Ahora: Cuarenta y Seis.

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Las palabras del ataque en el bosque se expanden como fuego entre ramas quebradizas.

Primero, eran diez. Luego eran doce. Y luego, eran veinte hombres, todos vencidos por nuestros tres galantes soldados. Nadie menciona a James; unos cuantos aldeanos apenas saben que hay un James.

Dejo que las historias de la valentía de Liam, Niall y Harry resplandezcan sin ninguna interferencia a través de las mesas en la taberna, los bancos en los jardines, los círculos chismosos alrededor de las barricas de la lavandería. No hace daño dejar que el resto de la aldea sepa que fue una pelea fácil. La verdad que acecha de que habrá otra, y probablemente pronto, es presión suficiente.

Somos bastante victoriosos en el día, pero cada noche tiemblo en los brazos de Liam, despertándome con un grito, y cubierta en sudor.

Sueño que mi hijo es cortado fuera de mí y enviado a Harry.
Sueño que la cabeza cortada de Harry está en la almohada a la par mía cuando me despierto.
Sueño que Liam y Mary son capturados, que no importa cuán lejos los busque, no puedo encontrarlos.

Sueño cosas horribles.

Pero el pánico no viene durante los sueños. Viene después de que me despierto, cerca de la cola del alivio. Porque por más terribles que sean estas pesadillas, no son tan diferentes de lo que realmente pueda sobrevenirnos.

Liam insiste en una boda para Niall y Mary. Es un matrimonio de conveniencia, y uno de protección; pero por suerte todos lo saben. El enredo de apegos románticos crece. La ceremonia es pequeña, y encantadora, y cuando pongo mis brazos alrededor de los hombros de Niall, me encuentro a mí misma llorando incontrolablemente. Él es bueno. Todos ellos son buenos hombres.

No quiero perder a ninguno de ellos.

Mi hijo crece durante las siguientes semanas; mi vientre está apretado, mi estado de ánimo amargo, mis pasos laboriosos.

Liam hornea pan en el día, patrulla al anochecer, y regresa a mi cuando el cielo se torna oscuro. Cada noche, nos sentamos en nuestra mesa; Mary y Niall nos acompañan, y nos susurramos acerca de lo que hemos oído de las actividades de los rebeldes.

Harry y yo nos vemos en la cabaña cada sábado, pero James sigue vigilando el camino durante mi llegada, y yo mantengo una daga en mis nuevas botas de atar.

Harry no habla de la guerra en la suave piel de mi cuello. Él habla de los nombres para nuestro hijo. Él habla de las manzanas que crecen afuera de la ventana del cobertizo. Él habla de libros, y viajes, y yo, en cambio, comparto mis propios pensamientos cotidianos con él.

Con el tiempo, en muchas maneras después del ataque, la vida regresa a lo normal, y todos nos volvemos cómodos con la noción de que estamos bien y que verdaderamente ganamos.

Empezamos a pensar de la falta de la organización de los rebeldes más allá de un grupo de matones comunes con dagas.
Empezamos a pensar que se han rendido.

La historia ocasionalmente hace referencia a la calma antes de la tormenta, pero es algo que solamente uno puede reconocer en retrospectiva, cuando la tormenta ha pasado y uno viene por encima del suelo para ver qué ha ocurrido.

Por lo demás, la calma es solamente vida.

~~

El primer Terror, a cómo se volvieron conocidos, es la línea de muñecos encaramados en estacas dentro del patio.

Las vieron por primera vez por un patrullaje del castillo el martes en la madrugada, y hay decenas de ellos. La aldea entera se aterroriza al mirar, una masa silenciosa de cuerpos observando el espectáculo: Pintado de color rojo donde el metal perfora sus vientres, las plumas de los muñecos esparcidas en las piedras y volando en el viento; sus brazos cuelgan débiles y blandos mientras los cuerpos se inclinan hacia el piso. Las estacas por si mismas forman una X, ensartadas profundamente en la tierra entre los adoquines.

No es solamente la extrañamente horrible vista de los muñecos lo que nos asusta a todos, o el mensaje: lo que le pudieron haber hecho a mi hijo si ellos hubieran logrado llevarme ese día. Es que los muñecos fueron de alguna manera colocados dentro de nuestras puertas. Es que alguien fue capaz de deslizarse dentro, ponerlos debajo de las narices de los guardias, y escaparse sin haberlos notado.

Harry y el Rey aumentan las patrullas. Incluso el rey mismo patrulla las fronteras lejanas al anochecer, con cuatro de sus más fuertes soldados. Tenemos hombres estacionados en cada esquina de la tierra, y a lo largo del perímetro. Nuestro herrero toma dos muchachos de las cocinas para que lo ayuden a hacer espadas y escudos.

Harry viene a la cabaña de James el siguiente sábado, con el rostro decaído, y me sostiene, desnudo y mudo, por cuatro horas antes de besar mis labios una vez, poniéndose de pie, vistiéndose, y cabalgando de nuevo al castillo.

El chorrito se ha vuelto un río.

El segundo Terror ocurre días después, cuando tres mujeres, esposas de soldados, son tomadas de una frontera lejana de las tierras de cultivo. Hordas de nosotros las buscamos, buscando muy profundo en el bosque y lejos en las montañas escarpadas mientras podemos, pero ellas verdaderamente se han ido.

El rey envía a todos menos a los chicos adolescentes a las líneas de patrulla. Nadie, él dice, entrará dentro de nuestra fortaleza de nuevo.

Vivimos con las cortinas cerradas, y con dagas debajo de nuestras almohadas.

El tercer Terror —el Gran Terror a cómo será conocido para siempre— y el que señala la inundación, la guerra, son las cabezas cortadas del Rey y de sus cuatro soldados encima de la puerta principal. 

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora