los años de confianza los hubiéramos perdido en esa estúpida cena en la que estuve drogado la mitad de la noche-. Lo que sigo sin comprender es cómo pudo tu perro puo darse cuenta de que ella estaba en peligro, es algo que no me entra en la cabeza. Tú casa está lejos de su instituto, ni si quiera conocía el camino, ¿no?

¿Ella en problemas? ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora