#19

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NICHOLAS

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NICHOLAS.

Quedé observado por última vez a Thom sin creer que iba a correr con una chica. Sacó de mis pantalones una cajetilla, le ofrezco un cigarro a este idiota, él lo recibe sin ningún problema y me susurra un; gracias broder. Colocó el cigarro en la comisura de mis labios para sostenerlo y buscó el encendedor, cuando logró sacarlo enciendo el cigarro. Cerré los ojos disfrutando la satisfactoria sensación del humo entrando por mis pulmones y exhale el humo.

Le entregó el encendedor a Thom. El hace copia mi mismo gesto y me lo entrega.

—No puedo creer que me hagas correr con una chica.

—No pude resistirme a sus encantos. No negaré que es muy linda, no dejaba de mirarme y sus palabras... Sabes que soy hombre, tengo mis tentaciones —sé justifica.

—Como digas. En total se que le pateare el trasero a la estirada. Mantén el precio que siempre apuesto y que los demás hagan sus apuestas —dicho eso subo a mi auto.

Enciendo el auto. Me estaciono al frente de la chica que anuncia cuando comienza la carrera. Enciendo la música para que el ambiente no fuera tan intenso y veo el auto que se aparca a mi lado, no podía observar quién estaba dentro por qué los vidrios son polarizados. Como los míos no lo son les regale un gesto con los dedos y no obtuve respuesta, no bajó la ventana. Menuda idiota.

—1... 2... 3... ¡Que comience la puta carrera!

Estaba tan concentrado en las palabras de la chica que apenas terminó la frase mi auto ascendió como cohete dejando que la adrenalina recorriera mi cuerpo como el efecto de una droga

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Estaba tan concentrado en las palabras de la chica que apenas terminó la frase mi auto ascendió como cohete dejando que la adrenalina recorriera mi cuerpo como el efecto de una droga. Siempre que corro dejó que el tiempo despierte mis sensaciones. Me enfocó en mis metas, reto u objetivos.

La música me motiva acelerar más, pasar los límites, me sabía el camino de memoria, sabía el punto donde tenía que frenar. Lo que me estaba irritado es que el otro auto estaba de la misma velocidad que el mío. Quedaban unos pocos kilómetros para llegar a la meta.

Veía a las personas de lejos y tenía que acelerar más, sabía que si lo hacía perdería el control y podría estrellarme, correré el riesgo. La velocidad se sumó y estaba ganando. Mi sonrisa comienza a creer y estaba preparado para frenar y recibir mi dinero.

Jugando con tus normas © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora