Capítulo 4

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La mensajera de los hombres del Valle fue tratada con respeto pero con recelo. En todo momento se le vigiló. Aunque era consciente de la apremiante situación de su gente, quería recorrer el palacio, el bosque y conocer a los elfos. Pero por el momento, no se le permitiría hacerlo. Se sentía nerviosa, su padre le había dicho que el monarca era un elfo riguroso pero juicioso. Para calmar su ansiedad caminaba de un lado al otro del salón y observaba atentamente por los ventanales el movimiento en el exterior. En ese momento una esbelta elfa de cabello castaño, entró a la habitación llevando consigo un cántaro con licor de fruta y lo dejó en la mesa frente a la mujer. Ésta le agradeció y bebió el delicioso líquido. El intenso frío que sentía se desvaneció poco a poco y fue remplazado por una sensación de calidez reconfortante.

-El Rey la recibirá en un momento. Sígame- dijo Seregon quien la guio hasta el segundo nivel en el que se encontraba la sala de despacho.

Ella prácticamente corrió siguiendo al soldado. Los nervios iban en aumento, sus manos sudaban y su corazón latía rápidamente. Respiró profundamente tratando de calmarse. Llegaron frente a una estancia con un impresionante portón doble con el escudo del Reino del Bosque. En el interior un gran escritorio de madera de roble se encontraba al centro, detrás de éste una silla de alto respaldo y ornamentados descansabrazos. Frente al escritorio algunas sillas, en una de las paredes había un amplio librero repleto de textos que le hubiese encantado leer.

-Tome asiento.- señaló Seregon una de las sillas frente al escritorio y, salió de la estancia para esperar a Thranduil.

Sin poder aguantar la curiosidad se acercó al librero y tomó el primer libro que llamó su atención, lo abrió y se decepcionó al percatarse que no entendía la escritura. Agarró otro y lo mismo sucedió.

La puerta del despacho se abrió y entró el Rey del Bosque Verde acompañado de Seregon. Al parecer, daba indicaciones al soldado en aquel melodioso lenguaje. Ella pudo ver al Señor del Bosque y se quedó petrificada ante su majestuosa presencia e imperecedera belleza. El guardia con una leve reverencia se despidió del monarca y salió de la estancia. Thranduil miró a la joven mujer, ésta se sonrojó y bajó la mirada al libro que aún tenía en las manos, lo cual, la puso aún más tensa.

-¿Man naa esselya? (¿Cómo te llamas?), ¿mallo tulalyë? (¿de dónde vienes?)- preguntó el Rey Elfo a la joven. Sin embargo, ésta no respondió. Parecía confundida y nerviosa. Thranduil la observaba, era una mujer de aproximadamente unos 20 años, con indomables rizos pelirrojos, grandes ojos verdes y finas facciones sobre su piel pálida. Realidad que contrastaba con sus toscas y desgastadas ropas.

-Mi Lord, me llamo Ivorwen, hija de Belthil.- atinó a decir con voz trémula.

-¿Pedil edhellen? (¿Puedes hablar nuestra lengua?)- averiguó el Rey.

Ella volvió a quedarse callada, por lo que, Thranduil dedujo que la mujer no entendía la lengua de los eldar.

-Lo siento, no entiendo lo que dice.- confirmó con la mirada en el piso.

-Deberás poner solución a ello si deseas entender esos libros. Vamos toma asiento.- apuntó el soberano aún de pie tras el escritorio.

Ella se sobresaltó y rápidamente colocó los libros en su lugar, para después tomar asiento.

-¿Por qué has venido tú en lugar de tu padre? y ¿cuáles son los motivos que te traen a esta tierra?- inquirió Thranduil.

Ivorwen se sentía tan nerviosa que le costaba hilar coherentemente sus pensamientos para poder expresarse con claridad. Además rehuía la mirada del atractivo elfo en un intento absurdo por ocultar su indecisión. Finalmente tomó una gran bocana de aire y habló...

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora