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Estuve casi toda la noche charlando con el chico que me pidió el encendedor, el cual se llama; Goliat

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Estuve casi toda la noche charlando con el chico que me pidió el encendedor, el cual se llama; Goliat. Era el único que no me devoraba con la mirada como lo hacían las chicas y eso me incomodaba. Maldito Darell y sus lugares que me trae, ¿No podía ser normal? No, no podía. Al parecer creía que cambiaré de sexo compartiendo con una chica, ¡Menuda tontería! Goliat me observa divertido al verme reír de la nada. Si supiera las cosas que estoy pensando justo ahora, compartiriamos risas. Observó que Darell estaba vomitando como si el suelo fuera un retrete. Insulta todos los que se crucen en su camino, corro a su lado, lo tiró al baño de hombres y adentro lo ayudó a vomitar. Algunos hombres me fulminan cuando salgo.

—¡Hey tranquilos! No es nada que nunca haya visto —rodé los ojos.

Me siento rara al dejar sólo a mi nuevo amigo. No tenía opción. Si Darell seguía vomitando en el piso del local estoy segura que lo echaran de patitas a la calle.

—Necesito que vayamos a casa, me siento mal, quiero irme —lloriquea como una nena.

¿Darell triste en una fiesta? Ok. Definitivamente algo está mal aquí y no me quedaré de brazos cruzados hasta saber qué le pasa. Este chico es de cuerda larga, es capaz de terminar en este club hasta que cierre.

—¿Qué sucede?

—¿No ves? Aquí sobró y necesito aire —balbucea.

—Ok. En el auto me contarás todo o mañana pero de esta conversación no te salvas. Me despedirme de un amigo, no te muevas y no vomites, te lo imploro.

—No me muevo y no vomito —murmura. Quería entenderle bien pero apenas puede hablar.

Goliat miraba todos mis pasos hasta que llegue a su lado. Hago una mueca para que entienda que era hora de irme. Justo cuando estaba divirtiéndome Darell hace este numerito barato.

—Goliat, ¿Ves a ese borracho de ahí? —Apuntó a Darell que estaba neutro, quieto como le ordene. —Ese es mi amigo. Está tan borracho que si no lo sacó de aquí y llevó a casa terminará vomitando. Tendré que irme —añadí con una mueca.

—Oh, te entiendo. Tranquila, toma aquí tienes mi número. Cuando vi que lo llevaste al baño tuve el presentimiento de que lo llevarías a casa, en serio se nota que necesita una cama. Adiós Hannah, fue un gusto disfrutar esta noche contigo y no con un chico —ríe nervioso.

—¡Claro! El gusto fue mío. Si no te hubiera encontrado en serio ya no estaría aquí si no en mi casa antes de las doce. Adiós Goliat —Me despedí. El sólo nueve su mano y me llevo a mi amigo.

Darell a tropezones camina, entre risas lo tomo para ayudarlo a caminar, él se curvó un poco y deja salir todo el líquido transparente, quito mi mirada cuando una arcada sale de mi boca. Acomodo en el auto a Darell, cuando estoy arriba le bajó la ventana por si le dan ganas de vomitar. Cuando llegamos trato de cargarlo con su brazo izquierdo por mis hombros, salimos del ascensor y entramos al departamento, acomodo su cuerpo en la cama. Le quito toda su ropa para dejarlo con boxers y pueda dormir cómodo. Aprovecho de echar su sucia ropa a la lavadora, cuando vuelvo a la habitación Darell estaba acurrucado entre las sábanas, sonreí al verlo. Todavía no entiendo porque tuvo ese raro comportamiento. Mañana sabré con claridad. Me colocó mi pijama, tomo mi teléfono y anotó el número de Goliat para hablarle por mensaje.

Jugando con tus normas © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora