Capítulo 70

60 6 3
                                    

Lothíriel aguardó en las cercanías del Pueblo del Valle, vigilaba de cerca los movimientos del lugar. Había visto al rey ingresar al pueblo y reunirse con el Embajador. También notó que parte de la comitiva patrullaba estratégicamente los alrededores. La noche había caído y la temperatura era muy baja, el vaho de su respiración se desvanecía con las ráfagas de viento que provenían del sur.

-¿Mi lady?- escuchó una voz a sus espaldas.

Se giró rápidamente, sorprendida. –Nenthil...- el elfo, que era su guardia personal, la había descubierto.

-¿Qué hace aquí?- preguntó el guardia.

-Lo mismo pregunto... ¿el rey sabe que estoy aquí?- cuestionó intrigada.

-Aran Thranduil no me mencionó nada al respecto. Yo creí que usted aguardaría en el reino. He venido como parte de la comitiva. Sin embargo, llevo un tiempo vigilando sus movimientos. No es seguro que esté aquí, por favor, sígame la escoltaré al pueblo.- explicó, Nenthil.

Lothíriel estaba realmente intrigada – ¿El rey sabía que ella estaría allí?-

-No, estoy bien. Quiero permanecer aquí, tengo un asunto que resolver y lo quiero hacer por mí misma. No es necesario que se inquiete al rey.- expresó, Lothíriel.

*

Ivorwen relató con detalles todo lo sucedido en el Pueblo del Bosque, sus sospechas sobre Amond, su expedición por el Templo Negro, la ayuda del curandero y de un elfo del bosque que la rescató de la nieve. Además reveló la intervención de Vorondil, su desaparición y finalmente les informó que él era el padre de su hijo.

El relato fue muy duro de escuchar para el Embajador Belthil, que no podía imaginar el dolor al que había condenado a su hija. Sin embargo, también informó sobre el ataque que habían sufrido unas semanas atrás.

Thranduil y los capitanes obtuvieron toda la información y comenzaron a hacer conjeturas. No cabía duda que aquello se trataba de un reducto de Sauron, uno que había estado empleando para experimentar, reclutar y reproducir a sus huestes.

Thranduil se puso de pie y observó por el ventanal. Seregon se sintió inquieto al igual que Anardil.

Escucharon los gritos de un elfo que se aproximaba corriendo. -¡Maldición!- grito Anardil y miró al monarca.

-¡Ataque! ¡A las armas, a las armas!- gritaron a su vez los guerreros de los hombres. El pueblo se agitó, las mujeres y los niños corrieron a refugiarse a los sótanos, pero el enemigo estaba ya sobre el pueblo.

Entró corriendo el elfo. –Majestad, hombres del bosque atacan. Hemos emboscado a una numerosa patrulla, pero vienen más por el norte.- informó.

Thranduil miró por la ventana. Los pobladores corrían, unos a los refugios subterráneos, otros por las antorchas y las armas. –Ya saben qué hacer...- expresó con seriedad, pero extrañamente calmado.

-Aranya Thranduil me quedaré con usted.- dijo Anardil, Seregon ya había abandonado la sala junto al elfo.

-Ava (No lo hagas).- ordenó el rey. Anardil se quedó un momento mirando al soberano y después al Embajador Belthil y a Ivorwen. –Como desee.- y se retiró inmediatamente.

Belthil sacó su espada. –Quédate aquí, Ivorwen.- indicó su padre.

Ivorwen se acercó al ventanal, sintió una punzada dolorosa en el vientre que le hizo perder el aliento. Afuera todo eran gritos y correteos. -Vorondil...- susurró.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora