Ahora: Treinta y Dos.

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El príncipe se casa en la lujosa catedral del castillo tres días antes de casarme con Liam, en el simple altar de una capilla.

Mi ceremonia es completada con un suave y dulce beso en mis labios. Los rumores dicen que Harry solamente besó a la princesa en la mejilla después de decir sus votos.

No sé cómo la noche de boda de Harry procedió, porque no lo he visto en días desde que nos reunimos en el campo fuera de la cabaña de James. Y, honestamente, no sé cuándo seré capaz de preguntarle de esa noche sin querer destrozar a la Princesa María.

Pero sí sé cómo la mía fue:

Liam me llevó a su cama.

Él me acostó, me besó con ternura.

Me dijo que él sabía que yo todavía no lo amaba, pero que yo era una buena muchacha, y sería una buena esposa.

Él prometió ser un buen esposo para mí.

Él me preguntó si todo estaba bien para que me tomara.

Le dije que sí, y él trepó encima de mí, me tomó suavemente, y rápidamente.

Para mi sorpresa, él no buscó sangre luego. Él simplemente se vistió con una sonrisa, mirándome amarrar mi vestido, y regresamos sin miramientos a la celebración rugiente en la taberna.

No lloro hasta que estoy sola, afuera en la oscuridad, bajo el pretexto de tener que hacer mis necesidades.

Anhelo ir a los cuartos de Harry y confesarle cada detalle. Todavía puedo oír el dolor en su voz. Quiero asegurarle que mi cuerpo no se suavizó por Liam, que no encontré placer, ni dolor.

Pero también quiero decirle que James tenía razón: Liam es bueno, que nuestro hijo está seguro.

Cuán extraño es que mi primera vez con Liam fue tan tierna, a que mi primera vez con Harry fue tan devastadora, y que sé que lo preferiría una y otra vez.

Harry es una tormenta, él es el sol abrasador. Él es todo en esta tierra para mí.

Pero no puedo simplemente escurrirme y encontrarlo: Harry podría compartir sus cuartos con María ahora. No sé cómo funcionan las cosas en el castillo cuando un príncipe toma una esposa.

Así que me coloco a los hombros de mi esposo, la mano de Mary en la mía por el otro lado, hasta que la noche negra empieza a tornarse azul de nuevo, y Liam ríe y me lanza sobre sus hombros a un coro de vítores estridentes.

Cierro mis ojos mientras él me coloca en nuestra pequeña cama, enrollando su largo cuerpo alrededor del mío.

— ¿Todo bien, Catie?

—Estoy bien, Liam.

—Eres una buena muchacha. —Él besa la parte de atrás de mi cuello. —Todo estará bien al final.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora