Ahora: Catorce.

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La familia real deja el castillo, vagones pesados con baúles y comida. Quince días han pasado desde que se fueron, mi cuerpo duele, pero es mi corazón el que realmente muere. Sospecho que cuando el príncipe regrese él estará prometido a otra. Rumores me dicen que se casará con una princesa de España. Pero Da insiste que el rey quiere fortalecer las relaciones con Noruega, y que la futura reina será rubia y de ojos claros.

Ella no tendrá mi cabello castaño y ojos azules. Ella no tendrá mis pechos grandes y acento grueso, mis huesos finos y manos ásperas.

Ella será pura.

Y yo nunca lo seré de nuevo.

Ella quizá ni lo ame. Ella quizá no disfrute el olor a sudor de su piel limpia, el peso de sus muslos en medio de los de ella, el suave vello de sus piernas. Ella quizá no desee lo áspero de su barba en su delicado pecho.

¿Por qué el me reclama noche tras noche? ¿Acaso no sabe la tortura de ello?

Algún día me casaré con Liam. ¿Sabrá Liam que entregué mi corazón a otro mucho antes de que también robara mi inocencia? ¿Buscará Liam en nuestras ropas de cama la sangre virgen? ¿O acaso todo el castillo sabe el otro rol que he tomado?

Aclaro mi cabeza de los pensamientos sobre el Príncipe.

Liam y yo tendremos niños, tomaré la taberna, Liam encabezará los hornos de pan. Es un buen partido y, en cuanto a lo que va la vida de un sirviente, un poderoso partido.

Pero es absurdo que hoy es la primera vez en mi vida en que el pensamiento se me ha ocurrido:

Habrá un tiempo en el que ya no podré amar más al príncipe.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora