Poco a poco el cielo se hacía más claro, los jinetes estaban listos para emprender el viaje hacia el Valle. De una de las puertas del palacio, salieron Nimphelos e Ivorwen, ésta última vestida con el traje élfico de los viajeros. Uno de los elfos se acercó a ella entregándole un caballo, arco y flechas. Le advirtió que sólo pararían lo estrictamente indispensable durante el trayecto, que atendiera las instrucciones del grupo y que se mantuviera alerta ante cualquier evento.
Seregon daba las últimas indicaciones a los elfos de las guardias y Ereb examinaba los suministros medicinales y víveres. Ivorwen miraba a su alrededor y se despedía de aquel esplendoroso reino élfico, sin embargo, el Rey Elfo no estaba allí. Seregon autorizó finalmente la salida de la comitiva y éstos partieron inmediatamente.
El grupo se adentró en el bosque y cabalgaron hábilmente evitando tomar el camino principal. A causa de ello, la marcha sería más lenta, ya que, debían enfrentar las dificultades que presentaba la frondosa naturaleza. Sin embargo, se pretendía minimizar el riesgo de una emboscada; en caso de que la mujer y el pueblo del Valle hubiesen sido usados como distracción para disipar la atención de los elfos del bosque, con respecto a una posible infiltración de las fuerzas oscuras.
Ivorwen sentía su corazón latir con fuerza, un renovado sentimiento de esperanza emergía de su pecho. La joven pelirroja era una ágil jinete, no obstante, su habilidad en el uso de las armas era limitada. El viaje que había emprendido desde el pueblo del Valle rumbo al bosque lo había realizado en condiciones precarias, acompañada por un viejo equino, escasas provisiones, su arco, flechas y con la fortuna de su lado.
Desde su posición, a un lado de la carreta, observaba el vigoroso paso de los caballos en la vanguardia y los elfos vigilantes que los montaban. Había largos trechos en el camino, en los que la densidad del bosque obstaculizaba el paso de la luz, no obstante, los guardias se acercaban a ella y tomando las riendas de su caballo la guiaban con seguridad a través de la negrura. En cuanto el sol volvía, la formación de la comitiva era retomada.
Los elfos permanecía la mayor parte del camino en silencio o, por lo menos, eso le parecía a Ivorwen. Sin embargo, sus penetrantes ojos y el acompasado trote de sus caballos, hacían pensar lo opuesto. Como si entre éstos hubiese un tipo de comunicación de la cual ella no pudiese enterarse. De pronto, uno de los jinetes se adelantaba a la caravana y, tiempo después al regresar, hablaba con el resto. De lo que pudo deducir la chica del Valle, que iban a inspeccionar el estado del lugar más adelante. De modo que con el paso del tiempo, los elfos del grupo fueron turnándose para dicha tarea.
Los elfos, especialmente los sanadores, se mantenían al pendiente de la mujer que parecía cada vez más cansada. De modo, que en el trayecto le proporcionaban bebida y frutos para renovar su energía. No obstante, la marcha no se detendría hasta bien entrada la noche y, sólo lo harían brevemente.
En la retaguardia del grupo, cabalgaban elfos que escudriñaban meticulosamente el entorno. Ivorwen sabía de los rumores de criaturas malignas merodeando por las tierras circunvecinas. La actitud en exceso precavida de los elfos, desde su punto de vista, le hacía sentirse inquieta como si le ocultaran algo aunque, por otro lado, conocía de las excepcionales cualidades guerreras de los elfos y, eso le producía una sensación de protección.
La luz del día lo había sorprendido aún examinando pergaminos que contenían los asuntos pendientes del reino. Thranduil abandonó su estudio estirando sus entumecidos músculos, masajeó sus sienes y ojos. Tomó una copa de vino y salió al balcón aspirando la esencia matutina del bosque. Era un día frío y los rayos del sol se asomaban tímidamente entre las nubes. Meditó nuevamente sobre los asuntos de los hombres del Valle y la inminente incursión que debía hacerse a la fortaleza de Dol Guldur. Pudo escuchar que alguien llamaba a la puerta.
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LÓBREGA PRIMAVERA
FanfictionPorque aún de la más infranqueable oscuridad obtenemos algo. Relato inspirado en las obras del Profesor J.R.R. Tolkien. Agradezco a EAMANENUMENESSE por el diseño de la portada para esta historia.