Silmän y los guerreros, habían llegado al punto central donde los combates tenían lugar. El espectáculo era aterrador y brutal, pero con decisión arremetieron. También reparó en que algunos de los enemigos habían logrado escapar de aquél embudo y se internaba en el bosque. Algunos elfos iban a su caza, pero la mayoría de los esfuerzos se concentraban en contener y acabar con la turba.
El elfo espía, analizó con rapidez la situación. Las huestes oscuras parecían ir cediendo, pero los elfos estaban agotados, muchos malheridos y otros tanto muertos. Entre el túmulo de combatientes reparó en la figura del rey, el cual, combatía con fiereza como si un instinto asesino se hubiese posesionado de él. Todo él estaba cubierto de sangre, su característico cabello platinado estaba empapado de sangre negra y roja, al igual que su rostro. Sólo podía reconocérsele por la armadura y la diestra manera de pelear.
Silmän se lanzó a la lucha sin cuartel, cuando de pronto una ráfaga de viento los golpeó. Todo se detuvo un instante, nuevamente una ráfaga huracanada removió los árboles con violencia. La noche era más oscura ahora, pero el amanecer estaba próximo... sólo para algunos.
Thranduil se detuvo jadeante, el corazón se le heló y el vacío doloroso se instaló en sus entrañas. Un rugido atronador, una ráfaga mortal... y después. -¡Guerreros, dragón!- gritó el rey a todo pulmón.
Una sombra negra opacó el cielo, el silencio reinó sólo por un instante y entonces, todo fue una muralla de fuego. Un bufido atronador, fuego, viento... muerte. Aquella marea incandescente no distinguió entre aliados o enemigos, a muchos los alcanzó por igual. Thranduil, Silmän y Anardil, desde sus diferentes posiciones podían ver los montículos de ceniza donde antes había elfos, orcos u hombres. Otros caminaban como posesos, completamente envueltos en las llamas, aullando de dolor, desprendiéndoseles la piel y extremidades, hasta que la muerte se apiadaba de ellos. Otra bocanada, y el mar de fuego arreciaba.
Thranduil escuchó la voz siniestra reír a carcajadas en su cabeza. Sin embargo, logró permanecer en la cruda realidad. -¡Arqueros!- gritó Thranduil, sacando de su estupor a los guerreros eldar, que miraba con pavor la sombra que iba y venía como las nubes en el cielo.
Los guerreros miraron a su rey, algunos incrédulos, otros ansiosos, unos más absolutamente desolados. -¡Arqueros a los árboles!- ordenó.
-¡A los árboles!- lo secundó Silmän.
Los arqueros subieron a los árboles, Thranduil hizo lo propio, agarró uno de los arcos que estaban en el suelo. Cuando estuvo en la copa de un árbol, de una altura de 30 metros, se dio cuenta que el dragón esparcía su lluvia de fuego por todo lo largo del reino. Pensó en Lothíriel, en su hijo o hija que estaba por nacer, en los refugiados, y en los soldados. El corazón le dolió, notó que la sombra se acercaba. -¡Apunten arqueros!- alertó a los elfos. Esperaron unos instantes, oyeron el resoplar que antecedía al fuego, todos se tensaron. -¡Disparen a las alas!- gritó el rey. Su flecha se unió a las miles que volaron raudas a las alas del animal, un rugido ensordecedor y después un temblor que cimbró los árboles, les indicó que habían acertado al objetivo.
Thranduil no aguardó y descendió del árbol, corrió entre los cuerpos calcinados, esquivó a los guerreros que aún combatían a los invasores y llegó hasta el lugar dónde el dragón había caído. Se quedó un momento observándolo, era una bestia de unos 30 metros, desde el hocico hasta la cola; tenía la piel negra y el vientre cobrizo, por el espinazo le corrían dos hileras de grandes crestas puntiagudas, sus alas tenían el doble de la envergadura de su cuerpo, y eran parecidas a las de un murciélago. El hocico era enorme y achatado, con afilados colmillos que sobresalían a los costados de la mandíbula, su lengua era larga y viperina. Sus ojos eran de un ámbar casi rojizo y refulgían como el mismo fuego que emanaba de sus fauces. Sus patas eran cortas y fuertes, con afiladas garras que se aferraban a la tierra.
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LÓBREGA PRIMAVERA
FanfictionPorque aún de la más infranqueable oscuridad obtenemos algo. Relato inspirado en las obras del Profesor J.R.R. Tolkien. Agradezco a EAMANENUMENESSE por el diseño de la portada para esta historia.