HANNAH.
Me estiré en el sillón dando un gran bostezo.
—Y sabes que es lo que me da más asco es que, ¡Lo hicieron en mi cama! Cuando cierro los ojos me los imaginó, es asqueroso —Hace una arcada.
—No seas tan dramático, tu traes chicos casi todo los fin de semana si que esa cama ya tiene el signo de "sexo" pegando en el respaldo.
—Puedes tener un poco de razón pero es mi signo de sexo, para mi, no para los demás.
—Eres gracioso. Ya pasó, apuesto que tuvieron el mejor polvo que tú cama a experimentado —reí.
—Te perdono. Pero ser el rey del sexo viene en mis venas —me saca la lengua.
Así estuvimos hablando toda la tarde de cosas estúpidas, es obvio, con Darell nunca puede haber seriedad entre nosotros.
—Brujita, te dejaré porque tengo que ir a mi entrevista de trabajo, ¡esta hombre tiene que cambiar de aspecto! —Se levanta del sofa.
—Bueno, antes de irte me vienes a modelar.
—Sí, ahora dime la hora —suspira.
Mueve un pie, después el otro, sus brazos, suelta un quejido, se levanta balanceandose tratando de mantenerse en pie para no caer en la tentación de volver al sillón.
—5:06 de la tarde —dije divertida.
—¿En serio? Tengo a las 8 de la tarde la entrevista —vuelve a sentarse en el sillón.
¿Que clases de entrevista es a las 8 de la tarde? —pensé confundida.
—¿Estas seguro? Nunca he oído que las entrevistas son en las tardes si no en la mañana —enarque las cejas.
—Si, deja ir por el papelito para que lo veas —Se levanta y da pasos grandes a su habitación, esta vez vuelve con un papel entre sus manos.
Es que este es idiota con mayúscula, no entiendo como puede estar todavía en la Universidad si su cerebro no es más grande que un maní.
—¡Es a las ocho de la mañana, estúpido! —Le tiré el papel en la cara.
—Con razón un número desconocido me llamó tantas veces. Debo ir a la empresa, cierran a las ocho de la tarde si que alcanzó. Inventare que mi abuela está súper grave en el hospital apuntó de morir, tuve que estar toda la mañana con ella porque la trasladaron a la UTI y son sus últimos días de vida.
Aparte de idiota; mentiroso.
—¡Suerte idiota! —le gritó cuando veo que se va con rapidez.
Aburrida sin saber que hacer intento no caer en la tentación de no salir, pasan las horas, seis, siete, ocho y todavía no llega Darell. Siempre vamos a comprar pan en el auto pero ya no quedará si sigue demorandose. Tome mi bolso y salí del departamento.
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Jugando con tus normas © #1
Action#1 libro. Ten cuidado al cruzarte en el camino de Nicholas Anderson. Nisiquiera pienses en dirigirle la palabra por que cuando abre su boca no hay vuelta atrás, cada palabra es como cien cuchillazos en un segundo. Su mirada oscura te hace dudar en...