Capítulo 27

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-Será mejor que permanezcan aquí.- dijo Radagast intentando calmar a los presentes.

-No puedo, la seguridad de Aran Thranduil, es mi responsabilidad.- advirtió Anardil seguido ya por un grupo de guardias reales.

*

-¿Lothíriel está bien?- preguntaron los guardias que la habían acompañado a los sótanos, donde se encontraban los suministros. Habían pasado varias horas conversando con los elfos encargados, verificando las existencias para pasar el invierno. Aunque eran justas les ayudarían a sortear la temporada, sin embargo, tendrían que comenzar a pensar en lo que harían antes que las heladas concluyeran para sufragar las necesidades inmediatas de elfos y hombres. Sin duda, sería un reto de trascendental importancia.

La elfa comenzó a sentirse extraña, intranquila; un frío congelante se instaló en su sangre. De pronto, sus heridas volvieran a abrirse como un doloroso recuerdo. Desvió la mirada y se recargó en una de las paredes más cercanas para evitar caer debido al malestar. –Estoy bien, sólo tengo frío. Deberemos apresurarnos a reabastecernos antes que concluya la estación...- decía Lothíriel cuando finalmente sus rodillas cedieron y cayó.

-¿Man-ie? (¿Qué pasa?) La llevaremos con el sanador.- dijo alarmado uno de los guardias acercándose a la delicada elfa e intentando cargarla.

-¡No dirweg! (¡Ten cuidado!)- gritó Lothíriel cuando una inmensa serpiente de dos cabezas, largos colmillos rebosantes de letal veneno, ojos rojos y piel negra se asomó a espaldas del soldado. Con un irritante siseo anunció su presencia para estupor de los elfos, sin más, se abalanzó contra ellos. La noldorin aventó al soldado que cayó de espaldas, haciendo fallar a la serpiente.

-A lelyalmë (Vamos).- dijo el elfo ayudado a Lothíriel a levantarse.

Lothíriel notó que las heridas que sufriera en el río habían vuelto a aparecer, como si nunca hubiesen sanado en realidad; el dolor era atroz. –Escúchame, necesito un arco y flechas. Debemos acabar con esa criatura.- indicó la elfa. Una ráfaga de viento les llegó por la espalda, ambos elfos se arrojaron sobre el piso, la serpiente siseó con fuerza y volvió a desaparecer.

Los guardias y los encargados de los almacenes se dividieron para cazar a la bestia. Lothíriel empuñó el arco que uno de los guardias le entregó, se recargó en la pared y comenzó a caminar cuidadosamente aguzando sus sentidos.

-Rey Thranduil, espere.- pidió Mithrandir, pero el monarca corrió rumbo a los sótanos hasta que el mago no pudo verle más.

-De prisa, sigan al rey.- dijo el mago agitado pues tenía un muy mal presentimiento.

-¿Qué sucede Mithrandir?, ¿dónde está el Rey Thranduil?- preguntó Seregon preocupado.

-No hay tiempo debemos ir a los sótanos, la oscuridad está aquí.- advirtió Mithrandir. –Vamos toma mi espada, la necesitarás.- indicó el mago echando a correr nuevamente.

Thranduil reconocía la oscuridad a su alrededor, una profunda rabia invadía todo su ser. El Reino del Bosque Verde estaba siendo profanado por el mal. Pero había algo más, un terrible presentimiento, Lothíriel estaba en peligro.

*

Lothíriel no podía escuchar a la serpiente, las frágiles lámparas rutilantes parecían ceder ante la corrupción que reptaba por el lugar. La elfa se estremeció al percibir que los suministros habían sido convertidos en una masa de asquerosos gusanos e insectos que comenzaban a invadir el lugar, podía incluso sentirlos en sus pies. Respiró profundo, siguió caminando con el arco y flecha dispuestos. Se detuvo un momento al percibir un cambio en el ambiente, sus heridas comenzaron a palpitar dolorosamente; la serpiente apareció frente a ella, de sus colmillos gruesas gotas de venenos escurrían infectando lo que tocaba. Lothíriel disparó la flecha asestando en el cuerpo del animal, el cual se convulsionó terriblemente, la elfa se ocultó detrás de un estante, entonces vio como la serpiente de dos cabezas se dividía en dos individuos independientes que se arrastraron en diferentes direcciones.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora