-¿Morirá?- preguntó Amond al curandero, mientras colocaba un paño húmedo sobre la frente de Ivorwen.
-Han sido varios días con fiebre muy alta y aún no se con certeza la causa, pero tenga la seguridad de que estoy haciendo todo lo que está en mis manos.- respondió el viejo.
-No, no entiendes. Esta mujer me ha costado más de lo que he recibido a cambio, no me ha dado hijos, y es bastante problemática. Si es inútil desperdiciar más tiempo en ella, déjala morir.- dijo Amond fríamente, bebiendo de golpe el vino de un tarro viejo.
El curandero no tenía la seguridad de si acaso la joven podría salvarse, sin embargo, tampoco podía simplemente dejarla morir como un animal. –No habrá necesidad de hacerlo, ella se recuperará, es fuerte. Sólo necesita tiempo.- explicó, mientras revolvía una serie de hierbajos en un cazo.
Amond se impacientó y de un manotazo le tiró la olla de las manos al curandero. Todo el contenido se esparció por el suelo y parte de la cama. El líder de los hombres del bosque, tomó al viejo por el cuello y lo acercó a su rostro tanto que podía sentir su agitada respiración. –Más vale que te des prisa, tiempo es lo que no tengo, si en una semana no está curada, tú mismo te encargarás de darle muerte, o si no, yo te cortaré la estúpida cabeza.- amenazó el hombre. Empujó al curandero contra la pared y Amond salió colérico de la cabaña.
El curandero se asomó fuera de la habitación de Ivorwen, se cercioró de que no hubiera nadie y atrancó la puerta. Después se dirigió a la silla a lado de la cama y tomó la mano fría de la pelirroja. –Hálito negro, es el que ahora te enferma, finalmente lo conseguiste, entraste a aquél inquietante templo. ¿Qué es lo que viste?- preguntó el atribulado anciano.
En efecto, Ivorwen había salido la segunda noche, después de que su esposo partiera de cacería, esta vez más decidida a entrar a ese lugar. Llevó consigo la daga élfica y un trozo de madera para forzar la puerta. Después de varios intentos consiguió elaborar una palanca efectiva que le hizo un espacio apenas suficiente para entrar allí. Por dentro el edificio era muchos más amplio de lo que parecía, sólo unos pequeños rayos de luz de los faroles exteriores le permitían darse una idea del interior.
Renqueó por unos metros y percibió un olor nauseabundo, como de animales putrefactos. Se colocó su capa sobre la boca y la nariz. Entonces tropezó con una gruesa cadena que estaba sujeta a una polea, se estremeció al sentir una viscosidad rozándole la pantorrilla, resbaló y colocó sus manos sobre el piso, allí sintió algo redondo y cubierto de pelo, se asustó pero se obligó a seguir. Al final de la amplia habitación había una puerta, por debajo se asomaba una luz naranja que se prendía y apagaba constantemente.
Cuando llegó a la puerta se sorprendió al ver que ésta estaba entreabierta, antes de ingresar aferró la daga y abrió cuidadosamente la puerta, todo estaba muy oscuro, a excepción de algunas chispeantes antorchas que ardían en la estancia. El olor se hizo aún más insoportable, el calor era húmedo y el miasma emergía por todas partes. Dio el primer paso hacia una delgada escalinata metálica que bajaba serpenteando por la pared. Casi contenía el aliento para no perturbar el tenso ambiente del sitio, hizo un esfuerzo importante para no tropezar con las muletas, la daga comenzó a resbalarse de su agarre debido al sudor.
Un lamento le heló la sangre, después otro y entonces todo aquello parecía un eco que débilmente era absorbido por las frías y pegajosas paredes. Cuando bajó el último escalón, sintió las piernas húmedas, pero decidió no prestar demasiada atención y seguir explorando. Se recargó en la pared más próxima, después de unos metros tocó los barrotes metálicos de una celda, se giró un poco para quedar frente a ésta e intentar ver a través de esa intermitente oscuridad. De pronto percibió algo y cayó de espaldas debido al susto. Rápidamente agarró sus muletas y se incorporó, volvió a acercarse aferrando la daga, entonces un brazo enclenque se estiró por entre los barrotes, agitándose nerviosamente, intentando alcanzarla.
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LÓBREGA PRIMAVERA
FanficPorque aún de la más infranqueable oscuridad obtenemos algo. Relato inspirado en las obras del Profesor J.R.R. Tolkien. Agradezco a EAMANENUMENESSE por el diseño de la portada para esta historia.