¿Ella en problemas? Imposible

26º Capítulo "La prueba"

narra Cyril

Abro la puerta de madera con un cuidado excepcional, aquel sitio era tan enorme y tan silencioso a su vez, que parecía una contradicción que se tratase de una academia de baile. Una gran mesa continua con tres personas tras ella, esperaba en el fondo del salón. Dos grandes ventanales a la derecha filtraban la luz de la calle, la cual, francamente era bastante escasa y la falta de iluminación de la sala era evidente. Supongo que no se necesita mucha luz para bailar. Camino sin demasiada seguridad hacia las tres personas de mediana edad. Revisan papeles, anotan cosas, beben agua, parecen tan ocupados que me parece una falta de respeto saludarlos, por no hablar de ponerme a bailar delante suyo. 

- Hola- consigo balbucear, ha sonado tan estúpido que me arrepiento al segundo de haberlo hecho.

- ¿Es usted la señorita Cé?- pregunta el hombre canoso de la esquina derecha. Asiento con la cabeza antes de darme cuenta de que ese no es mi nombre. Habrán sido los nervios, estoy convencida de que ha dicho mi nombre-. Los altavoces están ahí- señala con la mano y yo me acerco a ellos. Sobre estos hay cuadros de artistas y bailarines famosos. Todo ballet, yo no sé bailar ballet. Me cuesta respirar y el aire de alrededor de mi cuello se vuelve cargante y bochornoso. Puedo elegir yo la música, voy a hacer lo que sé hacer y si no les sirve me iré por donde he venido y no pasará nada. Conecto el teléfono con torpeza, ya que estoy temblando, y selecciono la canción. "Hall of fame" de The Script.

El sonido del piano comienza y no reacciono lo suficientemente deprisa como para interpretarlo. Espero y empiezo. El ritmo empieza a calarme los huesos y siento cada vibración de la canción, cada batería y cada golpe de fuerza. Llega el estribillo y miro a un punto fijo para girar. Mi pierna derecha se estira para volverse a recoger en cada vuelta, como un látigo. Noto como la falda del uniforme se levanta, pero no me importa. Las notas de la música parecen envolverme en mis pasos, ya no presto atención a los jueces que tan preocupada me tenían al principio, solo disfruto de la música y me dejo llevar. De pronto siento como se ilumina el lugar. Brazo, giro, vuelta. La cabeza bien alta, siempre mirando al público. Siento como si el corazón se me fuese a desbocar, como si una oleada de descargas eléctricas me recorriesen desde la punta de los pies hasta el pelo, el cual vuela libre. Giro, giro y giro. Las manos parecen conocerse la ruta, no tengo que pensar,  mi cuerpo lo hace todo, el cual dirijo con pequeños espasmos que me proporciona la batería. Postura final. Mi pecho va de arriba abajo intentando recuperar el oxígeno perdido en la coreografía.

La señora de pelo castaño corto y revuelto aplaude emocionada. Sorbo la nariz y me doy cuenta de que una débil lágrima se ha animado a salir. Hacía bastante que no lloraba y de alguna manera me alegro de haberlo hecho por esto. No sé si me aceptaran pero no me arrepiento de haberlo intentado. Los otros dos hombres parecen atónitos, examino la habitación en busca del jarrón o la lampara que he podido romper de un manotazo, pero no encuentro nada. La mirada penetrante del que me indicó donde enchufar el móvil me está torturando.

- ¿Dónde has cursado?- pregunta éste al fin. Estaba apunto de responder con el nombre de mi instituto.

- No, yo... nunca he ido a ninguna academia de baile.- él y su compañera compartieron una mirada para que después ella apuntase algo en la libreta. No tengo ni idea de que hacer. Supongo que tendré que salir para que la siguiente entré. 

- Espera,- me llama el mismo hombre-. No tenemos tu apellido, y nos faltan bastantes datos, como el número de teléfono y la dirección- vuelvo hacia la mesa y éste me pasa un bolígrafo para que añada los datos que faltan.

Nombre: C 

Claro, que idiota. Mike no quiso apuntar mi nombre porque sabe que no me gusta. No puedo evitar sonreír ante el detalle de mi amigo. Relleno el formulario y el hombre lo repasa atentamente.