Ahora: Cuarenta.

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Cuando sus besos frenéticos disminuyen, y su mano se mueve para tirar de mi ropa, finalmente puedo respirar para decirle —El miércoles pasado... creo que María me vio salir.

Harry se queda quieto y luego se encoge de hombros. Es un lento, almibarado movimiento. Eso me dice que probablemente tenga razón, pero que a él no le preocupa. —¿Qué haría ella? ¿Fruncirme el ceño aún más?

—No quiero herirla —le insto. —Si crees que ella se interesa por ti...

Trepa encima de mí. —No estropees este sábado hablando de la vida fuera de esta habitación. Me gusta fingir que se derrite.

Y lo hace, es verdad. Con su cuerpo encima del mío, todo lo demás se derrite.

El problema es que él no puede permanecer ahí, encima de mí, dentro de mí indefinidamente. Incluso con el placer de ello, y las palabras susurradas de siempre y huir. Incluso con las preguntas entre jadeos de Harry acerca de cuanto lo necesito, si es lo suficientemente duro, suficientemente brutal. Incluso mientras nuestras voces se vuelven urgidas y roncas mientras nos venimos juntos... en algún punto terminamos. Mientras nuestros corazones se ralentizan, nuestros cuerpos permitirán pensar en algo más que esto.

Encima de mí, Harry mira hacia abajo, y por la manera en que él busca mi cara, sé que el mundo de afuera se ha deslizado entre las grietas en el cobertizo con corrientes de aire.

—Mi Cath —él susurra, besándome con labios jadeantes mientras él se desliza de mi cuerpo. Sus ojos parpadean de aquí para allá entre los míos. —¿No fue eso bueno? ¿No te puedo distraer de tus preocupaciones?

—Estuvo muy bueno. —Me muevo y trazo su puchero con mi dedo. —Siempre es bueno. Lo siento, amor. Me preocupo, eso es todo.

Rodando sobre su espalda, Harry lanza un brazo sobre su rostro y me dice rotundamente —Ella no ha mencionado nada estos últimos tres días. Si te vio, lo ha olvidado.

¿Ella lo mencionaría? —pregunto, sorprendida.

—Sí. —Él se frota el rostro con sus manos. —Ella me pregunta todo tipo de cosas. Que si laencuentro bonita, que por qué no le hablo tan libremente a como le gustaría,que si me gustaría tomarla de una manera diferente, que si pienso que esopodría ayudar. 

Mi estómago hierve, pero mi corazón también se rompe por esta chica.

Encogiéndose de hombros a mi lado, él dice —Seguramente si ella hubiera sospechado que tú estabas yéndote de mis cuartos, lo hubiera dicho. Hay otros cuartos allí arriba, Cath. El suyo. El de mi padre. Lo más probable es que ella sospechó que venías de la cama del Rey.

—¿Cómo puedes ser tan indiferente? —le pregunto, y él se voltea para mirarme, cejas cayendo levemente mientras parece oírse a sí mismo.

—Te prometo que no soy frío con ella —me asegura, moviéndose en su lado.

Lleva su mano a mi cadera, dedos arrastrándose hasta la cintura y debajo de mi muslo, una y otra vez, memorizando.

—Intento conversar con ella —él dice, —pero ella no sabe nada más que el clima o que planea tener para el almuerzo.

Sus ojos caen adonde él acaricia mi lado. —Y sé que tú no preguntarás, pero anhelas saber así que voy a decirte... He intentado tomarla de una manera diferente en vez de yo encima de ella a la manera en que amo tomarte a ti, pero no hay diferencia en mi deseo. Culpa, la idea de que estoy traicionándote cada vez que estoy cerca de ella, me hace suave.

—Harry... —estoy segura que él puede oír en mi voz cuanto anhelo saber estas cosas.

—El problema —me dice, inclinándose hacia adelante para hablar contra mis labios— es que no la amo a ella. —Él succiona mi labio superior, y luego el inferior. —¿Es tan malo que sea diferente a Liam? No puedo hacer el amor sin realmente amar.

—No es tan malo —susurro, observándolo.

—Podría ser un amigo para ella, pero no puedo ser un buen esposo. —Su lengua toca la mía, su beso se profundiza hasta que él se hace hacia atrás solamente lo suficiente lejos para susurrar —Vine a mí casamiento ya casado.

Tiro de él hacia mí por esto. Por decir la verdad tan abiertamente, sin motivo o engaño. Le digo que lo amo una y otra vez hasta que se queda dormido en mis pechos, brazos envueltos alrededor de mí.

~~

La semana se siente interminable. Cada vez que dejo la sombra de la taberna, mi piel zumba, como si Douglas pudiera estar allí, detrás de mi esperando a robarme a la habitación de Harry.

Domingo él no lo hace.
Lunes él no lo hace.
Martes él no lo hace.
Miércoles, me he dado por vencida.

Y luego el jueves por la tarde soy sacada del camino mientras cargo malta gastada de la taberna hacia el gallinero de la cocina.

Douglas está callado, pisando fuerte delante de mí, sabiendo que lo seguiré.

—Sigue —él sisea sobre su hombro. —Tú chica tonta.

—¿Por qué me odias tanto? —le pregunto en un susurro, mientras él tira de mi brazo justo dentro del pasillo.

Él se voltea abruptamente y me mira. —¿"Odiarte"?

—Me tratas como un trapo. Me dejaste para que fuera violada.

Su rostro decae. —No lo hice. No podía pelear y ganar con el duque. Su estación está por encima de la mía, pero no soy anónimo. Yo hubiera... —Él sacude su cabeza, irritado conmigo. —Hubiera perdido, y luego tú hubieras estado sin ayuda. Pensé que el mejor plan sería ir a buscar a Paul.

—El resto de ello, entonces —digo, volviéndome más audaz. —Lo que me dijiste. Como me consideraste, con tal disgusto. ¿Qué demonios he hecho excepto todo lo que me has pedido?

En el pasillo oscuro, los ojos de Douglas me estudian. Escucho el distante zumbido de pasos alrededor de nosotros, más allá de las paredes.

—Te quería para mí —él me dice, finalmente, sin rodeos. —Creí que estabas destinada para mí.

Desconcertada, lo corrijo. —Estaba destinada para Liam.

Él niega con su cabeza, burlándose. —Tú eres tonta. Tú solamente has tenido ojos para su Alteza, ¿cómo te hubieras dado cuenta de los planes para este tipo de cosas? Liam estaba destinado para otra hasta que tú te volviste muy importante para el príncipe.

Estoy perdida. —¿Qué?

Douglas me mira de arriba abajo. —Y no te odio. —Él se inclina más cerca, y retrocedo hacia la fría pared de piedra detrás de mí. —¿Cómo crees que se sintió sostener tus brazos mientras el príncipe te tomaba? ¿Ver las lágrimas caer de tus ojos a tu cabello? ¿Cómo crees que se sintió saber que necesitabas una palabra suave de él? Y luego —él dice, tomando un paso final más cerca, de manera que puedo oler la levadura de su pan de la mañana en su respiración —verte suavizar debajo de él de todas maneras. Ver que no vendrías a mi arruinada, que tú nunca vendrías a mí en absoluto.

—No la haría —concuerdo. —No eres un buen hombre.

Sacudiendo su barbilla hacia las escaleras, él me dice —Ve. Él espera.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora