#24

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NICHOLAS

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NICHOLAS.

Fui a la habitación de Hannah para hablar sobre la amenaza que me mostró ayer y informarme más pero ella no estaba en el cuatro si que busqué el papel entre sus cosas para llevarlo donde Leighton, lo único que encontré fue uno tirado en el suelo si que lo recogí, lo abrí era otra amenaza diferente a la de ayer, la observé repetidas veces sin entender quién lo haría.

Sin dejar pasar ningún minuto más fui a la oficina de Leighton para contarle lo de la amenaza y que calme a ese tal JK. Es el único que ha amenazado a sus trabajadores y la dos última veces me han visto con Hannah, ¿pero porque a ella y no a mi hermana?

—Necesitó hablar con Leighton —le hablé al guardia tratando de no perder los estribos.

—No puedes, no quiere que nadie entre a verlo —dice cortante.

Coloqué mis manos en su cuello y enterré mis dedos en él.

—¿Qué decías? —Levanté una ceja. El me sigue mirando burlón sin decir nada.

Alguien toca mi hombro, dobló mi cabeza para observar y el puñetazo de estrella en mi nariz. Iba atacar pero como seis manos me agarraron por todos lados impidiendo hacerlo, observó y eran tres guardias sumando al que amenace sosteniendome.

—¡Que me suelten hijos de puta!, ¡yo fui los que los contrate y yo mismo puedo despedirlos!

Había gritado tan fuerte que mi garganta comenzó arder.

—Déjelo entrar —Dice Marcus. El guardia más antiguo que teníamos.

Ellos me sueltan. Los quedó mirando a uno por uno hasta que mi mirada cae en el hombre que me golpeó.

—Procura mirar a todos lados cuando vayas a tu casa porque, ¡esto! —señale mi nariz. —¡No se quedará así!

Sigo los pasos de Marcus hasta entrar al vacío club.

—Prueba suerte porque no quiere hablar con nadie.

—¿Que le sucedió? —pregunté.

—No le ha dicho a nadie. En la mañana llegó a encerrarse en el ofcina y le dijo a los guardias que no dejará que nadie entrará por qué quería estar sólo.

Golpeó la puerta, no obtengo respuesta.

—¿Otra vez sufriendo por amor, Leighton? —pregunté esperando respuesta. —No me hagas hacer lo que hice la última vez que no quería abrirme —amenace.

Como olvidar aquel día que rompí la puerta con fuertes patadas hasta derribar la madera.

—No quiero hablar con nadie, déjame sólo —lo escuchó.

Golpeó varias veces sin parar hasta que termina abriendo la puerta.

—Que eres insistente idiota —dice en voz baja. Mantiene su mirada en el piso.

Jugando con tus normas © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora