Ahora: Cuarenta y Tres.

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Mary se sienta sobre un tronco caído a la par mía. No estamos tan lejos de donde Harry y yo solíamos encontrarnos. Solamente sería caminar otra media milla hacia el bosque, y un escalofrío corre a través de mi mientras me doy cuenta cuán fácilmente podríamos haber sido descubiertos.

Mi hermana toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos mientras Liam se pone de pie delante de nosotras.

Se siente como que si el número de cosas que necesitamos decir podría llenar un cañón.

Finalmente, ella susurra —Catie, por favor dime que no estás enojada conmigo. No podría soportarlo.

Rápidamente, volteo mi cara hacia la de ella en sorpresa. —¿Yo? ¿Enojada contigo?

Ella se encoje de hombros, presionando nuestras manos unidas a su mejilla. —No disfruté mentirte.

Las palabras de gratitud que necesito decir mueren de manera confusa en mis pensamientos. Todo dentro de mí se siente revuelto.

—Catie —Liam dice gentilmente mientras se agacha delante de nosotras. —No queríamos mantener esto en secreto. —Su mano viene encima de las nuestras, cálida y grande como un árbol protegiendo una franja de flores silvestres. —Pero nos preocupamos de que tú no habrías estado de acuerdo de otra manera.

Mi risa es un ladrido de incredulidad. — ¡Tienen razón! No lo habría hecho. —Miro entre ellos dos. — ¿Impidiendo que te casaras? ¿Permitiéndote que me tomaras a mí —no a Mary— en tu cama, simplemente para protegerme? Sí, me habría negado. —Miro a mi hermana. —No puedo entender cómo puedes soportarlo.

Ella sabía que su amado estaba acostándose conmigo en la noche. ¿No sería siempre tenso entre nosotros?

Gimo, poniendo mi mano libre en mis ojos. —Mary. Estoy mortificada.

—La aldea necesita creer que este niño es de Liam —ella susurra— no de su Señor. Sé que solamente es el acto de sus cuerpos. —Ella se inclina para que pueda mirarla a los ojos, negando con su cabeza. —No es la confesión de sus corazones. ¿Lo ves, Catie? No podría estar enojada, porque le pedí a él que lo hiciera. Pero por favor no te enojes conmigo —ella suplica.

—Mary, nunca podría estar enojada contigo. Pero lo digo nuevamente: no puedo entender cómo puedes soportarlo.

Mary se desliza más cerca, lo suficientemente cerca para estar presionadas con fuerza. —Cuando Douglas vino a nuestra casa esa primera noche, entré en pánico, pensando que Douglas estaba destinado a tenerte. ¿Puedes imaginar mi miedo? Estuve toda la noche caminando de un lado a otro hasta que tú regresaste, llorando. —Ella aprieta mi mano. —Pero al siguiente día, no podías dejar de soñar despierta. Te podrías congelar, medio revolviendo en el barril de la mezcla. Y luego te sonrojabas acaloradamente. —Ella sonríe un poco. —Entonces supe que fue el príncipe quien te reclamo, y que nunca serías capaz de volver a ser nuestra Catie. Tú fuiste, desde esa noche en adelante, suya.

Asiento, limpiando el torrente de lágrimas de mis mejillas. —Sí. Lo fui.

Continuando, mi hermana confiesa. —Cuando fui donde Liam la noche siguiente, y le dije lo que sospeché, que tú y el príncipe se estaban reuniendo en secreto... me preocupé. —Ella mira a Liam, quien asiente de acuerdo. —Catie, siempre he sabido que el príncipe te ama. Pero cuando le dije esto a Liam, él dijo que por supuesto él lo pensó también. Y si él lo sabía, y yo lo sabía... entonces todos lo saben.

Me burlo. —Yo no lo sabía.

—Porque no podrías esperarlo —ella dice, gentilmente. —Y ahora, su corazón sangra por ti. Tú cargas su bebé, aun así, él está casado con otra. —La voz de mi hermana se vuelve apretada con pánico. — ¿Tienes alguna idea del peligro en el que todos estamos desde afuera? Pero tú, ahora, eres preciosa: un diamante del tamaño del corazón palpitante del príncipe. Herirte a ti es la única cosa que además de una espada podría debilitarlo.

Miro a su rostro, y ella se inclina hacia adelante, presionando su frente a la mía. —Y tú eres mi hermana. También es la cosa que más me debilitaría. No fue una pregunta que Liam debía protegerte, que él debía pretender ser el padre de tu hijo. Cuando estás con él, estás segura.

—Lo estás —él concuerda en silencio, y ambas lo miramos. —Cuidaré de ti, Catie. —Él mira a Mary. —Lo prometo, Mare.

De ida y vuelta, miro entre ellos. No sé cómo no lo vi antes: el amor en el rostro de Liam mientras la mira.

Viví en las nubes, lo hice.

—¿Están felices, a pesar de todo? —susurro.

Mary lo observa afectuosamente. —Liam no requiere de mucho. Un beso aquí y allá detrás de la panadería. Preparo su cerveza negra favorita y él cree que ha ganado el mundo.

Esto lo hace reír. —Es verdad. Tengo a mi Mary, y una segunda esposa, además. ¿Qué hombre protestaría? —Ella levanta la mano, juguetonamente golpeando su brazo.

Sin pensarlo, él agarra su mano y la sostiene. Inclinándose, él tiernamente coloca su boca encima de la de ella.

Después de un pequeñísimo momento, donde sus pestañas se cierran y ella se inclina hacia él, Mary jadea, alejándose para mirarme. —Catie. Perdóname. No debimos-

Una represa dentro de mí explota y lanzo mis brazos alrededor de ella.

~~

Es diferente en casa ahora. Liam me abraza en las noches, pero son los brazos de un hermano, no de un amante. Me preocupaba que fuera extraño cuando regresáramos a la casa, solo nosotros dos de nuevo, pero no lo es. Su lealtad es de la clase más fácil: dada completamente, dada sin esperar nada a cambio.

—¿Tú crees que María lo va a herir? —le pregunto esa noche, una vez que estamos metidos con seguridad en nuestra cama.

Él sacude su cabeza, sonriéndome y levantando una mano para mover un mechón de cabello de mi frente. —Ella estará enojada. Pero este es el reino de él. Lo más probable es que será... —se calla, buscando la palabra correcta.

— ¿Incómodo? —supongo.

—Sí —concuerda, riendo. —Los guardias se asegurarán de que no hable de lo que ha visto. Ella es leal, o al menos no tenemos razón para creer que ella lo traicionará.

Sé sin tener que preguntar que no necesitamos acostarnos de nuevo. Me pregunto cuán difícil fue para Liam hacerlo todos esos meses, o si él es lo suficientemente soldado que lo vio como un deber —y ni siquiera uno de los más dolorosos para él en eso.

Al menos, lo espero.

El sábado en la mañana, Liam barre la cocina mientras me visto. Solamente puedo esperar que Harry se verá conmigo en la cabaña de James. Solamente puedo esperar que nada cambiará excepto que no nos veremos en sus cuartos.

Cuando salgo de la habitación, le pregunto a Liam — ¿Mary va a venir?

—Sí. —Él asiente hacia el piso y luego me mira. — ¿No te importa?

—No. —Con una pequeña sonrisa ante lo absurdo de esto, le pregunto con malicia. —¿Podrías hacerla reparar mi falda rota ahí, la que está encima de la silla?

Liam me golpea con la escoba mientras salgo de la casa y camino por el sendero.

Mis zapatos pisan con fuerza el polvo, y columnas de polvo se levantan detrás de mí, pequeñas constelaciones en el sol. El césped parece más verde, los árboles más robustos a medida que se estrechan y crean las sombras para nuestro bosque.

Con el aire tan fresco, es fácil recordar la alegría del rostro de Liam mientras esperaba por Mary. Es fácil anticipar la calidez de los labios de Harry en los míos. Es fácil sentir el mareo en espiral de ver a mi hijo pronto, de comparar cada una de sus pequeñas facciones a las de Harry.

Es fácil estar tan perdida en el alivio de todo ello, que no noto la figura en las sombras hasta que él está sobre mí, sus manos alrededor de mi garganta.

No Fury (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora