51º Capítulo "Castillo de arena"

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Narra Kat

Aún siento las lágrimas correr por mi rostro cuando él me las limpia con una caricia. No puedo creerme que por fin esté ocurriendo. Me sujeta el rostro con ambas manos con cuidado, y se mantiene así unos segundos, supongo que hasta que dejo de llorar como una idiota. Me doy cuenta de que, ridículamente, estoy tan rígida que tenía las manos aferradas a las suyas. No me cuesta mucho rodearle el cuello con los brazos pero sé que se ha dado cuenta del gesto porque sonríe de forma burlona, lo cual hace que lo deseé más. Y como si con ello le hubiese dado permiso para continuar, sus manos bajan por mi espalda hasta llegar a mis caderas. Yo hundo las manos en su pelo alborotado. Me besa y sigue besándome, al tiempo que dibuja pequeños círculos con los dedos en mis caderas, mi espalda se irgue y él se ríe pícaro.

No tengo miedo, no es como cuando estaba con Blane. Sé que Darren parará si se lo digo, porque me respeta. Confío en él, de quien no me fio es de mi misma y de mis ansias.

Apoya, con suma cautela, mi espalda en la pared y pega su cadera contra la mía, lo cual me obliga, con el reducido espacio que ha dejado entre nosotros, a que coloque las manos sobre su pecho. En seguida me doy cuenta de lo que quiere, así que rodeo su cuerpo con mis piernas y él me sujeta por los muslos con firmeza.

No recuerdo el momento del camino hasta el sofá, pero desde luego, aquí estoy. Dejo que las manos sigan sujetándome las piernas, me gusta sentir la presión de su cuerpo contra el mío, me siento protegida.

Y me besa todo el cuello dejando un rastro de marcas húmedas por mi piel. Baja por la clavícula provocando olas de placer que me agitan interiormente.

Sus labios suaves y delicados siguen deslizándose por mi clavícula.  Vuelve a subir poco a poco, sin prisa. Lento, sus labios presionan la parte baja de mi cuello y empiezan a succionar mi piel provocándome que suelte un pequeño gemido de placer. Le noto sonreír un poco al oírme, pero no para hasta que susurra:

-Pensaba que te había perdido- sus dedos se deslizan por la marca que seguramente me haya hecho en ese lugar, y suben acariciando mis mejillas. Me mira a los ojos, los suyos brillan, dicen todo lo que su boca no expresa.

-Nunca- digo, todavía intentado recuperar el aire, mientras me acaricia el pelo-. Te aprecio más que a nadie y me mataría estar lejos de ti. Por eso tengo miedo, esto…

-No va a salir mal- corrige antes de que lo diga, y vuelve a sumergirme en otro cálido beso suyo. Cada roce con su piel me provoca pequeñas descargas eléctricas. No sabe las reacciones que provoca en mí cada vez que se acerca. Sigo el beso más emocionada que apasionadamente.

El contacto de nuestros labios ha hecho que olvide todas las tonterías que nos hemos dicho y por las que hemos discutido, porque me ha hecho ver que he sido una cabezota y que mi orgullo me ha cegado.

Al principio temía que el beso fuese tan raro como la primera vez que pasó, cuando me besó en las escaleras del ayuntamiento, sentí como si estuviera besando a mi hermano, pues después de todo él es mi mejor amigo. La gente o nos confundía por una de esas parejas empalagosas que siempre están juntas o por hermanos.

Comienzo a recordar todas nuestras payasadas, la vez que se calló por las escaleras mecánicas del centro comercial, cuando nos siguió Buster a casa, que entonces era un perro callejero. Las tardes que hemos pasado viendo películas en mi sofá, abrazados, a pesar de que no era del todo normal. Los fallidos intentos por enseñarme a patinar, y por último, recuerdo el delfín de peluche, con la aleta con los colores del arcoíris, y exploto en carcajadas, porque al fin y al cabo estoy besando a mi mejor amigo.

-¿Tan mal beso que te hace gracia?

- Eres mi mejor amigo- digo en tono serio-. ¿Cómo quieres que no me ría?

*FLASHBACK*

-Por supuesto canija.- sonreí cabizbaja, no estaba cómoda y sabía con certeza que él tampoco lo estaba, porque de lo contrario, me hubiera mirado-. Decidas lo que decidas, prométeme que nada va a cambiar.

- Te lo prometo.

-Eso no vale,  tiene que ser por el juramento mágico- los dos nos echamos a reír, me pareció increíble que se acordase de aquello, éramos pequeños y yo le juré  por el “juramento mágico” que consistía en tirar al otro de la oreja, que algún día le daría mi delfín color amarillo con la aleta arcoíris.

-Vale- le di un tironcito a su oreja, a pesar de que tenía el presentimiento de que todo iba a cambiar radicalmente.

*FIN DEL FLASHBACK*

-¿Te acuerdas de la primera vez que nos vimos?- me dice al tiempo que me recuesta sobre su pecho.

-No, éramos muy pequeños.

-Fue en la playa. Nuestros padres ya se conocían y se encontraron por casualidad allí.

- Darren, yo no lo recuerdo- digo sintiéndome culpable.

- Es normal, tenías cinco años- siempre había tenido la idea de que nos conocíamos desde mucho más adelante-. Yo tenía siete- le aplaudo por sus increíbles logros matemáticos-. Se supone que ya tenía algo de sentido común- dice ignorando mi burla.

-Ah, ¿tú has tenido alguna vez de eso?- ahora no se resiste a reír junto a mí -. ¿No te acuerdas de más?- le susurro al oído.

- Solo de que me echaste un cubo de arena en la cabeza y luego me diste una pala para que te hiciera un castillo- añade suspirando-. Supongo que al principio no te caía muy bien.

-Perdona, yo no le doy mi pala a cualquiera, debiste sentirte un afortunado.

-Oh, fue todo un honor hacerte un castillo con tu pala para que luego me lo destrozaras.

-¿¡YO!? ¿Destrozártelo? No lo creo. Te lo estás inventando- digo entre risas.

- ¡Es verdad! Yo lo recuerdo. Lo viste y empezaste a saltar encima- me río hasta que la tripa comienza a dolerme, y entonces pienso, que ojalá pudiese detener este instante.

ESPERO QUE OS GUSTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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¿Ella en problemas? ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora