11°CAPÍTULO "Mentiras"

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Con el cuerpo curvado hacia atrás, y probablemente colorada por lo que ha dicho, intento no mirarle, pero pierdo el equilibrio y justo cuando creo que se reirá de mí de por vida debido a la caída que voy a sufrir, captura mi espalda y me atrae hacia su pecho, después sonríe  tímidamente, nunca le había visto hacerlo de ese modo, el alrededor deja de existir y solo estamos él y yo, por mucho que intento abstenerme del entorno que me envuelve, no puedo, me encuentro a gusto e incomoda a su vez .En ese momento en el que sin tal si quiera hablar, puedo sentir que nos estamos comunicando, miro sus fríos ojos, y por primera vez veo que son de un  azul negrizco, hasta ahora solo había sido capaz de ver la parte oscura de éstos. Sin darme cuenta me he incorporado y ya no dependo de la sujeción de sus brazos, pero no los retira, y yo tampoco quiero que lo haga.

-Me has manchado – digo en un tono casi inaudible

-Que torpe eres- me suelta y  ambos nos giramos en sentido contrario al otro. Me pregunto si habrá sentido lo mismo que yo, aunque sé que lo único que puede llegar a sentir por mí es asco y repugnancia. - ¿Hacemos ese boceto?- pregunta al tiempo que camina hacia la mesa y toma asiento, yo le imito y empiezo a hacer garabatos sobre el papel.

-Tenía pensado poner el título de la campaña aquí- digo señalando la parte superior – y podríamos hacer que resalte poniendo el resto de la pancarta en blanco y negro o en sepia.- Él parece disperso, no es normal que no discuta mi forma de plantear el cartel.

-Podemos poner imágenes de los pueblos que necesitan las ayudas, abajo- para mi sorpresa me estaba haciendo caso además de que tiene intención de colaborar. Por un momento llego a pensar que puede ser simplemente una tapadera, que igual dentro de esa rígida y helada fachada, hay algo más que piedra. Bufa –. Bueno tú sabrás como manejar esto, a mí no me interesan esos leprosos- dice mientras aparta bruscamente el borrador y desechando a su vez mis esperanzas. Lo alcanzo y sigo repasando con él lapicero lo que hemos decidido, mi hermanastro mira mi trabajo desinteresado.

-Hazlo con grafito, inútil- dudo si quiere ayudarme o burlarse de mí.

-Sabré yo que hice cuatro años de dibujo- me defiendo y él no dice nada– El grafito es mejor para...- me interrumpe.

-¿Y a mí qué me cuentas? Haz lo que te dé la gana, ¿acaso te he preguntado?- grita, veo como los voluntarios de otras clases miran atónitos la escena. Debería cerrarle la boca, pero me callo por miedo a que el contraataque mejor que yo. - ¡Qué! ¿No me vas a contestar alguna listeza? – suspiro, con la mirada fijada en la silla de enfrente-. A ver si te vas enterando de que siempre gano yo- dicho esto se pone la cazadora y abandona el taller. Hay un gran silencio los siguientes dos minutos, consciente de que me observan y hablan de mí en bajo, me pongo manos a la obra y hago como si no me importase lo más mínimo lo que acaba de suceder.

Sé que lo que mi hermanastro quiere es que me rinda, que deje el voluntariado, por él, por tener que verle cada día, pero Blane Doyle, lo siento mucho pero no pienso darte ese gusto. 

Últimamente tus días se resumen en llegar. Con tu mochila cargada sobre un hombro, mirando alrededor para asegurarte de que todos te han visto y te han admirado, como si no hubiera en el mundo ser más interesante que tú.  Al fin y al cabo eres el más popular y por lo tanto, hay que mantener esa reputación. Eres inaguantable.

Llegas y llegas tarde, pero cuentas una excusa absurda e ingeniosa y la clase se ríe, que es lo que te gusta y para lo que vienes. Y te sientas en tu sitio, en el medio, con tus amigos que corean tus gracias.  A veces te giras hacia mí y te burlas y me llamas empollona o comelibros . No me importa. Ni te miro.  No me hace falta. Total, te conozco bien y en definitiva, sé por dónde vas a salir y lo que vas a decir, ya que, de  hecho, suele ser alguna tontería dirigida a mí.

¿Ella en problemas? ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora