HANNAH.
—Idiota perfecto, ¿sabes que te quiero mucho? —sonreí juguetona al tener esos ojazos tan cerca, ¿Por qué tiene que ser tan guapo?
A veces no entendía como no me había figado en él cuando lo conocí, ¡es obvio! El odio siempre fue obstáculo para ver más allá de mis narices. Eso ya no importa porqué ahora este chico es mío y eso me pone nerviosa. Mío, mío, mío, me da gracia pensarlo.
—Idiota perfecta, ¿sabes que yo no te quiero? —sonríe burlón. Golpeo su cabeza y varias partes de su cuerpo. —¡Vale, no quiero más maltrato! Me gustas, me encantas, te adoro, te quiero muchooo —termina alargando la "o" para dramatizar el momento. ¡Qué capullo!
—Hm, no me convences.
Rápidamente me roba un beso, sorprendida lo recibo. Un beso suave, intenso.
—¿Ahora estas convencida? —sus ojos brillan sin quitar su hermosa mirada de los míos.
Tantas veces me ha mirado pero ahora su mirada significa más que las primeras miradas regaladas el día que nos conocimos. Antes me odiaba y su mirada me ponía los pelos de punta, ¡Vaya que paso el tiempo tan rápido!
Nuestro hermoso momento fue estropeado cuando su teléfono comenzó a sonar, ni yo quería que lo contestara, menos él. Estábamos tan entretenidos besándonos como si no lo hiciéramos hace mucho tiempo. Como siempre, no se puede obtener todo en esta vida. Suspira frustrado y se aleja para sacarlo, veo de reojo quien era pero no estaba agregado, solo un número desconocido, ¿y si es una chica? Inquieta muevo mi cabeza negándome, siempre pensando cosas ridículas, Nicholas me quiere y estoy segura que no hay "alguien" entre nosotros, ninguna entrometida.
—Amor, tengo que irme, ¿quedamos más tarde? Esto tiene continuación —no puede evitar sonreír como una pequeña después de hacer una travesura.
Me había distraído tanto en mis pensamientos que no me di cuenta que ya había contestado la llamada, hasta tuvo una conversación con la persona desconocida y yo perdida en mis miedos.
—Bueno, ¿y a donde iras?
—¿Nunca te han dicho que eres tan entrometida? Si piensas que iré a juntarme con la "otra" me has descubierto —besa mis labios.
—Menudo gilipollas, me has engañado todo este tiempo —le seguí el juego cuando separamos nuestros labios.
—No te duermas cuando llegue.
Sonreí con aire malicioso. Cuando se va me senté en el sillón observando la nada mientras pensaba mil cosas, ¿Lo sigo? Este bichito de curiosidad me está matando, ¿esto en normal? ¡Claro que no! No quiero volverme una novia psicópata pero necesito ver qué está haciendo, ¿si volvió al narcotráfico?
Tomo mi bolso, las llaves de unos de los tres autos que tiene Nicholas. Veo que su auto esta a una buena distancia para seguirlo, me mantengo lo más alejado sin perderlo de vista, es difícil perderlo cuando siempre he sido más rápida que él, más atenta, no tiene posibilidad de desaparecer. Se estaciona en una esquina de un lugar bastante horrible, un pequeño caruchil, ¿vendrá a entrenar? Después de lo que sucedió en el ring aquel día no lo he visto boxear de nuevo, le apasiona pero el miedo que le tienen es inevitable. Dejó a un hombre luchando entre la vida y la muerte; de igual manera se lo merecía. Nadie quiere volver a pelear con él, es entendible, valoran su vida. Algún día llegara un chico que quiera desafiarlo y podré verlo arriba del ring.
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Jugando con tus normas © #1
Action#1 libro. Ten cuidado al cruzarte en el camino de Nicholas Anderson. Nisiquiera pienses en dirigirle la palabra por que cuando abre su boca no hay vuelta atrás, cada palabra es como cien cuchillazos en un segundo. Su mirada oscura te hace dudar en...