Ahora: Veinticuatro.

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La princesa tiene cuatro hermanos mayores y ninguna posibilidad de heredar el trono. Nuestro soberano quiere paz entre las naciones, y quiere protección contra la invasión francesa.

Con el incremento de los rumores de guerra en el sur, con la vista de nuestros herreros trabajando día y noche para construir espadas y armaduras, y con la realidad de que Harry necesita continuar con la línea de sangre real, sé que este acuerdo tiene sentido.

Lo tiene. Ella necesita una corona. Nosotros necesitamos a España de nuestro lado.

Pero mi corazón es un lío de astillas.

Duele caminar afuera y verlo azotando a su yegua.

Duele oír su voz mientras pasa por las puertas principales.

Duele cada vez que paso un rostro conocido y ellos nos felicitan por el inminente matrimonio de nuestro príncipe.

No lo quiero ver.

~~

Es una mentira. No quiero nada más que verlo. Tal vez luego puedo apagarme por completo. Verlo a él y saber que todo está arreglado matará el anhelo dentro de mí. Matara todo dentro de mí.

Mi madre me pasa una caja, empujándome fuera de la puerta. —Para el banquete.

—Mary puede entregarlo —insisto.

—Mary está en el barril de la mezcla. Ve. —Su barbilla se levanta, despidiéndome.

Cruzo el patio y entro al gran salón. Detrás de mí, pezuñas rasguñan el camino de piedra y el carruaje del rey se detiene afuera. Los sirvientes se detienen, disolviéndose entre las sombras. Sosteniendo las botellas de cerveza a ser entregadas, me acerco hacia la pared.

El príncipe viene detrás de su padre, sus mozos arrastrando y cargando un baúl de gala. Mi respiración se atasca; su cabello está más corto. No cerca, pero fuera de sus ojos, lejos de sus orejas. Sus ojos están oscuros, con ojeras debajo de ellos. Se mira como si hubiera muerto, también.

Sus ojos encuentran los míos justo cuando una lágrima se escapa, rodando por mi mejilla.

~~

Douglas me saca de la cocina para banquetes solamente minutos después, su puño cubriendo con fuerza la parte superior de mi brazo. Él me arrastra, tropezando por las escaleras, llenándome de moretones, y tirándome por las puertas a la alcoba.

Apenas estoy dentro de los cuartos del príncipe cuando soy arrastrada más dentro, un portazo detrás de mí.

Su boca es ruda sobre mi mandíbula y cuello: dientes y lengua y mordidas. Sus manos tiemblan en su esfuerzo de no romper mi vestido. El príncipe me toma violentamente, inclinándome sobre su tocador.

Su longitud me empala, sus dedos me alcanzan para hacerme resbaladiza, rogándome con palabras para que lo disfrute.

Ponte húmeda. Ponte húmeda para mí, Cath.

Y cuando lo estoy, él lo recoge con sus dedos, y lo dibuja a través de mi cuello antes de chuparme ahí, un aullido desesperado escapando de sus labios.

Él lucha contra su placer, evitándolo, frenándolo, acelerándolo, gruñendo en agonía y alivio por la sensación.

Oh, la sensación.

Sus muslos se vuelven resbaladizos por el sudor contra mí.

Él me tira al suelo, colocándose detrás de mí, enjaulándome. Me toma como una bestia en manos y rodillas. La piedra fría muerde mi piel, el aguijón de su palma alcanza mi trasero, mis muslos.

—Cada pedacito de ti —él dice contra mi espalda, mordiéndola. —Cada pequeño pedacito.

Ruego por ello. Le digo que lo quiero.

Su otra mano se extiende alrededor de mis caderas y en medio de mis piernas, encontrando el pedacito de carne donde él puede acariciar y complacer y el cual me tiene agarrando su cuerpo dentro del mío, me hace empujar dentro como una salvaje.

Espero su semilla dentro de mí, pero luego de que grito, sus manos me levantan, y tropiezo, estabilizándome a mí misma con mis manos temblorosas en sus hombros vestidos.

Me observa, con ojos salvajes. —¿Me amas? Debo saberlo.

Carne sólida se fractura dentro de mí, enviando incontables fragmentos que irradian. El dolor es incomparable.

Limpio las lágrimas en mis mejillas. —Sí. Por supuesto que sí. Lo hago. Toda mi vida lo he hecho.

—Como yo te amo. A como siempre te he amado solamente a ti.

Él se pone de pie delante de mí, pareciendo enfrentar una pérdida. Puedo ver el pánico justo detrás de sus ojos.

Me inclino frente a él, y mi corazón se detiene por el sonido de su jadeo de sorpresa. Su longitud sobresale, hinchada y gruesa, todavía húmeda por mí, húmeda con su placer derramándose en la punta. Una gota gruesa se desliza por su mano; la pinta sobre mi labio.

—¿Mi amor? —Su puño sacude mi pelo, sus ojos verdes suplicando por cada pedacito de mí, y no me atrevo a hacerle que lo pida.

Su sabor es fuerte en mi lengua, hierba mezclada con la tierra de mi cuerpo.

¿Cómo puedo sentirme degradada cuando mi mira con tanta intensidad?

Como puedo temer a las festividades de esta noche cuando él susurra:

Cath
El placer
El placer de esto
Mi único corazón
No puedo renunciar a ti
Ellos no pueden hacerme renunciar a ti

¿Cómo puedo encontrarlo pecaminoso y cruel tomarlo en mi cuerpo de esta manera cuando él prácticamente se dobla por la mitad para ver mi rostro de cerca mientras se sacude y se derrama en mis labios y mi cuello?

Nuestro primer beso es su boca cubriendo la mía, desesperada, su lengua empujando profundo y probando. Saboreo su dolor, su anhelo. Saboreo sus años de reprimida necesidad.

Estoy dándole cada pedacito de mí antes de que muera por dentro.

~~

Harry tira de mí, enrollando sus brazos alrededor de mí y cargándome a su cama.

Mi voz sale tranquila contra su hombro. —¿Por qué no me advertiste de tu boda? Esperaba que pasara pronto, solamente deseé haberlo oído de ti esa noche, la última juntos.

Él nos acuesta, acercándome a él. Él me mira de frente, pecho a pecho, y lleva su palma a mi rostro, acariciando mi mejilla con su pulgar.

—Creí que hasta el momento en que mi padre lo anunciara —tal vez incluso todavía, en este segundo ahora— podría encontrar una manera de salir de esto.

Me hago hacia atrás, mirándolo a sus ojos. Oh, él es un trágico soñador. —Harry, es tan bueno a como ha sido hecho. El reino entero está preparado para ello. Está a tan solo unos días, cariño. debes prepararte a ti mismo para pararte en el altar frente a ella y comportarte para todo el mundo como un futuro rey.

Él asiente, tragando. Sus ojos, ellos buscan los míos, una y otra vez, frenéticamente necesitando consuelo. —Me temo que no puedo.

—Debes. —Recorro mis dedos debajo de sus ojos, trazando las ojeras profundas allí. —Te miras miserable.

—Igual tú. —Sus hoyuelos se hunden en sus mejillas, y sus ojos muestran un rayo de sol por primera vez en días.

Me rio de esto. —Pocas personas miran todos mis movimientos.

Él me mira.—¿Confías en mi amor por ti?

En vez de responderle en voz alta, agarro su rostro entre mis manos, inclinándome para besarlo. Beso su suave boca, saboreo sus suaves sonidos. Su lengua se siente como seda en la mía. Cuando él se sube encima de mí, mis dedos se deslizan por su rostro, recordando. Podría besarlo por toda una eternidad y nunca cansarme de ello.

Disfrutaré este momento, justo aquí, sintiendo su boca abrirse y cerrarse contra la mía. Le daré fuerza con mi beso. No dejaré que esto me arruine. No dejaré que esto lo arruine a él.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora