Capítulo 54

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Percibió un ligero movimiento entre los arbustos cercanos, aguzó su vista y distinguió una sombra. Lothíriel se tensó, aunque no sentía peligro inminente, le inquietaba la incertidumbre. Su preocupación se desvaneció cuando un joven ciervo moteado le alcanzó, la noldorin pudo reconocerlo y le acarició la cabeza para después abrazarlo. –Amigo, éstas lejos de casa... me alegro de verte.- dijo la elfa al curioso animal que había rescatado en el Bosque Verde.

Caminó por la orilla del río, cuyo afluente había comenzado a desbordarse, el viento helado le calaba hasta los huesos. La lluvia era tan intensa, pero su mente seguía tan embotada como las mismas nubes de tormenta. El ciervo caminaba a su lado y ocasionalmente parecía dirigirle curiosas miradas. La elfa avanzó sin prestar demasiada atención a su alrededor, hasta que se topó de frente con el roquedal en el que había yacido la última vez que estuvo allí. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo y los aterradores recuerdos se agolparon en su mente, provocándole un intenso malestar. El ciervo percibiendo aquello, le lamió la mano, ella le sonrió y subió a la roca; allí se sentó y el animal se echó junto a ella.

El elfo había estado buscando a Lothíriel por un buen rato, hasta que de pronto vio una delicada figura recostada sobre una roca. Se aproximó silenciosamente, atento a sus alrededores, cuando estuvo lo suficientemente cerca se dio cuenta que la elfa dormía bajo la tormenta, con la cabeza apoyada en el abdomen de un joven ciervo moteado. El animal se removió y lo observó con nerviosismo, el elfo intentó acercar su mano a la noldorin y el animal le lanzó un mordisco.

-Está bien... sólo quiero ayudar.- dijo el elfo de Lórien.

Lothíriel se despertó confusa, miró aquella alta figura cubierta por una capa gris, que le miraba con curiosidad.

–Amin hiraetha (Lo siento), no quise asustarla. Tullen tye-rehtien. (He venido a ayudarla).- explicó el elfo de largo cabello trenzado. Subió a la roca, se agachó y colocó sobre los hombros de la noldorin una capa impermeable que ajustó bajo el mentón de ella. Se quedó mirándola a los ojos y después a los labios, deslumbrado por su excepcional hermosura, pasó su mano por el delicado rostro, de súbito Lothíriel se apartó poniéndose de pie.

-¿Man cárat? (¿Qué haces?)- preguntó intranquila la elfa.

El elfo de Lórien seguía observándola con intensidad, debatiéndose entre el deseo y su genuina preocupación por ella. -Ánin apsenë (Perdóneme)- se excusó el elfo, desviado la mirada y apretando la mandíbula. -¿Puedo ayudarle?- preguntó incómodo.

-¡No vuelvas a hacerlo!- habló Lothíriel con gravedad. –Te agradezco la intención pero necesito estar sola.- agregó secamente.

-No es seguro que esté sola.- advirtió el elfo, acercándose nuevamente a ella.

-¿Qué te hace pensar que está sola?- escuchó preguntar detrás de él. Se giró y allí estaba el Rey Thranduil, mirándolo con severidad. El elfo de Lórien se apartó haciendo una inclinación con la cabeza. -Tari meletyalda (Majestad) sólo deseo ayudar.- indicó el elfo nerviosamente.

-Ya has oído, tu ayuda no es requerida. ¡Vanya sínomello! (¡Vete de aquí!)- expresó el monarca, fulminando con los ojos al elfo, que tuvo que agachar la cabeza para ocultar su deseo por la prometida del rey.

El elfo de Lórien no era el único que había sido cautivado por la sublime belleza de la descendiente de Fingolfin. Quizá la única que no reparara en ello era la propia Lothíriel. Pero en los asentamientos élficos se hablaba de su hermosura, su tímida presencia y su valeroso espíritu. Algunos de los elfos de la estirpe de los Noldor la buscaron, creyéndose con el derecho único de ganar su corazón, pues no era bien visto que los descendientes de Finwë se mezclaran con el linaje de Elwë e Ingwë, después de la escisión de los Eldar. Sin embargo, Lothíriel los rechazó a todos. Varios de esos pretendientes no recibieron de buen agrado tal rechazo, y sintiéndose ofendidos intentaron raptar a la noldorin, sin embargo, Lord Elrond siempre veló protectoramente por ella y disipó aquellas disputas.

LÓBREGA PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora