Capítulo 64

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¿Cuánto tiempo había pasado? Pero lo más angustiante: ¿cuánto más pasaría? Esa maldita oscuridad que lo engullía todo, ese olor nauseabundo, y los débiles susurros de la muerte que llegaba a destiempo. Un torbellino rojizo y viscoso que le arrancaba tortuosamente parte de su esencia, y poco a poco lo transformaba en aquello que más odiaba. El cuerpo y la mente entumecidos por el dolor, y el ardor del corazón desesperanzado.

¡BUM! Aquél odioso sonido que retumbaba por todas partes. ¡BUM! El sonido que le indicaba que desgraciadamente seguía con vida. Y entonces el susurro de los desdichados, las nuevas presas y trofeos de un juego perverso. La boca empezaba a anticipar ese sabor metálico, a muerte. Sintió que aquella cobarde esclava lo movía, le trataba las heridas con embrujos; esa era su tarea, evitar el placer del descanso eterno a aquellos que sufren el horror. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¡BUM, BUM! Cada vez más cerca...

Despacio abrió los ojos, allí estaba esa bruja de los pueblos sin nombre: una mujer dominada por el miedo y la cobardía. Él había destruido la cadena que creía la mantenía prisionera. Mató al hombre, su compañero, lo asesinó frente a sus ojos, le sacó el corazón y se lo entregó. "Este es tu grillete, mujer. Ahora has lo que tengas que hacer." Recordó sus palabras...

El hormigueo recorrió nuevamente su cuerpo destrozado, su corazón se aceleró y sintió sus venas dilatarse. Algo susurraba la bruja que lo veía sin mirarlo realmente. La rabia le invadió, de un brusco movimiento se sentó y agarró a la mujer por el cuello, ésta intentó defenderse, pero la suerte estaba echada. Apretó con fuerza, la miró directamente a los ojos opacos, los últimos resabios de vida deslizándose lentamente entre sus sucias manos, y con el último suspiro, pronunció un nombre; uno que lo golpeó más fuerte que cualquier arma: Ivorwen. Y entonces, la bruja cayó inerte a su lado, con los ojos y la boca abiertos en una patética expresión.

De pronto, entendió: ahora había sido la bruja la que le mostraba las llaves de su libertad. Le había devuelto parte de sus recuerdos, le mostró un atisbo de lo que era él. Vorondil, musitó suavemente...Vorondil, el elfo del Bosque Verde... ese había sido una vez. Se llevó las manos al cuello y a las muecas, comprobó que los grilletes no estaban allí, entonces ¿por qué había dejado de intentar huir? ¿Es que, acaso, su esclavista estaba tan seguro de haberlo doblegado, que las cadenas ya se habían hecho innecesarias, pues ahora éstas ya se habían arraigado en su mente? Su estómago dio un vuelco y vomitó.

¡BUM, BUM! El retumbar estaba cada vez más cerca, las cadenas se arrastraba entre el lodo y las inmundicias del lugar. Varios sonidos metálicos y gemidos anunciaban nuevos horrores. Se giró, el cuerpo de la bruja despedía humo, para su sorpresa éste se estaba desintegrando. Sin pensarlo dos veces tomó uno de los huesos expuestos de la pierna, lo partió golpeándolo fuertemente contra el suelo, y la punta de éste quedó suficientemente astillada como para servirle de arma.

Pasos a las distancias, gritos, golpes, gruñidos y el color rojizo de las antorchas. Reptó entre los pasillos diminutos, refugiándose en la oscuridad, esperó antes de seguir; al notar que uno de aquellos hombres se aproximaba por la entrada contraria, justo frente a él. Más y más cerca, saltó, tapó la boca del hombre y le clavó el hueso en la garganta, matándolo al instante. La sangre caliente le resbaló por las manos, arrastró el cuerpo hasta la parte más oscura del pasillo y aguardó...

*

-¿Viejo, qué sabes de Amond y sus hombres? Por varias lunas han desaparecido.- cuestionó Ivorwen, sentada en el césped próximo a uno de los escondites del anciano.

-No lo sé, pero creo que hasta ahora hemos tenido suerte. Debes prepárate. Creo que nos movimos con inteligencia al haber enviado un mensajero anunciando tu embarazo, y aunque no haya podido entregarlo, el pueblo lo sabe y eso aminorará cualquier sospecha.- explicó el viejo, guardando algunas hierbas y alimentos, en el morral que cargaba sobre la espalda.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora