Mi dia a sido sumamente agotador. Más cuando no tengo todas las capacidades que todo ser humano tiene.
El doctor me ha dicho que puedo volver a caminar pero que tenía que poner mucho esfuerzo de mi parte. Eso incluye ponerme al día con todos los ejercicios que me había enseñado hoy; terapias de masajes, kinesiología, hidroterapia (cualquiera, retardar atrofiación).
"—Pero esto es para empezar tu tratamiento, jovencita. Después vienen etapas más difíciles, no olvides que cada diminuta parte de tus piernas que sientas es un gran paso. No dudes en mantenerme informado —", me acordé de las palabras del doctor.
Después cuando llegamos a casa. Ruth me pidió que descansara un poco, ella igual iba hacerlo. Sabía que vendría una tarde espantosa y era mejor que descansará aunque sea un poco.
Como había dicho con sus propias palabras; la tarde fue un desastre, espantosa. Al funeral de mis padres una gran cantidad de personas fueron, personas que ni siquiera conocía, pero lo que me pareció extraño es que recorde que ellos me decían que aquí no tenían muchas amistades.
Fue incómodo para mi, muchas miradas se quedaban quietas observandome. Ruth me decía a cada minuto que no me alejara de Emily, por el tono de voz que lo decía parecía preocupada.
Cuando enterraron a mis padres, algunas personas lloraban pero yo me mantenía firme tratando de no darles a los demás la imagen que quieren ver: La hija mayor que está inválida llora desconsolada al saber que ha quedado huérfana.
En un momento pensé que estaba imitando la reacción de Nicholas. Sí, él también asistió después de que su madre le insistiera que nos acompañará. El accedió pero dijo que estaría media hora sólo a despedirse e irse.
Mejor se hubiera quedado en casa. Nadie quería ver alguien que parece estatua, su semblante tan frío, tan distante.
—¿Se te perdió la vista en mi o qué? —Recuerdo la forma en que lo había preguntado. Su frialdad era tan indispensable.
—No, sólo observaba cuanto tiempo duraste con la cara de idiota. Habías durado mucho, ¿que esperas para seguir así? Puede que ganes un trofeo —me reí al recordar su expresión.
—Bueno. Lo obtendré cuando te vea levantarte de esa silla —Me mira directo a los ojos. —No te metas conmigo, Hannah. En serio no conoces con quién estás tratando. No me conoces, y si lo llegas hacer, no vas a querer haberme conocido nunca.
—¿Que tengo que saber para conocerte? Me has demostrado lo suficiente para saber qué tipo de persona eres: toda una mierda podrida. Ah... —Levante mi mentón, sin quitar mi intimidante mirada de la suya—. Tampoco creas que porque esté discapacitada por estos meses no pueda enseñarte quién pueda arrepentirse. Mejor súbete al carro y vete a la mierda, cariño —dicho esas palabras me fui en mi súper sillita.
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Jugando con tus normas © #1
Action#1 libro. Ten cuidado al cruzarte en el camino de Nicholas Anderson. Nisiquiera pienses en dirigirle la palabra por que cuando abre su boca no hay vuelta atrás, cada palabra es como cien cuchillazos en un segundo. Su mirada oscura te hace dudar en...