Capítulo 77

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El hijo del Capitán de la Guardia del Bosque Verde, Seregon y su esposa Luinil, vino al mundo justo al final del invierno después de la boda real. Aunque fue un parto difícil, Luinil y su pequeño hijo, se recuperaron pronto. El matrimonio silvano presentó a su hijo con el nombre de Melgaer (mar de amor). Eilinel se había convertido en una entusiasta y protectora hermana mayor.

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Casi sin darse cuenta el tiempo fue trascurriendo, como el afluente del río, rápido y vigoroso. Tal como lo preconizaran Elrond y Mithrandir, el matrimonio real se había convertido en una poderosa mancuerna, y en consecuencia, el reino se fortaleció, los ataque orcos cesaron; y la oscuridad en Dol Guldur perecía lentamente en un sueño profundo.

Lothíriel había conseguido elaborar un sortilegio que protegía las aguas del Río del Bosque, de cualquier intento de saboteo; y en colaboración con Aldalcar, los Ents se encargaron de desvanecer la presencia del Bosque Verde a los malintencionados.

El rey Thranduil, había conseguido afianzar las alianzas con los señoríos élficos, incluido Lothlórien, muy a pesar de Celeborn. Lady Galdriel había manifestado entera disposición a colaborar en los asuntos que atañían a ambos dominios. El intercambio de información era constante y ágil, el entrenamiento de los soldados se realizaba a través de la cooperación, lo que había contribuido a incrementar las habilidades de los mismos. Asimismo se había instrumentado un plan para enviar a elfos encubiertos para que recabaran información en los puntos más agitados de la Tierra Media, dicha misión le fue encomendada al experimentado elfo, Silmän.

El pueblo del Reino del Bosque Verde prosperaba, los Noldor acogidos hacía tiempo atrás, paulatinamente habían conseguido adaptarse, mostrándose leales y cooperativos, en consecuencia serían aceptados por los silvanos. Poco a poco la población del reino fue incrementándose, matrimonios entre silvanos y noldor, eran cada vez más frecuentes. Así las viejas rencillas y el hado de los noldor, parecía ir quedando en el olvido.

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Asomada por el ventanal de la torre, observaba el paisaje amarillento del otoño ser iluminado por los tenues rayos solares. Abajo, su hijo, un muchacho medio elfo de trece años, alto, delgado, de rizada cabellera pelirroja, empuñaba una espada mientras era instruido por su abuelo, el embajador del Pueblo del Valle, Belthil.

Amarthión, su hijo del destino. Un destino que le había regalado lo más dulce de su vida, pero que le arrebataría parte de su corazón. Habían transcurrido ya trece años, desde que viera por última vez a Vorondil, el padre de su hijo. Ivorwen había mantenido vivo el recuerdo su amado elfo en Amarthión, el chico conocía todo lo que debía sobre su padre, y al igual que ella, mantenían la esperanza de volverse a encontrar con él.

-Mi señora, ha llegado la respuesta del Reino del Bosque Verde.- anunció un hombre, desde la puerta a sus espaldas. Ivorwen recogió la misiva, el hombre se retiró. Desenrolló el pergamino, reconoció la elegante caligrafía de la reina Lothíriel y sonrió. Bajó de la torre apoyada en sus muletas y salió para encontrarse con su hijo.

-Amarthión, ven aquí un momento.- llamó a su hijo, que se limpió el sudor con el antebrazo y clavó la espada en la tierra. Belthil se giró para ver a su hija.

-Madre...- dijo el muchacho.

Ivorwen observó detenidamente el bello rostro afilado de su hijo. Sus peculiares ojos bicolor, ámbar y verde, que miraban igual que su padre. Las pequeñas pecas que apenas salpicaban su nariz y mejillas; y sus orejas puntiagudas, que delataban su herencia eldar.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora