Ahora: Cincuenta y Ocho.

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No tengo ninguna expectativa de que Douglas, Zayn y Lord Tomlinson tendrán éxito, pero mientras los veo cabalgar fuera del portón principal, mi corazón se tuerce sabiendo que Zayn podría perderse en el vacío de lo salvaje.

Pero a este punto, no tengo nada que perder.

Quince días pasan, y lentamente dejo de pensar acerca del equipo de salvamento cada segundo. Harry es todavía una presencia constante en mis pensamientos pero la vida continua.

Hacemos cerveza.
Mi hija crece.
Lentamente, el reino encuentra una rutina cojeante sin su rey.

~~

Soy despertada cuando el cielo es negro por una mano en mi hombre, gentilmente sacudiéndose.

Parpadeando, me doy cuenta que una figura esta agachada a la par de mi cama, susurrando mi nombre. Me encuentro con los oscuros, conmovedores ojos de mi guardia más confiado.

Lanzando mis brazos alrededor de Zayn, me toma un momento darme cuenta lo que significa el que él haya regresado. Si tuvieron éxito, o no.

Comienzo a dejar salir un revoltijo de palabras maniacas, pero él me hace un ademan para que me queda callada, y no despertar a Mary mientras él cuidadosamente envuelve a Anne en sus brazos.

—Ve a la cabaña, —él susurra, levantando su barbilla. —Ahora. Yo cuidare de ella.

~~

Lágrimas rayan mi rostro mientras corro, descalza, por el largo camino hacia la cabaña de James. Apenas puedo sostener las emociones que amenazan con salir de mí mientras me preparo para enfrentar lo que sea que encontraré allí: alivio, preocupación, esperanza, terror, angustia. Cuando la cabaña está a la vista, no veo ni a Harry o James, sino a Liam, sosteniendo una linterna y paseando por una franja en la hierba, a varias yardas de la puerta de la cabaña.

Él está delgado, y con barba ahora, con oscuros círculos debajo de sus ojos, y ropa rasgada que cuelga de su cuerpo. Cuando él levanta la vista y me ve acercándome, sus ojos oscuros pasan de estar vacíos a aliviados.

Lanzándome a su agarre, dejo ir las lágrimas histéricas que he mantenido adentro por tantos meses. Estoy débil por ellas, sacudida por mis propios jadeos necesitando aire.

Sus brazos delgados son una banda de hierro alrededor de mi cintura, sus propios sollozos sacudiendo sus hombros. —Catie, —él dice en mi cuello. —Nosotros estamos en casa.

No puedo formar palabras; su proclamación, el nosotros insertado allí, me hace llorar más fuerte.

Mary, —él jadea. — ¿Esta ella—?

—Ella está bien. Está dormida, —le aseguro, incapaz de tomar suficiente aire, yéndose. Deja mi voz fina y rasposa. — ¡Ve donde ella!

—Lo haré, —él dice. —Apenas soy capaz de estar lejos. Pero necesitaba hablar contigo primero.

Él me suelta y se hace para atrás, mirándome. —Catie... te miras cansada, pero te miras saludable. Por favor dime que estas bien. No puedo decirte como las noticias de tu encarcelamiento nos torturaron a ambos. ¿Cómo esta él bebé?

—Ella está bien, —le digo. —Los extrañamos dolorosamente, pero a pesar de todo, estamos bien.

Sus cejas se elevan. — ¿Una hija? Harry creyó que habías tenido un hijo.

No me gusta el tiempo pasado que acaba de usar. No puedo darle sentido en mis pensamientos.

— ¿A qué te refieres con "creyó"?

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora