Antes: Uno.

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¿Qué es eso que tienes ahí?

Me sobresalté, mirando los ojos del príncipe parado justo en frente de mí, e inmediatamente caí de rodillas. ¡Mi señor! Perdóneme. No lo vi.

Él tenía siete; ojos brillantes, rizos cayendo sobre su frente. Tenía la piel de un príncipe, si tal cosa existe: lisa, rosa, perfecta. Sus manos no estaban agrietadas por el trabajo. Sus labios no estaban rajados por los elementos de la naturaleza.

Él se agachó junto a mí. Nunca había estado tan cerca de él, pero conocía cada una de sus rasgos como si yo lo hubiera tallado con mis propias manos. Lo veía por todos lados: en el campo cuando montaba su caballo, en la ventana cuando miraba hacia el patio real después de la cena, en mis párpados cuando mis ojos se cerraban.

Me atreví a mirar hacia arriba. Sus ojos verdes se encontraron con los míos, atrapándolos. Él habló de nuevo, más calmado ahora: Dije, ¿qué es eso que tienes ahí?

Dudosa, le tendí la muñeca que mi madre me había hecho para mi cumpleaños. La llamé Lou. Fue hecha de faldas viejas, rellena de plumas. Sus ojos eran botones; su boca un corte mal hecho de seda roja.

Cumplí siete ese día, tres días después de él.

El príncipe estudió a Lou, y luego a mí. No se parece a ti.

Mi mandíbula se movió, el temperamento causándome comezón. No, mi Señor. Esa no es la intención.

¿Cuál es tu nombre? Él cuidadosamente depositó la muñeca nuevamente en mis manos.

Cathryn, mi Señor.

Seré rey algún día él dijo—. Y cuando lo sea, contrataré a alguien para que te haga mejores muñecas.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora