Capítulo 75

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El Rey Thranduil, su séquito y los invitados más connotados aguardaban al pie de la montaña. Los elfos cantaban himnos de alegría y ventura para los futuros esposos. Los guardianes espirituales aguardaban en la escalinata de mármol que serpenteaba hasta alcanzar una prominente saliente, ubicada casi en la cima.

Thranduil observó el cielo, estaba completamente despejado, el azul profundo de la noche resplandecía con el centelleo de millones de estrellas, la luna nueva ya se alzaba en el cielo, enorme y brillante. Los árboles arrullados por el viento se mecían en un vaivén al compás de las notas musicales. Respiró profundo y concentró su vista en el lugar por donde habría de llagar Lothíriel.

*

A Lothíriel le temblaban las manos, por lo que las riendas apenas podía sostenerlas adecuadamente. Pronto llegaría, el anhelo estaba por convertirse en realidad. Su padre, que cabalgaba cerca de ella, le indicó que parara la marcha y así lo hizo, fue ayudada por sus guardias a desmontar. Isilion e Ilmen se colocaron a lado de su hija, allí aguardaron.

-Somos noldor, yelya (hija mía), y como tales llegaremos a tu enlace. Nos podrán haber quitado nuestras hojas, pero nuestras raíces son fuertes y nos hacen lo que somos.- declaró Isilion.

*

Fueron apareciendo las figuras de los elfos noldor, llevaban aquellas titilantes luces cristalinas, que representaba el fuego en los corazones de su pueblo. Se reunieron un numeroso grupo, los cantanticos élficos fueron apagándose, para dar paso a los himnos de los noldor, entonados en quenya, una lengua que para muchos era censurable.

Las voces eran más profundas, el cántico enérgico y emotivo. Thranduil escuchaba y miraba con atención. Eran canciones que narraban la tragedia de ese pueblo, ensalzaban su fortaleza y la búsqueda de la redención. El siguiente himno hacía referencia a los Altos Reyes Noldor, específicamente al hijo más valiente de Ilúvatar, Fingolfin, y su sacrificio contra Morgoth.

La siguiente oda, hablaba de la lealtad, la unión y el amor. La multitud fue apartándose paulatinamente hasta que dejaron en el centro a Lothíriel y sus padres. El Rey Thranduil, observó a Lothíriel, acompañada por sus padres, acercarse con paso liviano y elegante. Era como una visión, como estar en un sueño, Thranduil no podía apartar los ojos de ella, todo a su alrededor se había suprimido. Estaba inefablemente hermosa, ataviada con un vaporoso vestido blanco, que revelaba la piel blanca y suave de sus hombros. Su rostro, estaba sereno y una sonrisa decoraba sus bellas facciones. Ella lo veía directamente, sólo apartando momentáneamente la vista para saludar con una inclinación de la cabeza a los conmovidos invitados.

Los cánticos noldor continuaban, Isilion e Ilmen, caminaba a cada lado de su hija. Thranduil dio dos pasos al frente. Finalmente Lothíriel estaba frente a él, Isilion se acercó a su hija y le dio un cariñoso beso en la frente, e Ilmen la abrazó. Los tres hicieron una reverencia al rey, él contestó con una ligera inclinación de la cabeza. Los padres se alejaron dos pasos, Lothíriel permanecía inclinada en señal de respeto al monarca. Thranduil extendió la mano y tomó la de Lothíriel, le ayudó a incorporarse, ambos se sonrieron y él beso su mano. Tomados de las manos se dirigieron hacia el pie de la escalinata donde les esperaban los guardias espirituales, ataviados con impresionantes ropajes plateados.

Thranduil y Lothíriel caminaban tomados de la mano, ella estaba fría pero él estaba cálido. Los guardias espirituales hicieron una reverencia y comenzaron, el coro de los elfos se silenció. Los guardias agarraron las manos unidas de los futuros esposos y comenzaron a recitar un poema, que hablaba de las etapas de la vida de un eldar, del destino y el amor. Cuando concluyó, los cánticos élficos se reanudaron, pero esta vez silvanos y noldor lo hicieron juntos.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora