Capítulo 76

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La noche transcurría, fría, estrellada, con la luna engalanando el Bosque Verde. La celebración continuó por todo lo alto, la música, el baile, las charlas, las bromas, los espectáculos, y por supuesto, la comida y el vino. Los reyes e invitados estaban felices.

-Tarinya (Mi reina), creo que ha llegado el momento de retirarnos.- dijo Thranduil al oído de su esposa, mientras le rozaba el cuello con la punta de los dedos.

Lothíriel sintió escalofríos y su corazón comenzó a latir rápidamente. –Aranya (Mi rey), deseo adelantarme.- sugirió con un ligero rubor en las mejillas. Se puso de pie, el rey también, la acompañó al claro central, los invitados la dejaron pasar colocándose a los costados, a su paso le hacían una reverencia. Caminó pausadamente, a mitad del camino reparó que caminaba con rumbo a su casa, entonces se detuvo.

-Tarinya (Mi reina)- se acercó Nimphelos, la gobernanta del palacio. –An ngell nîn (Por favor), por aquí.- la espigada elfa, ataviada en un bonito vestido azul, la guio con dirección al palacio. –Los aposentos del rey están preparados, pero si usted gusta, hay una cámara contigua que puede recibirla.- agregó.

Lothíriel sintió que el color se le subía a las mejillas. Siguió caminando, la música y el barullo se oían por todo el lugar. ¿Qué debería hacer? Decidió finalmente pasar a la habitación contigua, había estado tan sumida en sus pensamientos que no reparó el momento en el que llegaron al pasillo real hasta que chocó con Nimphelos. –Amin hiraetha (Lo siento).- se disculpó.

-No pasa nada, tarinya (mi reina). ¿Qué ha decidido?- preguntó la gobernanta del palacio, sonriéndole con amabilidad.

-Usaré la habitación contigua.- habló con voz baja.

-De acuerdo, sígame, por favor.- serpentearon por el pasillo justo del lado apuesto de la cámara real. La elfa sacó una llave alargada y abrió. Se colocó a lado de la puerta para permitir que la reina ingresara.

Lothíriel percibió inmediatamente un aroma delicioso, la calidez de la habitación resultaba reconfortante y el fuego de la chimenea iluminaba agradablemente la estancia. En una mesa localizada cerca de la ventana había una bandeja con frutos y una humeante jarra con una bebida. Había flores de pétalos blancos y rojos. Sobre la cama, había una bata de seda dorada. Mientras recorría la habitación, Nimphelos, la ponía al tanto de los detalles.

-Mi señora, la bañera está lista, por si le place tomar un baño. Si necesita algo más, por favor, hágamelo saber.- apuntó Nimphelos, haciendo una reverencia, se dio media vuelta y salió.

Lothíriel decidió tomar un baño, le vendría bien para relajarse. Se paró frente al espejo que se encontraba a un lado del vestidor. Se miró a los ojos, después fue bajando la mirada, su inmaculado vestido blanco era precioso, deslizó sus dedos por la suave tela y las incrustaciones de gemas destellaron a la luz de las llamas. La tiara en su cabeza refractaba la luz, la noldorin, la retiró de su cabeza y la colocó sobre la repisa que había a un costado. Suspiró y fue desabotonando su vestido, que se fue deslizando por sus brazos hasta caer al suelo, lo levantó y lo depositó sobre el sillón más próximo, se quitó el resto de la ropa dándole la espalda al espejo, sintió su piel erizarse, se giró lentamente con la vista sobre sus pies, una vez más frente al espejo fue subiendo la mirada, descubriendo su desnudez, cuando llegó a su rostro reparó en su nerviosismo. Así que se alejó y fue directo a la bañera donde el agua caliente le aguardaba.

*

Thranduil conversaba con sus consejeros, con Mithrandir, Radagast y el Embajador Belthil. Éste último le había comentado que su hija y nieto, Ivorwen y Amarthion, habían llegado con bien al Pueblo del Valle. Además aprovechó la ocasión para pedirle al rey, la admisión del pequeño medio elfo, cuando este tuviera la edad; para vivir en el Bosque Verde y aprender las costumbres de una parte de sus raíces. El monarca no prometió nada, excepto considerarlo.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora