72. Después de la boda.

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Me levanté con la vista pesada y el poco sol que apenas se filtraba por la ventana de la habitación de Sirius. Vaya noche de bodas. Los brazos de Sirius me rodeaban la cintura mientras seguía durmiendo. Traté de escapar de sus brazos, pero mi esfuerzo es en vano. Rodé los ojos al notar que no parecía querer soltarme pronto.

- Sirius... - susurré - ¿Podrías soltarme? - volví a murmurar y él gruñó. El maldito no estaba despierto y se aferró más a mi.

Fruncí el ceño. ¿Cómo es que el sujeto podía dormir tanto y tan tranquilamente estando en su situación? Fue mi turno de gruñir y en una rápida maniobra me escapé de sus brazos sustituyendo mi cuerpo por una almohada y el muy maldito comenzó a reír. Lo miré con una ceja arqueada y tomé mi varita de la mesada.

- Silencius - dije apuntándolo -. Vuelves a reírte de mi y juro que no cumpliremos ni dos días de casados - comencé a vestirme y de reojo miraba a Sirius, que solo me veía con una sonrisa en la boca. Rodé los ojos y le lancé su ropa a la cara divertida para que se vistiera. Comenzó a vestirse en silencio, de vez en cuando lanzándome una mirada. Cuando esta vestido se acerca a mi y me da un pequeño beso en los labios.

- Mejor, ¿no es más fácil comportarse, cariño? - dije y deshice el hechizo de silencio.

- ¿Cariño? - me preguntó arqueando una ceja al mismo tiempo que me abraza - Me gustaría más amor - susurra en mi oído.

- Después de la burla, yo que tú me conformo con el cariño, cariño - dije remarcando el último cariño para darle un corto beso en los labios.

- Pero es más apropiado el amor - murmuró y yo rodé los ojos.

- Shhh... no seas caprichoso - dije sonriendo y salí de la habitación.

Sé que viene detrás de mi. Escucho sus pisadas. Me giré para confrontarlo.

- ¿Tengo algo para que me sigas como una pulga a ti? - pregunté divertida.

- Eres mi esposa y se supone que estamos de luna de miel - dijo mientras me abraza por la cintura.

- Ohhh... cierto - dije sonriendo de lado y me giré para besar su mejilla -. Pero debes comportarte, Canuto, soy tu esposa - dije sonriendo ampliamente y lo abracé, pero era un abrazo que emanaba un solo sentimiento: alivio.

- Mi esposa - murmuró sin soltarme -. Algo que soñé por mucho tiempo.

- ¿Cuando empezaste a pensar para futuro estar conmigo?

- Es un secreto - me lanzó un guiño -. Pero si me sobornas te lo diré - dijo en mi oído. Negué suavemente con la cabeza.

- Ñe. Me conformare - dije sonriente alejándome divertida y me giré para ir a la cocina y preparar algo de comer.

- Quiero ser sobornado - dijo parado en la entrada de la cocina, recargado en el marco mirándome seductoramente.

- Nop. Es temprano y tengo hambre.

- ¿Qué pasaría si me muriera esta tarde y no me hayas sobornado? - dijo dramático - Caería sobre tu conciencia.

- Mmmm... pues, si murieras esta tarde sin soborno... sería, posiblemente, por yo lo hice porque seguías insistiendo con dicho soborno... y si, luego caería sobre mi conciencia pero sería demasiado tarde - expliqué y pasé por su lado con una inocente sonrisa y besé si mejilla -. Ahora déjame cocinar el desayuno, Black.

- ¿Después me sobornas? - preguntó sentándose en una silla. Lo miré de reojo ya algo cansada.

- Lo pensaré si te comportas como buen esposo.

Pensando en Voz Alta (Primera generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora