Narra Cyril
*Leer nota del final*
Narra Cyril
Entro en casa probablemente con cara de boba, estoy tan feliz que debo parecer una de esas adolescentes enamoradas, no obstante, tampoco me parece tan horrible la idea de serlo.
-¡Hola!- anuncio al pasar. Jackson me prohibió venir a verle a nuestra casa, pero no soporto la idea de estar separados tanto tiempo. No oigo ninguna respuesta y sonrío inconscientemente al pensar que seguramente haya pasado la noche con alguna chica.
Me dirijo al salón y enciendo la tele por inercia, no la voy a ver pero lo hago por costumbre. Mi ropa huele a la humedad y al cloro de la piscina. Aspiro el olor para luego quitarme la sudadera de Mike, quedándome en una camiseta negra de manga corta. Entonces escucho un ruido detrás de mí que me deja helada en el sitio.
-¿Jackson?- pregunto sin girarme por miedo a lo que me pueda encontrar.
- Ojalá, ¿verdad, Cyril?- siento mi respiración acelerarse violentamente, y más cuando su mano acaricia mi brazo-¿Has pensado en lo que te dije?- toda la luz del día se esfuma, como si de pronto la positividad que irradiaba esta mañana se escapase. Estoy completamente sola en esto.
- No...- oigo como cojo cada bocanada de aire-, no...- Héctor me da la vuelta y me coloca frente a él al percatarse de que estoy empezando a hiperventilar. Me coge en brazos y me sienta en el sofá con las rodillas delante de mi pecho.
-Relájate, tienes que regular tu respiración- y lo intento, más el simple hecho de tener a este degenerado tan cerca me impide realizar cualquier acción vital. Soy consciente de que tengo ataques de pánico y que uno de los síntomas de estos es la hiperventilación, sin embargo nunca he ido a un médico para que me lo diagnosticasen oficialmente porque podrían hacerme preguntas-. Escúchame, Cyril: Aspira....- obedezco, aceptando de mala gana su ayuda- e inspira... Así, con ese ritmo-, acaricia mi cara con una ternura que me provoca nauseas y al apartarme vuelvo a perder el control de mi respiración.
-Vete...- tartamudeo- ,no me toques...- veo mi pecho subir y bajar rápidamente, tanto que llega a asustarme el poder ahogarme. Cierro los ojos para poder ignorar al asqueroso que está junto a mí, y trato de recordar algo que me relaje, entonces pienso en Mike y en la tranquilidad que me trasmite cuando ríe, cuando me coge de la mano o simplemente cuando me mira. Contemplo la posibilidad de quedarme aquí, de no salir de esta y que lo último que viera fuese la cara de Héctor, por ello me exijo a mi misma resistencia.
Cinco minutos más tarde estoy perfectamente, pero no quiero abrir los ojos, todavía tengo alguna débil esperanza de que Héctor se haya marchado por aburrimiento. Pero, ¿a quién quiero engañar? Esto no va a acabar nunca. Él seguirá amenazándome y yo continuaré haciéndole caso, porque sé que no está bien de la cabeza. No puede estarlo.
-¿Tanto miedo te doy?- escuchar como su voz finge estar apenada hace que cierre mis manos en puños a ambos lados de mi cuerpo. Abro los ojos y le veo con un vaso de agua, amistosamente.
-¿De qué vas? ¿Cómo te atreves a preguntarme eso?- exploto furiosa-. Héctor, estás enfermo.
-Todo lo que hago es por ti, por nosotros.
-¿De qué hablas?
-A tu madre le gusta que nos llevemos bien.
-¿Llevarnos bien?- repito asimilando cada palabra que pronuncia, mientras me encojo en un rincón del sofá-. Ya ni si quiera estás saliendo con mi madre.
-Cállate, Cyril- dice a regañadientes- lo hago por tu madre.
- Me... me obligaste a...- carraspeo y me aclaro la garganta-, por mi mamá
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¿Ella en problemas? Imposible
RomanceLlega con su mochila cargada sobre un hombro, mirando a su alrededor para asegurarse de que todos le han visto y le han admirado, como si no hubiera en el mundo ser más interesante que él. Al fin y al cabo es el más popular y por lo tanto, hay que...