-Majestad, majestad, espere, por favor.- Thranduil se giró para encontrarse con el Embajador Belthil, que parecía bastante agitado. -¿Me ayudaría a encontrar a mi hija? Sé que un elfo se la llevó, eso es lo que he averiguado, si usted interviene estoy seguro que pronto la recuperaré. Por favor, mi señor.-
Thranduil percibió la angustia del hombre pelirrojo, pero no podía intervenir más. No expondría a sus guerreros, y tampoco asumiría una responsabilidad que le concernía exclusivamente a los hombres. –No, no intervendré. Tendrás que hacerlo por tu cuenta.- dijo el rey.
Belthil se quedó boquiabierto. –Pero yo creí...-
-Pues creíste mal. Ya te he dado mi respuesta, no insistas.- determinó el monarca, que se alejó hasta la entrada del pueblo.
Belthil incrédulo, se alejó hecho una furia. Él mismo iría a recuperar a su hija, y sin importar qué, mataría a ese elfo que se la había llevado.
*
Los elfos estaban dispuestos, los caballos preparados y reunidos todos en el centro del pueblo. Sólo esperaban al Rey Thranduil.
Los pobladores se habían congregado a su alrededor, unos agradeciendo su ayuda y otros tanto pidiéndoles que se quedaran un tiempo más.
Thranduil estaba junto al río que corría a espalda del pueblo. Dîn, su semental azabache pacía tranquilamente.
-Aranya Thranduil, estamos listos.- informó Anardil. El rey asintió, el caballo se acercó al monarca, pero el elfo distinguió una figura encorvada y solitaria acercarse al río.
-¿Hîr vuin? (¿Mi señor?)- preguntó Anardil, al notar la atención clavada en la figura que se había aproximado al río.
Thranduil hizo un ademán para que Anardil aguardara. El capitán sacó una daga y siguió a una distancia prudente al monarca.
La figura encorvada volteó, vio al monarca acercarse e hizo un amague de retirarse. Thranduil reconoció al anciano curandero que había estado con Ivorwen y apresuró el paso hasta darle alcance, lo tomó bruscamente por la capucha y el viejo cayó de espaldas.
-¡Majestad, es sólo un anciano!- apuntó Anardil a espalda del rey.
-Lo siento, Rey del Bosque Verde, no quise importunarlo. Yo sólo...- decía el anciano, pero Thranduil ya había desenfundado la espada.
El anciano se encogió sin quietarle la vista a la hoja afilada que refulgía con el sol.
El rey reflexionó un momento, tenía el rostro ensombrecido. Anardil miraba la escena nervioso y sin entender lo que sucedía.
-¿Qué te prometió para que traicionaras a los que te han amado y confiado en ti?- inquirió Thranduil, colocando la punta de su espada sobre el pecho del viejo, cuyos ojos estaban bien abiertos.
Anardil frunció el entrecejo y observó al anciano.
-¿Olvidaste todo, excepto a quién sirves, Mactob?- expresó con desprecio, Thranduil.
El anciano pareció quedarse sin aire, sus ojos giraban descontroladamente y su piel comenzó a marchitarse más. –Mac... tob... Mactob- balbuceaba. –Mactob...alguna vez ese fue mi nombre...- se agarró la cabeza como si ésta fuera a estallarle. –Mactob, Mactob, el brujo más poderoso de los hombres.- comenzó a reír histéricamente.
Anardil hizo girar en su mano la daga y se colocó del lado opuesto del rey, para evitar que el viejo huyera.
-Mactob...- susurró y miró fijamente al rey, sonriendo socarronamente. –Hombres siempre tan crédulos, tan estúpidos... no, no son como los elfos, sabios como mi señor... pero pronto todos caerán. Mi señor, tendrá en sus manos a su capitán, un mestizo, que en cuanto nazca albergará el espíritu más leal a la oscuridad que nadie haya conocido jamás.- jadeó el viejo, cuyo rostro tenía una mueca horrorosa.
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LÓBREGA PRIMAVERA
FanfictionPorque aún de la más infranqueable oscuridad obtenemos algo. Relato inspirado en las obras del Profesor J.R.R. Tolkien. Agradezco a EAMANENUMENESSE por el diseño de la portada para esta historia.