Ahora: Sesenta y Tres.

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Harry se hace hacia atrás, apoyándose contra la pared detrás de él como si necesitara el apoyo.

— ¿Ella es mi sangre? —él pregunta, mirando de un lado a otro entre nosotros.

Asiento, sonriéndole dulcemente. —Ella no le pertenece a nadie más.

Él mira, atemorizado, y yo se la doy. Ella pone sus manos regordetas en las mejillas de él, golpeándolas ligeramente.

—Suave, —murmuro, tocando con la punta del dedo la parte superior con hoyuelos de su mano. —Sé buena con tu papi.

Los ojos de Harry se cierran, y él la acerca más para así poder besar su frente.

—La noche en que la amamante cerca de ti, —le digo— quise decirte. Quise decirte cada vez que la mirabas con cariño.

— ¿Entonces por qué no lo hiciste? —pregunta, mirándome. —A diario tuve que luchar con la angustia de enamorarme de ella y creer que ella no me pertenecía a mí.

Me acerco, deslizando mi mano por su brazo, encima de su hombro y alrededor de la parte trasera de su cuello. —Lo siento. —Lo miro, tan mareada que él sabe que no puedo esconder mi sonrisa a pesar de cuanto él se tambalea con esta verdad. —Es solo que... ella es igualita a ti. No hay error.

Él parpadea, mirando entre nosotras dos. Sé que él está pensando, Sí, ella no se parece en nada a su mamá. Una sonrisa tira el borde de sus labios, pero lo evita.

—Harry—digo, mordiendo mi labio superior. — ¿No puedes ver cuán claro es? ¿Cómo espere que lo supieras en cuanto la viste?

Él asiente con su cabeza, dejando que la sonrisa curve un lado de su boca. —Me temo que este soñando.

—Estás muy despierto.

Mirando hacia el cielo, él murmura, —Quiero recordarlo todo.

Mi corazón cae. —Incluso si recordaras todo, todavía no recordarías sus primeros meses. Ella nació mientras tú estabas en la guerra.

Puedo decir cuánto esto lo afecta, y él envuelve un brazo alrededor de mis hombros, tirando de mí a su lado. —Quiero perdonarte este instante por no decirme la primera vez que puse los ojos en ella—él susurra. —Pero no es fácil.

Asintiendo, me inclino para besar su mandíbula. —Lo sé. Pero ni siquiera me recordabas a mí. ¿Qué si me encontrabas desagradable o plana? ¿Y luego escuchar que te habías acostado conmigo? —Me estremezco dramáticamente, tratando de hacerlo sonreír. —Cuan horrible hubiera sido eso para ti.

Él se ríe por esto. Pero por lo demás se ha quedado en silencio, tan contemplativo, que causa que mi corazón se tuerza.

— ¿Estás callado porque estás enojado conmigo?

Él niega con su cabeza, pero dice, —Sí y no. —Besa mi sien. —Estoy tratando de imaginar nuestras vidas antes, y como posiblemente pudo haber funcionado. No creo que me gustaba la manera en que todo había salido, con otro hombre criando a mi hija, otro hombre acostándose a la par de mi esposa.

—No te gustaba, —concuerdo. —Así como a mí no me gustaba la idea de que tú te acostaras con la Reina.

Bufando por lo bajo, dice, —Estoy tratando de imaginar una vida sin ustedes dos cerca de mí todo el tiempo, y me horroriza.

—Mi amor, —digo— vamos a acostarnos.

Él asiente pero no se mueve. Simplemente mira a su hija, besando su palma cuando ella alcanza su boca.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora