Capítulo 18

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-Av-'osto, posto vae (No te preocupes, descansa bien)- musitó Lothíriel, dejó su manta a un lado, agarró su arco y flechas, y salió vacilante de la tienda. Fuera la nieve caía finamente, el suelo estaba cubierto por ésta, en un árbol cercano reposaba Dîn, con su hermoso pelaje negro reluciente aún bajo la escasa luz de las estrellas. La elfa caminó hasta el equino pero cayó al hacerse más densa la capa de nieve, el animal se aproximó a ella, dobló sus patas para echarse y permitir que la elfa lo montara.

Hantalë Dîn (Gracias Dîn)- dijo Lothíriel y el corcel trotó con su silencioso andar, se acercó al río, la elfa ató una pequeña cuerda a una de las flechas, la lanzó al agua para remojarla, después la sacó y la guardó. –Gwaem Dîn (Vamos Dîn)- pronunció la elfa dirigiéndose río abajo, el cuerpo le dolía con cada paso pero la fuerza que había recuperado la empleaba para mantenerse bien sujeta de las riendas y estribos. Llegó al lugar de la arboleda por la cual había ingresado en su huida, el sitio estaba irreconocible, pero por algunos árboles que quedaban en pie pudo reconocerlo.

-Sé que está por aquí, las aguas me lo mostraron...- la elfa dirigió su mirada a la punta de un árbol muerto y allí estaba. Una enorme criatura horripilante, espía del mal, de grandes alas y cuerpo de murciélago, poderosas garras de águila y una inquietante cabeza humanoide sin ojos en sus cuencas. Aquel ser giró la cabeza, tanto como lo haría una lechuza, en dirección a Lothíriel, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, un profundo sentimiento de desolación se apoderó de su mente.

Ubicó la flecha humedecida en el arco, sus manos temblaban, la criatura batió sus alas al tiempo que arrancó el árbol de raíz y lo partió amenazadoramente, se abalanzó velozmente, la elfa cerró los ojos se concentró solo en el sonido, cuando lo sintió cerca, abrió de golpe los ojos, apuntó la flecha y acertó justo en la boca, la cabeza rodó por el suelo desprendiéndose del cuerpo que se retorcía metros más atrás, las alas de la criatura fueron transformándose en venenosas serpientes que penetraron la tierra e iniciaron su marcha a través de ésta.

Gwaem Dîn (Vamos Dîn) tenemos que darles alcance!- exclamó la elfa pues aquellas criaturas iban en dirección a donde se encontraba Thranduil.

Thranduil se había despertado de golpe cuando escuchó un extraño crujido, observó a su alrededor, la elfa no estaba, salió corriendo de la tienda y no vio a su caballo. –Maldición Lothíriel ¿massë nalyë? (¿dónde estás?)- pensó molesto el Rey Elfo siguiendo las huellas dejadas por Dîn que primero lo llevaron al río y después lo alejaron en dirección al Pueblo del Valle. Corrió ágilmente, tenía la sensación de ser acechado, miro hacia todos lados, no había nada, escuchó movimiento, se ocultó tras un tronco empuñando su espada, percibió la presencia de la elfa aproximándose y salió inmediatamente.

Lothíriel paró la carrera del equino y miró a Thranduil a la distancia, ambos elfos inmóviles se observaron con una extraña expresión en los ojos. La elfa apuntó con su arco en dirección al elfo sinda y disparó la flecha; el monarca lanzó con fuerza su espada hacia donde estaba ella, segundos después un chillido ensordecedor, dos torbellinos de fuego se alzaron por detrás de los elfos calcinando a las gigantescas serpientes que estaban por atacarlos, instantes después todo fue silencio.

Lothíriel se acercó a Thranduil entregándole su espada -¿Manen natye? (¿Cómo está?)- preguntó la elfa.

-¡No juegues conmigo!, ¿qué ocultas y por qué lo haces?- inquirió Thranduil furibundo.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora