Capítulo 19

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Ereb había estado revisando al Capitán, aparentemente no había heridas graves, sin embargo, estaba inconsciente y musitaba constantemente –No debo regresar...-

-Necesitará descansar y veremos cómo evoluciona, no hay señales de alguna herida grave- explicó Ereb a la familia de Seregon.

-Está bien, nos quedaremos con él- admitió Luinil tomando la mano de su esposo.

-Informaré a los Consejeros, regresaré- advirtió Ereb saliendo del salón.

-Meleth nin ¿man ie? (Mi amor ¿qué pasa?)- decía la elfa limpiando el rostro de su esposo, pues las caricias parecían resultarle dolorosas ya que se removía cada que sentía el contacto.

-Adar tye meláne (Padre te amo)- dijo Eilinel dándole un beso en la mejilla a su padre pero éste alejó a la pequeña empujándola lo que la hizo caer.

Luinil se sorprendió e inmediatamente corrió a levantar a su hija que tenía unas pequeñas lágrimas en los ojos. –Tranquila veleth nin (cariño), ada (papá) está cansado. A tulë sira (Ven aquí)- cargó a Eilinel y la meció entre sus brazos.

-Con su permiso señores- se anunció Ereb ingresando a la Sala de Consejo –He revisado al Capitán Seregon, aparentemente está bien sólo tiene algunas laceraciones, no obstante, he visto confusión, penumbra y melancolía en sus ojos. Algo perturba sus pensamientos...- explicó inquieto el sanador.

-¿A qué se refiere exactamente?- cuestionó Isilion temiendo la esperada respuesta.

-Quizá ya sepan la respuesta señores, ahora si me disculpan, seguiré con mis labores- se despidió el sanador.

-El mal está jugando con su mente y eso es aún más peligroso que cualquier otra herida, tanto para él como para los que le rodean.- estudió Lenwë.

-Será mejor que se le mantenga aislado y custodiado hasta en tanto no conozcamos su estado- decidió Isilion. De inmediato los elfos se encaminaron hacia el despacho del Capitán Seregon, cuando fueron interceptados por una agitada elfa.

-Ai Consejeros, lamento la interrupción, me he enterado apenas de la llegada de los guardias que fueron a buscar a mi esposo y al Capitán. Dígame ¿qué noticias hay sobre ellos?- pidió la ansiosa esposa de Elendë.

-En efecto, han sido encontrados pero los elfos que traen consigo a su esposo aún no han vuelto, lamento que no se le haya informado antes, sin embargo, hemos tenido que atender asuntos de suma importancia al respecto. Le pido tenga paciencia, por favor.- dijo Lenwë.

-Le avisaremos en cuanto se presenten, ahora si nos disculpa nos retiramos- anunció Isilion dirigiéndose al despacho del Capitán Seregon donde era atendido. La esposa del Consejero Elendë decidió esperar en la entrada principal al palacio.

-Disculpe Luinil ¿podemos hablar en privado, por favor?- pidió el Consejero Isilion una vez que llegó al despacho de Seregon.

-Desde luego...- respondió la elfa castaña.

-No se preocupe, cuidaré de la pequeña- dijo Lenwë acercándose al sillón donde dormía Eilinel.

Isilion, Luinil y Ereb salieron al labrado y sutilmente alumbrado pasillo. -¿De qué se trata Consejero, Sanador?- preguntó Luinil.

-Verá Luinil tenemos motivos para pensar que la mente de su esposo fue manipulada por alguna artimaña de las fuerzas oscuras, desconocemos aún el objetivo, no obstante, considero prudente aislar al Capitán en tanto no podamos constatar su condición.- explicó Ereb seriamente ante la aturdida mirada de la elfa.

-Será mejor que mantengan distancia con su esposo por su seguridad.- agregó Isilion seriamente.

-Nan... ¿boe? (Pero... ¿es necesario?)- expresó Luinil intranquila.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora