Antes: Nueve.

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— ¿Cuál es mi nombre?

Miré hacia arriba conmocionada, y las flores silvestres que recogí en mis faldas cayeron al suelo del bosque.

—Mi Señor —dije, cayendo sobre mis rodillas y presionando mis manos en el piso, mi rostro sobre mis manos.

—Ponte de pie — él ordenó. Su voz era profunda, ya no tambaleante.

Cumplimos dieciséis hace siete meses, y aunque lo veía cuando salía de las paredes del castillo, no me había hablado desde que había dejado caer la muñeca delante de mis rodillas.

—Tu eres Cathryn —incitó, mirándome desde lo alto de su caballo—. ¿Cuál es mi nombre?

Mi estómago estaba en llamas, mis huesos transformados en agua. Él me miró con dolor en sus ojos, su boca curvada.

Lo amaba. Siempre lo había amado. Lo amaba como mi soberano, como el niño en el campo y como el confidente en el alto césped.

Amaba sus labios carnosos y sus ojos tiernos. Los rebeldes y castaños rizos, las extremidades imposiblemente largas, la línea de sus músculos enmarcando sus hombros.

—Su Alteza.

—No, Cathryn. Mi nombre de pila.

Claro que todos lo sabíamos. Sabíamos su nombre, al minuto de su nacimiento. Sabíamos cuál era su comida, bebida y estación del año favorita. Conocíamos el sonido de su risa, el ritmo de sus pasos.

Pero no podía hacerlo. Nunca había dicho su nombre en voz alta.

No lo haría.

—Estamos solos —dijo, ahora más amable. —Te he encontrado para preguntarte esto. Di mi nombre de pila, Cathryn.

—No puedo, mi Señor. —Cerré mis ojos, luchando por contener las lágrimas—. No es mi lugar. Nunca lo ha sido.

Él parpadeó, tragó saliva, y luego instó a su caballo al galope.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora