Ahora: Trece.

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Lo miro desde la ventana mientras él monta su yegua y trota a través del campo con su mayordomo y un puñado de guardas en un remolque.

Sus piernas son largas, enrolladas alrededor de las costillas de la bestia. Sus puños sostienen las riendas apretadas. No puedo ver los músculos en su espalda —nunca los he sentido debajo de mis palmas— pero lo puedo imaginar ahora. Él es corpulento y fuerte. Pesado y sólido.

Mi boca se hace agua de una manera inexplicable.

Pequeños niños sirvientes corren detrás de él, gritando con alegría juvenil. El príncipe ríe, llamándolos mientras toca su bolsillo, tirándoles dulces.

Él sabía que ellos estarían allí. Llevaba los dulces a propósito.

Nadie en nuestro mundo se atrevería a seguir al rey de esa manera. Él les daría una nube de polvo, en el mejor de los casos. La punta de su bota, en el peor.

Veo al Príncipe Sol desaparecer entre la sombra moteada de los árboles, y luego completamente fuera de mi vista.

El pánico invade mi pecho, atrapado mi aliento. No estamos al tanto de la política, pero todos sabemos que la guerra se avecina. Simplemente no sabemos qué significa. Un día de batalla por una sola frontera, o una pérdida de hombres y caballos por la mayor parte de nuestra tierra.

¿Y si lo capturan? ¿Y si algo le pasa? No sé cómo podría soportarlo. Mi mundo es tan pequeño; a pesar de todo —a pesar de sus egoístas demandas, su extraña intimidad y distancia, a pesar de tomar mi inocencia sin siquiera preguntarme— él sigue siendo mi puro y verdadero sol.

Quiero el poder de rechazarlo. Quiero que mis visitas sean mi elección. Quiero que me pida perdón de nuevo, quiero que diga mi nombre. Quiero el suave desliz de su boca en la mía.

Quiero ser llevada esta noche. Me odio por eso.

Miro abajo hacia mis puños cerrados, los abro, lentamente. Medias lunas rojas permanecen en mis palmas en donde mis uñas se clavaron. Pero mis manos están vacías. Un millón de cosas que quiero, y mis manos están vacías.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora