Mi padre me hace gestos burlones por el espejo retrovisor y le saqué la lengua.
—¡Para el auto! —suplicó.
Mi padre confundido lo hace.
—¿Qué sucede cariño? —pregunta preocupado.
—Van a matarte, viene un hombre en moto, quiere matarte... ¡tenemos que hacer algo! —gritó en un hilo de voz.
—¿De qué hablas? No hay nadie en la carretera, ¿te encuentras bien hija? —Toma mis manos para tranquilizarme.
Impaciente suelto su mano y salgo del auto, observó la oscura carretera en busca del hombre que en cualquier momento podrá llegar en moto.
Mi padre se baja del auto tratando de tranquilizarme. En este momento estará pensando que estoy loca, ¡no lo estoy! No quiero que suceda lo mismo.
Lo abrazó tratando de tranquilizarme a mí misma, tal vez esté muy asustada y nada pasé.
El motor de una moto hace eco en el lugar, el hombre que tenía tapada su cara con su casco apunta a mi padre, en un movimiento rápido me coloco delante de mi padre, tapo los ojos, antes de cerrarlo veo la bala venir con velocidad hasta que llega en mi cabeza.
Doy un salto en la como si el impacto lo hubiera sentido en el mismo momento. Había tenido otra pesadilla de las tantas que he tenido. Observé a Darell durmiendo boca abajo, toda su boca abierta con baba a su alrededor; es un cerdo.
Camine a la cocina en busca de un vaso de agua, tomó de él refrescando mi garganta, dejó el vaso en el lava platos para ir a la alcoba. Siempre que tengo este tipo de pesadillas recurro a salir del encierro y tomar aire fresco. El ventanal estaba junto, que raro, lo abra dejado un idiota en la fiesta abierto.
Me apoye en la baranda mirando las luces de la ciudad, todavía estaba oscuro y luces de algunos edificios prendidos, el cielo estrellado, no tan perfecto como se ve en los campos.
Comencé a toser al sentir el olor a cigarro, soy de esas personas que fuman pero no soportan ese olor. Observó que había alguien entre la oscuridad, mi corazón comenzó acelerarse.
—¿Quién eres? —pregunté pero antes tome un palo para defenderme si era un ladrón.
—Tú peor pesadilla —habla Nicholas.
Solté todo el aire que había aguantado en mis pulmones, ahora aliviada veo como deja que su cara de distinga entre algunas luces.
—Eres un idiota, casi me da un infarto —dije cuando logré calmarme.
—Te hubiera grabado —comienza a reír. —Tu cara era así —Imita una cara asustada. Avergonzada golpeó su hombro.
—No es gracioso, pude haber muerto del miedo —suspire.
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Jugando con tus normas © #1
Action#1 libro. Ten cuidado al cruzarte en el camino de Nicholas Anderson. Nisiquiera pienses en dirigirle la palabra por que cuando abre su boca no hay vuelta atrás, cada palabra es como cien cuchillazos en un segundo. Su mirada oscura te hace dudar en...