Capítulo 20

131 11 0
                                    

Habían cabalgado sin descanso entre la nieve y la ventisca; Thranduil sentía que el agarre de la elfa iba cediendo, volteó y la vio, estaba tambaleante y con los ojos cerrados. De inmediato, se dirigió hasta un árbol solitario y allí paró la marcha. Lothíriel se recargó contra su espalda sin abrir los ojos, Thranduil tomó una de sus manos, estaba helada.

-¿Lothíriel manen natye? (¿Lothíriel cómo estás?)- preguntó el rey preocupado, al tiempo que descendió cuidadosamente del caballo.

-¿Hemos llegado?- murmuró la delicada elfa sin abrir aun los ojos.

-Lau (No) aún no; descansaremos un momento.- advirtió el soberano, cargó a Lothíriel, colocó la alforja a un costado del árbol, se sentó sobre ésta se recargó sobre el tronco con la elfa entre sus brazos, se quitó la capa y la cubrió. Lothíriel tenía los labios y párpados azulados, y el cabello escarchado debido al intenso frío.

-Debemos darnos prisa, le esperan asuntos urgentes.- musitó la elfa tiritando.

-Iston (Lo sé)...- respondió Thranduil, sacó una lemba de la alforja y colocó algunos trozos en la boca de Lothíriel, ella masticó con esfuerzo, colocó su cabeza sobre el pecho del elfo, él la abrazó y frotó suavemente sus brazos para tratar de transmitirle algo de calor. Lothíriel podía sentir el inquebrantable latir del corazón del Rey Elfo y eso de algún modo la reconfortaba. Pronto cayó dormida.

Thranduil se angustió pues la elfa parecía haberse debilitado considerablemente, finalmente había adelantado un día el viaje de regreso, contrario a lo que había recomendado Lord Elrond. Decidió entonces descansar un par de horas, ahora ya era tarde para dar marcha atrás, el frío era implacable, la noche empezaba a caer sobre ellos, él tenía un muy mal presentimiento y deseaba con urgencia llegar al Bosque Verde. Aunque, por otro lado, sabía que una vez regresara al reino sus obligaciones le separarían nuevamente de Lothíriel, la contempló mientras dormía, apenas se vislumbraba su hermoso rostro a través de la capa que la cubría, acarició su mejilla, cerró los ojos y recargó su cabeza contra la de ella.

*

-Trata de descansar ha sido un largo día.- sugirió Ilmen a Luinil.

-Lo haré, muchas gracias por su apoyo.- dijo Luinil sin poder obviar la angustia que le producía el situación de su esposo, Seregon.

-Mauya nin avánië. Abarad. (Debo irme. Hasta mañana.)- se despidió Ilmen dándole un cálido abrazo.

*

-¿Vorondil te encuentras bien?- preguntó Ivorwen que había estado platicando con el elfo pero éste parecía abstraído.

-¿Lo siento, decías?- respondió el elfo mirando a la joven pelirroja.

-¿Te pasa algo?- averiguó Ivorwen.

-No, nada. Será mejor que te deje descansar.- dijo Vorondil incorporándose de la silla que se encontraba a lado de la cama de la joven.

-No, por favor, quédate un rato más. Hay melancolía en el ambiente, no deseo estar sola.- expresó la mujer mirándose las manos que tenía sobre su regazo.

-Pero no lo estás, aquí estará tu padre y tu gente.- indicó el elfo de ojos ámbar y cabellos oscuros.

-Es que, bueno yo... disfruto de tu compañía... además prometiste que me ayudarías a volver a caminar y creo que va siendo hora de que cumplas con tu promesa.- pronunció nerviosa Ivorwen.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora