Capítulo 65

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El halcón volaba en círculos, muy alto en el cielo nublado. Thranduil se levantó desorientado, oteó por los alrededores y notó que el caballo no estaba cerca. Pronto el sol se ocultaría. ¿Qué estaba pasando? No recordaba cómo había llegado hasta allí, ni si quiera cuánto tiempo había transcurrido desde que se separara de Lothíriel. El ave lanzó un fuerte graznido y descendió rápidamente al árbol más próximo. El monarca se tocó a un lado de la cabeza, dolía pero no parecía estar herido. Caminó cuidadosamente pero no reconoció el lugar; situación que le extrañó profundamente, así que decidió trepar a uno de los árboles.

*

La caravana de elfos noldor había llegado al Reino del Bosque Verde, para incredulidad de los habitantes. Isilion y los miembros de la guardia, habían tenido que enviar previamente un mensajero para advertir de este asunto y evitar una confrontación. Los eldar del pueblo del bosque se mostraron abiertamente desconfiados y, en algunos casos, incluso hostiles. Se exigió explicación inmediata, solicitando audiencia con el rey y el consejo.

Mientras tanto, Seregon y Silmän, el elfo espía; habían decidió cabalgar para interceptar al Rey Elfo, cuyo arribo se tenía previsto hacía un par de días. Sin embargo, no tenían noticias del paradero del monarca.

En el reino imperaba la conmoción, se habían producido algunos altercados con los noldor. El más grave de ellos había terminado con al menos una docena de elfos heridos. El Consejo del Reino trabajaba duro para integrar y acercar a los recién llegados. Isilion puso al tanto de todos los acontecimientos al pueblo, no obstante, las tensiones eran evidentes, así como, los rumores de una posible traición encabezada por el heredero de Fingolfin.

*

Lothíriel había acompañado a la abuela con sus nietos hasta el Pueblo del Valle, donde fueron bien recibidos. La noldorin percibió con regocijo el notable avance en la recuperación de la gente y de su cotidianeidad. Un pueblo que había sido arrasado, ahora resurgía con fuerza y constancia. Era un lugar bello, se notaba la influencia eldar en sus construcciones, pero el ahínco del trabajo duro para levantarse de tal embestida era todo crédito de los pobladores.

A su llegada fue recibido por el Embajador Belthil, padre de Ivorwen. El hombre parecía haber envejecido al menos veinte años, sus ojos notablemente entristecidos, los surcos de su rostro y las canas que iban difuminando el color rojo de su cabellera; hacían constar el peso de sus decisiones. Preguntó por su hija, como era de esperarse, lamentablemente la noldorin no tuvo noticia alguna para él. Belthil no había sabido nada de su hija desde que la entregara en matrimonio a Amond, sus mensajeros habían sido violentamente corridos, uno de ellos asesinado por la espalda.

Lothíriel permaneció un día allí, la siguiente mañana, partió con rumbo a Imladris. Dîn, hacía honor a su nombre, cabalgaba con rapidez, agilidad y con paso silencioso. El viaje sería largo, peligroso pero la distancia, quizás aclararía sus pensamientos y sentimientos.

Cabalgaba bordeando los límites del Bosque Verde y las Montañas Grises, cuando sus manos aflojaron el agarre de las riendas, sintió que su vista menguaba pero en su mente aparecieron una seguidilla relampagueante de imágenes: una marea negra que avanzaba sobre la tierra, el sol suspendido en el poniente, la tierra llorando sangre... de pronto, Dîn se detuvo, relinchó con fuerza y se paró sobre sus patas traseras. La elfa apenas consiguió mantenerse sobre el animal. Inmediatamente otra imagen apreció en su mente, una ballesta disparando una enorme flecha que se incrustaba en el árbol perenne del Reino del Bosque Verde.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora