Había llegado el momento de que la caravana: encabezada por el monarca del Reino del Bosque Verde y su Guardia Real, Lord Elrond y su comitiva, Seregon y Lothíriel; acompañaran a los refugiados rumbo al Pueblo del Valle.
-Rey Thranduil, poderoso señor de los elfos del Bosque Verde y descendiente de sabios reyes sindar.- se anunció un anciano de cabello canoso, de aspecto amable y de mirada vigorosa. –Lady Lothíriel, mis señores y nobles elfos, ha llegado la hora en que hemos de abandonar su hermosa tierra y decir hasta pronto a su bendecido pueblo. Ahora partimos con la vida que se no ha salvado al hogar que se nos ha reconstruido. Palabras faltan para agradecer su generosidad, pero sepa que su obra será conocida por las generaciones futuras que desde ahora, y gracias a su intervención, tendrán la oportunidad de morar por la Tierra Media. Mi pueblo desea entregarle este libro que contiene las historias y el sentir de cada una de las personas del Valle, incluso los niños, por favor, Alteza acéptelo como un símbolo de agradecimiento y amistad.- expuso el hombre, hizo una reverencia y entregó el libro de hojas amarillentas al monarca.
-Que nuestra amistad perdure en la alianza por el bienestar mutuo de nuestros pueblos. Partimos ahora a un nuevo comienzo.- expuso el Rey Thranduil recibiendo el libro, al tiempo que montó con agilidad su corcel azabache e indicó el inicio de la travesía.
*
El curandero se había ido esa misma noche, llevó consigo sólo una mochila, un bastón y ropa abrigada. Ivorwen había llamado la atención de Amond fingiendo remordimiento por su comportamiento. El líder del pueblo, demasiado ebrio para analizar examante las intenciones de la mujer, simplemente asintió y la mandó de vuelta a la cabaña, siempre custodiada por Mairel. Cuando llegó al sitio se metió en su habitación y cerró la puerta tras de sí, renqueó de un lado a otro tratando de idear una forma de terminar con aquél horrendo lugar, pero todos las ideas le parecían ridículas o simplemente inoperantes. Llena de frustración se quedó mirando las estrellas a través de la ventana. De pronto escuchó un alboroto proveniente de la cabaña, oyó vociferar a varias personas, los muebles siendo empujados y el correteo nervioso.
Salió de su habitación y vio el rostro sombrío de Mairel mirándola seriamente. Ivorwen continuó por el pasillo hasta llegar a la entrada principal. Gilbre, el capitán de los guerreros, la observó inquieto. La mujer echó un vistazo hacia la cama desvencijada a un lado de la puerta, allí estaba Amond, con la cara enrojecida debido a la sangre, las ropas rotas que dejaban entrever profundas heridas...
-¡Vamos mujer atiende a tu marido!- ordenó Gilbre.
Ivorwen se acercó poco a poco afirmándose en las muletas. Amond, ahora tuerto, la veía de un modo diferente, la chica no supo decidir exactamente cómo, pero sin duda algo distinto que le produjo cierta compasión. Mairel acercó un cuenco con agua, paños limpios y algunos ungüentos.
-Por favor, salgan.- pidió la muchacha pelirroja.
-Haz lo que tengas que hacer, no confío en ti, así que no insistas.- dijo Gilbre apretando la mandíbula.
-¡He dicho que se larguen!- ordenó Ivorwen. El cuarto quedó en silencio y los demás hombres fueron abandonando la casa, a excepción de Gilbre.
Ivorwen comenzó a limpiar las heridas, terminó de romper las ropas para acceder a éstas. Mairel corría por agua y paños limpios. Aunque las heridas eran profundas, sanarían con el tiempo, sin embargo, la cuenca expuesta del ojo era tema aparte. Así que sólo colocó un lienzo limpio y vendó la cabeza del hombre.
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LÓBREGA PRIMAVERA
FanfictionPorque aún de la más infranqueable oscuridad obtenemos algo. Relato inspirado en las obras del Profesor J.R.R. Tolkien. Agradezco a EAMANENUMENESSE por el diseño de la portada para esta historia.