NICHOLAS.
Hannah me aleja de ella, separamos nuestros labios y me fulmina. Golpea mi mejilla provocando un sonora cachetada.
—¡No vuelvas a besarme nunca más en tu vida!
Se da media vuelta para seguir su camino. Vuelvo a tomarla, impacto mis labios con los suyos con fuerza, ella forcejea para que la soltara, junto su cabeza con más fuerza para que no se alejara y al final termina accediendo hasta dejarse llevar por el besó.
—No te entiendo —susurra en mis labios.
—Yo menos —sonrió. —Me gustaría que fuéramos a otro lugar para hablar.
—Pensé que ya habíamos aclarado todo —afirma.
—No del todo. Es mejor que vayamos a un lugar más "privado" donde no piensen que estamos locos, un lugar donde estemos los dos solos, ¿entiendes?
—¿Acaso quieres violarme? —bromea. —Está bien, iré contigo pero sólo un rato, ni un minuto más ni menos. Seré la Cenicienta que estará a las doce en su casa.
—Son más que las doce —sonreí burlón.
—En mi versión las doce son en dos horas más. El tiempo corre.
Sin decir ninguna palabra más, subimos al auto, el lugar que la lleve no era tan lejos, nos demoramos veinte minutos en llegar entre risas, música, miradas fugaces.
—¿Te acuerdas una vez que te comenté mi lugar secreto? Bueno, este es.
—Tenías razón, es como un mini-desierto. Lo único lindo son las estrellas —Observa el cielo.
—Por eso te traje aquí. Se cuanto te gusta mirar las estrellas y que mejor un lugar apartado de la ciudad y con una buena visión de las estrellas.
—Que lindo detalle. Viniendo de ti todavía no lo creo —Comenta sin poder contener la risa un minuto más.
—Que hiriente.
—Siempre cariño. Nose porque te sorprendes —dice burlona.
—¿Sorprendido? De ti me espero de todo, incluyendo que me tires del puente cuando esté durmiendo.
—Que exagerado. Después yo soy la dramática, ¿eh? —me desafía con la mirada. Sentí ese pequeño musculo moverse y me acerqué más a ella. —¿Que era lo que teníamos que hablar? —Se aleja.
—Mejor dicho, terminar en lo que estábamos —Esta vez flexiono mi cuerpo para estar a su alcance. Ella arquea una ceja.
—No recuerdo en qué quedamos. Tendrías que hacerme recordar —sonríe con picardía.
—¿Cuándo te bese o después cuando me golpeaste? —pregunté burlón.
—Tonto —Con su mano tapa mi cara. —Sabes a lo que me refiero. Que pase todo esto no quiere decir que puedo ser tu juguete, no soy ese tipo de chica, ¿Tu crees que me arrastraré por tú atención? Si lo piensas de esa forma hay es donde te equivocas. Si ahora mismo tomas una decisión y después cambias de opinión no habrá vuelta atrás. Cuando me aclaran las cosas entiendo muy bien, se el momento en que me alejo, no molesto y menos saber de mí, eso ya lo tienes más que claro, ¿O me equivoco? En fin. Ahora es el momento donde nuestra conversación pasará a ser seria, hablaremos como personas civilizadas y respetaremos las decisiones que tendremos. Llegaremos a una conclusión: que queremos y qué haremos. Nicholas, ¿Que somos?, ¿Que hacemos con estos sentimientos? No quiero una respuesta estúpida porque si llegas a responderme un "nose" juró que vuelvo al departamento a pie, no importa lo que me suceda pero no tolerare esa respuesta de niño pequeño que no sabe elegir un juguete de regalo. Toma tu tiempo siempre y cuando tu respuesta sea tolerante.
Tome todo el aire que mis pulmones necesitaban en este momento, ¿Ahora que hago? No, esa no es una buena pregunta en este momento, ¿Que es lo que quiero con ella?, ¿Cuales son mis intenciones? Me gusta lo que tengo con ella pero tener algo. Eso no va conmigo. También se que ella es decidida, respetará mi decisión, es seria y impulsiva, no pensará en mí si decido por ella, seguira su vida, no hablará en mucho tiempo conmigo, de ella espero todo.
—Hannah, no esperó que tengamos nada, si no que las cosas fluyan por sí solas y ninguno de los dos impida que eso pase. Quiero dejarme llevar, romper ese miedo. Pero no se si pueda, sabes que conmigo no estás segura y mi vida es peligrosa. No quiero que salgas perjudicada y tampoco quiero perderte, tú qué opinas, ¿Corro el riesgo por ti o dejo que te marches?
—Esa pregunta deberías analizar tu. Esta más que claro lo que yo quiero contigo, me conoces y si no fuera así no estaría parada delante de ti, preguntando que seremos ahora y en un futuro. Ahora eres tu quién tiene la decisión en sus manos. Simple; lo tomas o lo dejas —redactó.
Llevé mis dos manos a mi cabeza, frustrado trato de analizar esa pregunta un y otra vez. Impaciente de saber lo que quiero.
—¡A la mierda todo!
Tome la cintura a mi pelirroja, impacto mis labios con los suyos disfrutando la sensación que me hacía sentir cada vez que la besaba. Feliz por tomar una decisión, esperando que sea la correcta y no vuelva a dar un pasó al pasado. No volverá a suceder nada de eso, no lo permitiré.
—Lo único que te pido es que mantengamos lo que sea que tenemos en secreto. Seremos nosotros, no habrán terceros ni cuartos. Cuando sepamos que esto va a ir en serio demos a la luz una relación formal, no quiero perderte, tampoco que te enojes por lo que pido. Es mi decisión, propuesta o como lo pienses, ahora eres tu quién decide qué hacer —dije profundizado mi mirada en sus ojos.
—Está bien. Nadie dirá nada de nada, no levantaremos sospechas, todo irá bien en nuestra rara relación que no es relación y haremos lo que esté en nuestras manos para que todo fluya de la mejor manera —Acaricia mi mejilla.
—Ven —Tomé su mano.
Nos acomodamos en el tapiz del auto, me acosté observando las estrellas, ella se acuesta con las manos juntas pegadas a la cabeza, copie su gestó. Así pasamos el rato, hablando, disfrutando el momento, hasta que era hora de ir a dejarla a la casa.
—Adiós idiota —Me roba un beso. Sonreí al verla salir de mi auto, tan decidida, tan espectacular, tan ella.
—Adiós Sirenita —gritó. Ella se da media vuelta y sonríe.
Decidí ir a mi casa, en ella me duche para calmar mis sentimientos, que estupidez. Encendí la televisión mientras buscaba entre los cajones mi cajetilla de cigarros, la única droga que podía calmarme en estos momentos. Mire de reojo la televisión, me llamó la atención lo que estaban transmitiendo, una repetición de la mañana.
El cuerpo de un hombre es encontrado en la villa de una colina, su caso es desconocido, sólo encontramos una fotografía que esperamos que sus familiares puedan identificar (una fotografía borrosa es mostrada en toda la pantalla de la televisión) de igual manera esperamos tener más información de este hombre y que algún familiar, amigo, conocido nos ayudé a llegar con su paradero. La persona que se encargó de hacerle daño deformó su cara, brazos, cuerpo, todo.
No pude seguir escuchando. Apague la televisión junto con el cigarro. Mire a los lados indeciso, sabía quién era el que estaba en la televisión, también se muy bien quién lo mató. Maldito Anthony, se salió con la suya, más rápido de lo que pensé. Ahora que sé lo que es capaz de hacer Anthony tengo que estar alerta, tengo que estar mil pasos delante de él. Tengo que actuar antes de acabar de la misma manera que acabo Leighton, pobre hombre, nunca fue un mal padre ni marido, menos jefe. Me visto lo más rápido posible, maneje al club en busca de información. Una vez Leighton me dio una llave de emergencia, la tenía que ocupar sólo cuando algo grave pasara y con lo que acaba de pasar todo quedó más que claro que es una emergencia. Entre mis pensamientos perdidos llegar al lugar se me hizo más corto de lo que imaginé.
Como Leighton no estaba presente el local no ha abierto estos días. Estaba tan silencioso, vacío, me provocaba escalofríos tanto silencio. Encendí las luces, me serví un trago mientras buscaba entre la cosas de Leighton el número de la persona que me ayudará en estas circunstancias; JK. Algo tiene ese hombre, por algo Anthony lo quiere, en especial muerto y no puede matarlo como lo hizo con Leighton.
Si ese maleante jugará sucio, no será sólo él, jamás cuando mi vida corre peligro y los que me rodearan también. En especial Hannah y Emily. Si les pasa algo esta vez nunca me lo perdonaré. Mi única escapatoria es JK y haré lo posible para que me ayudé.
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Jugando con tus normas © #1
Action#1 libro. Ten cuidado al cruzarte en el camino de Nicholas Anderson. Nisiquiera pienses en dirigirle la palabra por que cuando abre su boca no hay vuelta atrás, cada palabra es como cien cuchillazos en un segundo. Su mirada oscura te hace dudar en...