Capítulo 41

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-¿Dónde está Aran Thranduil?- preguntó el Consejero Lenwë a Capitán de la Guardia Real, Anardil.

-Salió a cabalgar hace ya algunas horas.- respondió sucintamente, el capitán.

-¿Fue solo?- averiguó el consejero.

-Aran Thranduil ordenó que nadie le siguiera.- señaló Anardil con rostro tenso.

El Consejero Lenwë, pensativo se alejó por el pasillo real, en busca de Isilion y Seregon, para averiguar lo que estaba sucediendo con el Rey Sinda.

*

Thranduil cabalgaba ágil y raudo en el bosque que se abría a su paso. La simbiosis entre el rey y el Bosque Verde era evidente, pues había permitido que el soberano transitara, escudado por la floresta y desapercibido por los agudos sentidos de los guardias. El sur, Dol Guldur, esa era su destino, necesitaba reconocer esa parte del bosque que había comenzado a morir, y en el que la oscuridad acechaba a su pueblo.

Sauron jugaba desde allí con sus pensamientos, Thranduil no estaba dispuesto a permanecer indiferente ante el reto. Su gente había sido puesta en una situación precaria. Lothíriel se había debatido entre la vida y la muerte; y él podía sentir la lobreguez crecer. Imparable siguió y siguió por días, el viento helado y la nieve iban impregnando su capa y sus cabellos dorados comenzaban a escarcharse. Podía sentir la agitación en los árboles e incluso en su gente, que aunque invisible para ellos, el soberano bien podía percibir su desasosiego.

Llegó hasta los Estrechos del Bosque, a un par de días de la Fortaleza Oscura. Descendió de su caballo y se acercó al afluente del río, donde pudo beber y asearse. Dîn trotó por la zona en busca de alimento. Thranduil observó a su alrededor, el bosque iba adquiriendo un aspecto más oscuro y silencioso, aunque aún enérgico y regio. Cerró los ojos, de su cuerpo una poderosa energía imperceptible a la vista, pero perceptible a los sentidos, se extendió por la zona. Los árboles se movían rítmicamente, como cantando en una lengua secreta, el viento sutil acarició la piel del elfo... un crujido y el agua agitándose anunciaron su presencia.

-¡Salve Señor de los Elfos del Bosque Verde! Muchos inviernos han pasado desde la última vez que hablamos.- saludó cortésmente el Ent, un pastor de árboles, cuyo aspecto era el de un gran roble de madera obscurecida y vetusta. Poseía un rostro curioso y amable en su tronco, sus ramas sin hojas, debido al invierno, simulaban sus extremidades y sus raíces se habían convertido en piernas que le permitían desplazarse.

-Nos volvemos a ver Aldalcar.- dijo el Rey Elfo.

-Mi señor, penosas circunstancias rodean nuestro encuentro. Mis hijos, mis hermanos, mis amigos; lo hemos sentido... muchos han muerto en el sur. El veneno se extiende como el agua del río.- comentó con potente voz, Aldalcar, al referirse a la contaminación del bosque.

-Iston (Lo sé), el Señor Oscuro se ha asentado en Dol Guldur, el cerco fue roto y sus vasallos han acudido al llamado de su señor. Han sido días aciagos para Elfos y Hombres. El tiempo llegará para todos, antes o después, hemos de enfrentar nuestros destinos estemos preparados o no.- manifestó Thranduil, observando al pensativo Ent.

-Quiero pensar que hay esperanza, hemos visto la sombra desplazarse entre nosotros, fulminando la vida con su hálito putrefacto, pero Yavanna nos ha socorrido permitiendo que pequeños frutos alimenten a su pueblo y a las pequeñas bestias que habitan entre nosotros. Oh mi buen señor, su pueblo ha protegido por tiempo inmemorial a los que por destino moramos en el Bosque Verde; agradecidos vivimos y felices somos escuchando el canto de sus voces, y la belleza de los Primeros Nacidos. Con nuestras vidas protegeremos esta tierra, si es necesario.- expresó el imponente Aldalcar, mientras una pequeña ave revoloteaba sobre una de sus ramas más altas.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora