77ºCapítulo "Cállate anormal"

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Narra CYRIL

Kat, Darren y Ethan habían venido a la casa de Mike a recogernos. Yo estaba impresionantemente tranquila respecto a la fiesta y lo que pudiera pasar en ella. Mi hermano ya había aceptado finalmente que yo necesitaba salir un poco, no podía vivir asustada siempre. Si me pasaba algo sería mejor que fuera mientras trataba de divertirme, había dicho él. Así que aquí estamos, revolviendo el armario y la poca ropa que tengo y me traje el día que me mudé con Mike.

-Yo tengo poca, por no decir ni idea de moda- parlotea Kat mientras que bucea en busca de algo para ponerme en el montón de ropa que hemos tirado ya al suelo-, pero no puedo dejar que vayas a la fiesta en vaqueros... Ojalá Sussan estuviera aquí- entonces se le iluminan los ojos.

-¿Quién?- se levanta buscando algo en su bolso, sin darme explicación alguna sobre lo que trama. Saca su teléfono móvil entusiasmada, cualquiera diría que acaba de encontrar el tesoro de la perla negra.

-¡Sussan!- grita aun más emocionada cuando la contestan-. Necesito tu ayuda- asiente unas cuantas veces antes de decir-; en ese caso, no estás ocupada. ¡Puedes venir con nosotros!- para estas alturas yo ya estoy haciéndole gestos negativos para que no acople a nadie, y mucho menos que hagan experimentos conmigo. Esto no es Plane Jane- ¿Vienes en coche? La casa está cerca un chalet en el que hubo una fiesta de la espuma el año pasado- me preguntaba si Kat habría ido a esa fiesta, era obvio que tanto ella como yo, no éramos de las que se vuelven locas por las fiestas-.Tú sabrás, yo no fui- dice respondiendo a mi silenciosa pregunta-. Es el numero treinta y cuatro, si tienes algún problema, llámame.

La amiga de Katherine tarda tan poco en llegar que casi me da rabia. No necesitaba que nadie me vistiera como a una muñeca Barbie, sabía de sobra que me iba a llevar mal con aquella chica. Kat abre la puerta sonriente y le da un abrazo a Sussan, quien por lo visto ya conoce a Darry, así que le presentan a Ethan, a Mike y por supuesto, a mí.


La rubita apoya la mochila que llevaba en el hombro, sobre la cama y empieza a sacar, lo que a mi me parecen miles de neceseres, abalorios extraños, un par de vestidos e incluso unos tacones. Ella venía vestida para la ocasión desde casa, por tanto, está claro que todos esos artilugios son para mí.

Después de un rato debatiéndose entre qué color me iría mejor con la piel y tonterías por el estilo, se decide por el vestido negro. Puedo jurar por los pilares de la tierra, que nunca jamás habría imaginado lo que cuesta meterse en uno de estos vestidos, decir que era pegado era un eufemismo. Esto es como una segunda piel, incluso se me notaban los huesos de la cadera. Me queda horriblemente fatal. No me gusta despotricar contra cosas que me están prestando pero es que los tacones también eran terribles, no puedo ni dar dos pasos sin que me den calambres en los tobillos o pierda el equilibrio. No estoy preparada para estar guapa, eso está clarísimo. Estoy furiosa con Kat, ella me conoce, o al menos eso creía, que me haga someterme a esta tortura es, sinceramente, muy cruel por su parte, además ni si quiera me dejan mirarme en el espejo porque Sussan dice que; así es más impactante. El vestido casi no me deja espacio para respirar, mis pulmones están oprimidos, no es una exageración.


-¿No sueles pintarte muy a menudo no?- pregunta Sussan mientras me pasa una brocha por las mejillas pero no lo dice con mala intención.

-La verdad es que no-. Por no decir nunca, pienso.

-Es mejor- afirma buscando algo en el neceser rosa con motivos florales-. Cuando empiezas a pintarte, el maquillaje se adiere bien a la piel, en cambio, cuando ya llevas un tiempo manipulando tu tez, y los ojos vaya, la piel se vuelve blanda y no tan consistente. No sé si me explico- dice riendo-, es como si los polvos quedaran por encima, como si la piel no los absorbiese tan bien.

¿Ella en problemas? ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora