Narra Kat.
Después de que Blane me acompañase a casa y hablásemos por fin como personas normales, decidí ducharme. Darren ni si quiera se había despedido de mí al irnos, y tampoco había podido preguntarle muchas cosas, como ¿por qué estaba Blane en su casa?
Desde luego he desarrollado un rotundo odio hacia las fiestas. Mi móvil vibra y se muestra un mensaje de Darren en él, siento un alivio inmediato:
Retrasada, más te vale preparar las cosas para irnos de campin una semana, sin protestar, porque si no voy a ir a matarte a cosquillas. SE DONDE VIVES.
Sonrío inconscientemente, además parece que vuelve a la normalidad, de todos modos tengo que averiguar qué pude hacer anoche. A pesar de que se trate de celebrar el cumpleaños de mi mejor amigo, no puedo faltar a clase una semana, es una locura. Me siento en la cama planteándomelo, no puedo volver a clase hasta el miércoles porque estoy expulsada tres días, así que solo me ausentaría dos. En ese momento escucho alguien golpeando el cristal de mi ventana. Me acerco y la abro.
-Tenemos puerta ¿sabes?- aunque debo admitir que me encanta el detalle y él lo sabe. Se sienta en el tejadillo que hay debajo de mi ventana y me hace un gesto para que haga lo mismo-. No aguanto más, ¿qué hacía Blane en tu casa?
- No te lo vas a creer. Después de aprovecharse de ti en varias ocasiones quería protegerte de mí. ¿No es un cielo de hombre?- por alguna razón que desconozco me hace gracia el comentario. Obviamente no me atrevo a preguntar qué pasó ayer para que se comportase de esa manera a la mañana pero ganas no me faltan. Tiene un aspecto terrible, aunque supongo que yo tampoco cuento con mi mejor apariencia. Para empezar está pálido y eso no es normal en él, además el moratón del ojo derecho resalta más su tez blanca. Supongo que se lo haría Blane en alguna de las peleas de anoche, francamente no recuerdo casi nada- ¿Sigues teniendo miedo a las alturas?
-¿A qué viene eso?- pregunto precavida ya que temo que si lo confieso me amenace con algo relacionado.
- Ya sabes que si no vienes a la acampada para celebrar mi cumpleaños…
-¡Cielos! No te he comprado el regalo, ¡es el viernes que viene!- suelta una amplia carcajada-. Soy la peor amiga del mundo.
- No sé qué es peor, si tu histerismo o que seas la única persona de menos de ochenta años que dice cielos.
- Solo iré con una condición…- añado ignorando su comentario.
- No acepto condiciones.
- Que salgamos de aquí cuando tenga tu regalo, puedo comprarlo mañana- me tira de la oreja prometiéndolo así con el juramento mágico inventado cuando teníamos ocho y nueve años. La última vez que juramos algo con él fue cuando prometimos que nada entre nosotros iba a cambiar. No tengo muy claro que lo hayamos cumplido, ciertamente no puedo negar que siento cosas hacia mi mejor amigo, cada vez que me toca percibo corrientes eléctricas por todo el cuerpo y desde luego antes eso no me pasaba y cuando hablamos… ¡Maldita sea! Parezco una condenada adolescente enamorada, en una de esas series ridículas en las que los novios comparten miradas en cámara lenta.
- Ahora que lo pienso… igual ir de acampada en pleno invierno no es muy buena idea- afirma cejudo.
-Menos mal que alguien se da cuenta- me responde dándome un golpe en la pierna-¿Qué? Es obvio. Llama a Mike, que es el que más ilusionado estaba, que venga y pensamos en algo- mi amigo saca su teléfono obediente.
- Me da un poco de corte, ahora que vive con Cyril.
-¿Qué dices? Yo no sabía eso- exclamo sorprendida- ¿Desde cuándo?
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¿Ella en problemas? Imposible
RomanceLlega con su mochila cargada sobre un hombro, mirando a su alrededor para asegurarse de que todos le han visto y le han admirado, como si no hubiera en el mundo ser más interesante que él. Al fin y al cabo es el más popular y por lo tanto, hay que...