Ahora: Treinta y Ocho.

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Las últimas semanas me he vuelto muy hambrienta por su impaciencia, anhelando el toque, que para cuando entro al cobertizo, desnuda y boca abajo, estoy inquieta en la cama de plumas debajo de él.

Pero me estoy volviendo redonda y abultada; nuestro hijo es un pez aleteando y dándose vueltas dentro de mi vientre y mi estómago es una suave curva debajo de las ahuecadas y ansiosas manos de Harry. Cuanto más grande me vuelvo con su bebé, más se preocupa.

Toco su rostro, girándolo hacia mí. —Mírame. Bésame.

Él se enrolla en su lado, inclinándose sobre mí. Sus largos dedos ahuecan mis pechos mientras él se estira para colocar su boca justo contra la mía. —Pronto tus pechos serán más pesados. Lameré la leche de tu piel.

Mis dedos encuentran su camino en sus suaves y salvajes rizos, acercándolo. —No lo harás.

—Sí. Lo haré. —Harry muerde mi labio inferior. —Saborearé cada pedacito de ti.

Me rio, y se convierte en un gemido de placer mientras su boca se mueve más abajo, más abajo entre mis piernas.

Mientras me besa ahí, tengo la fantasía del roce de sus dientes, el duro golpe de sus dedos.

Soy arrancada de mi delirio por un ruido fuera del cobertizo: un golpe sordo, seguido de un crujido silencioso. Como todos los sábados, James está en el mercado local a varias millas por la carretera. Harry y yo estamos destinados a estar solos.

Él está fuera de mí en un instante, silenciosamente sosteniendo su mano arriba para decirme que me quede quieta.

—Iré a ver —susurra.

El pánico desgarra mi corazón cuando él se desliza hacia la ventana, asomándose con cuidado. Visiones de hombres patrullando, de rebeldes soldados con espadas al acecho aprietan mi corazón hasta que Harry sonríe, suspirando de alivio. —Fue solo una rama.

—¿Estamos en peligro aquí? —le pregunto cuando él regresa a nuestro nido.

—Solamente estás en peligro de ser retenida en esta cama por toda la mañana.

La única cosa capaz de distraerme de la idea de hacer el amor tan duro es la posibilidad de él siendo amenazado. Pongo mi mano en su pecho, instándole a que me vea. —¿Harry? ¿Se está avecinando la guerra aún?

Sus ojos se vuelven un poco cuando parpadean lejos de mi boca hasta encontrar mis ojos. —Sí. Está. Pero estamos esperando que no pase eso.

Quiero detalles, y él me da algunos que ya sé—que aquellos que viven fuera de los límites del reino creen que el Rey y Harry no tienen derecho al trono— y algunos detalles que no sé: cada país que nos bordea y más allá se beneficiarían de un destronamiento. Tenemos los puertos marítimos más deseables en toda Europa.

— ¿Tu no irías? —le pregunto, con esperanza. — ¿Tu padre llevaría la batalla y tú permanecerás aquí?

Su sonrisa es pálida. —Esa es la posibilidad más probable.

No quiero oír los otros. Tiro de él hacia mi cuello, inclinando mi cabeza hacia atrás en oferta.

Bésame aquí, pienso. Bésame aquí, y a lo largo de todo mi cuerpo y en ese lugar entre mis piernas y en mi alma. Soy una criatura voraz estos días. Quiero, y quiero, y quiero.

Harry comienza a hacerlo, pero se hace para atrás, pareciendo pensar si preguntarlo ahora: — ¿Te ha tomado él este día?

Me rio. — ¿Antes de venir a ti? Por supuesto que no.

Él se inclina para encontrar mis ojos. — ¿Has encontrado placer con él?

Lo miro hacia abajo hasta que él cede, disculpándose por lo bajo.

— ¿No puedes cerrar tus ojos? —él pregunta, sonando como si quisiera que yo disfrutara entregarme a Liam. — ¿Pretender que soy yo?

—Él es tierno. No puedo pretender que eres tú.

Las manos de Harry se forman en puños en la ropa de cama.

—Y de todas maneras él no me ha tomado esta semana pasada —le digo. —Creo que él ya no me está tocando por la redondez de mi vientre. Todos lo ven ahora. Todos nos felicitan. Es un alivio. Pero me hace pensar en ti aún más y quiero...

Él me observa y me doy cuenta que lo que quiero —este tamborileo de necesidad en mis pensamientos— suena loco.

Un rubor ardiente sube desde mi pecho hacia mis mejillas.

Inclinándose, con interés ahora, él pregunta — ¿Quieres qué?

El embarazo está haciendo mi cuerpo un extraño.

Miro al frente, susurrando —Quiero sentirme profanada por ti.

Puedo ver su mandíbula abriéndose por el rabillo del ojo. Yo exploto. —Quiero sentirme segura, pero necesito tanto la sensación que quiero placer y dolor al mismo tiempo. —Mirando a sus ojos, admito —Extraño los días de antes donde estabas un poco enojado por querer de mí.

Él me mira con esa intención, con concentración. — ¿Quieres que sea duro contigo?

Sé que él no lo hará. No con la nueva hinchazón en mi vientre, no con las preciosas pocas horas que tenemos juntos cada semana. —Lo siento, Harry. Olvida esto. Mi cuerpo es un extraño para mí, queriendo tus manos sobre mí, queriendo sentirse cruel y... yo... tengo esta lujuria desesperada en mí que se siente muy grande. Es el estado de mi cuerpo así. Me siento salvaje.

Él llega entre mis piernas, aguantando el aliento.

—Estás resbaladiza por esto, por ser tratada brutalmente por mí.

—No hagas sentirme avergonzada.

Haciéndose para atrás, él me observa con confusión. —¿Por qué te sentirías avergonzada? ¿No recuerdas la tarde antes del banquete? —Mete dos dedos dentro de mí, empujando duro y rápido mientras sus dientes raspan a lo largo de mi mandíbula. —Te golpeé. Te mordí. Te tomé como un animal en cuatro patas. Y disfruté cada segundo de ello porque tú lo hiciste también.

Él chupa mi cuello, dedos bombeando furiosamente. —¿Extrañas esto? Pensaba que solo era yo el que anhelaba en ocasiones no ser dulce. Que anhelaba por ello para que en ocasiones hubiera una batalla entre nosotros.

Está ahí.
Ahí.
La orilla de ello.

No es suficiente.

—¿Cómo esto, mi amor? ¿Duro? —Él empuja tres dentro, luego cuatro, su otra mano agarra mi pecho tan fuerte que pierdo la respiración.

—Como esto —respiro. —Pero más. No me preguntes. Ve más allá de lo que crees que deberías.

—¿Cómo voy a saber si es demasiado?

Mi cuerpo se enrosca bajo su tacto. Tan desesperado. —No lo será.

Y mientras lo admito en voz alta, mi cuerpo se libera alrededor de él, suave y agradecido, pero aún no es suficiente.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora